Se canta y se danza para sanar dolores. Los cantos ancestrales y las danzas son algo más que una revelación de la identidad y la reconciliación social y cultural. Salen del corazón de los Montes de María y del Caribe, y su música contagiosa, emerge de los patios a conmover al mundo. El Mercado Cultural del Caribe (MCC) que se realiza en Cartagena desde hace nueve años, es la mayor plataforma cultural de la ciudad y la región Caribe, y sus manifestaciones musicales y dancísticas (desde 2016 se incorporaron las artes plásticas y el periodismo cultural), son observados por empresarios nacionales e internacionales, quienes en ruedas de negocios, apuestan a la oferta de los nuevos productos y servicios culturales, para la demanda de la circulación en los festivales de Europa y el mundo. Este mercado privilegia las industrias culturales y creativas de la región Caribe, forjadas por jóvenes de zonas urbanas y rurales, pero en esta versión se ha enfatizado en las vivencias humanas que desde el arte y la cultura, pueden reparar individual y colectivamente a seres que han padecido el conflicto armado.
El artífice de esta propuesta pionera y exitosa en el país, replicada en Bogotá, Cali, Medellín y San Andrés, es el músico y productor cartagenero Rafael Ramos Caraballo, gestor cultural múltiple, quien ha sido manager de Totó La Momposina, Etelvina Maldonado, Petrona Martínez, director del Cabildo de Tambores, partícipe activo de la Fiesta de las Lenguas con la presencia de 68 lenguas nativas en la Dirección de Población del Ministerio de Cultura, en la Feria del Libro de Bogotá, y formador de más de ochenta percusionistas niños y adolescentes en La Boquilla.
¿Cuál es el mayor logro de esta versión del Mercado Cultural del Caribe?
-Hay muchos avances en esta versión 2016. Existe una mayor articulación del Caribe colombiano. Antes la demanda era de afuera, ahora es de la misma región Caribe. Una característica de este año es la vinculación de sectores públicos y privados, en los programas de fomento cultural: La Fundación Social, el proyecto de la Unidad Comunera de Gobierno de la Localidad 6, la Expedición Sensorial de los Montes de María, poblaciones que han padecido el conflicto armado. El Mercado Cultural del Caribe, más allá de ser una plataforma de oferta y demanda de servicios culturales, se convierte en herramienta de reparación del tejido social a través de la cultura y propone a su vez, cómo esa misma cultura puede ser puente de reparación de la violencia en el posconflicto. El mercado presenta cinco festivales de danzas de los Montes de María: El Festival del Ñame en San Cayetano, Encuentro de Danzas por la Paz en Palmito (Sucre), Juegos Tradicionales en San Juan Nepomuceno, Festival del Bullerengue en Marialabaja, Festival de Gaitas en San Jacinto, y visibiliza de manera integral festivales de Sucre, Córdoba, Magdalena y Atlántico. La participación de la Fundación Social es trascendental en esta versión, porque está encaminada a potenciar los colectivos culturales juveniles de Cartagena, una ofensiva articulada con el Ministerio de Cultura, grupo de Emprendimiento Cultural, programa LASO, Dirección de Poblaciones y la Dirección de Artes con el Proyecto Expedición Sensorial por los Montes de María y la Universidad Tecnológica de Bolívar, con el Laboratorio de Investigación e Innovación en Cultura y Desarrollo.
¿Cómo se sostiene una propuesta tan compleja como el Mercado Cultural?
-Es una propuesta colectiva. Más de 35 personas donan su trabajo y su tiempo. No se le paga a nadie, pero tampoco se le cobra a nadie. Los grupos se inscriben y el precio de inscripción es simbólico y de promoción. Los aliados son múltiples: desde el Ministerio de Cultura, el Museo Histórico de Cartagena, las empresas que facilitan las luces y el sonido, Atabaques, Artvi, Picosonic, Mi Color, RV Producciones, Crew Colombia Producciones, Nuevo Horizonte, Tu Cultura, Generación Planeta, Cazauroras, Corporación Cultural Congorocho, Indias Entertainment S.A.S., Lompley, entre otros. Los invitados nacionales e internacionales pagan su tiquete. Resolvemos el alojamiento. Al principio, nos complicamos con tiquetes, pero ya el Mercado Cultural es un punto de encuentro. Aglutina a centenares de músicos, bailarines, managers, productores, emprendedores, gestores culturales, directores de festivales, programadores y empresarios de la cultura. En la mañana de hoy domingo, en la huerta del Museo Histórico, se cumplirá el Encuentro de Saberes de comunidades afros e indígenas. Allí se compartirá colectivamente una pava de ají o un mote de queso.
¿Cómo ha sido la experiencia con los empresarios locales e internacionales?
-El Mercado Cultural del Caribe ha sido plataforma de lanzamiento de grupos musicales como Systema Solar, Tribu Barú, Bazurto, Palo Cruzao que este año ganó un Grammy. Este año hay empresarios de Colombia, Alemania, España, Francia, Estados Unidos y Chile. Muchos grupos que se presentan son elegidos para el circuito de festivales en el mundo. Muchas dinámicas han cambiado en nueve años, y ahora los grupos musicales no solo crean su álbum, sino que la experiencia es más directa con el público. En este MCC se han presentado: Ceferina Banquez, Compañía de danza Afrocontemporánea Wangari, Emilsen Pacheco, Ghetto Kumbé, Juventino Ojito y los Reyes del Porro, Dyonnel Velásquez, Millo Son, Mulato Bantú, Pabla Flórez, Tierradentro, Atlántico Big Band, Young F., entre otros.
¿Qué sigue para 2017 en los 10 años del MCC?
-Publicar la memoria del impacto del Mercado Cultural del Caribe (MCC) en todo el Caribe. No solo en el Caribe colombiano sino en el Gran Caribe continental. Un libro que reflexione sobre el avance público de las políticas con respecto a las industrias culturales y su irradiación en las comunidades afrodescendientes e indígenas.
Epílogo
Ha recorrido los Montes de María para encontrar cantos ancestrales y danzas de reconciliación. Rafael Ramos descubrió a Alejo Mendoza, que bajó de la montaña con su gaita. Hacía rato que no escuchaba la cadencia y la pureza de una gaita campesina. Al culminar, el Mercado Cultural del Caribe se sumergirá en el silencio de Almagra, en un retiro de monte, a escuchar el canto de los pájaros.
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