Facetas


César Gaviria en la tentación del arte

GUSTAVO TATIS GUERRA

09 de agosto de 2009 12:01 AM

Dice que la tentación del arte empezó cuando era joven como coleccionista, pero “jamás he intentado pintar nada. Esa no ha sido mi vocación. Como tampoco lo ha sido la música. Ya quisiera tocar una guitarra. Ahora tengo esta doble experiencia como galerista y coleccionista y como padre de una hija que ha decidido tomar el camino del arte”. Me cuenta que todo empezó antes de sumergirse a fondo en el mundo de la política que lo llevó a la presidencia de Colombia, a la Secretaría General de la OEA y al Jefatura del Liberalismo. Esa vocación interrumpida la reanudó en los diez años en Washington. Ese es el comienzo de una conversación al atardecer en los jardines del Hotel Santa Clara, con el ex presidente César Gaviria, a quien antes de empezar le digo que deseo conocer un aspecto poco conocido de su vida pública: la del coleccionista de arte. “Allí pude conocer más de cerca el arte latinoamericano y americano y especialmente el arte contemporáneo. Mi colección inicial tenía mucho arte clásico, cosas que ahora no me conmovería, pero es que los ojos de uno van cambiando con los años y eso le pasa a todos los coleccionistas. En mi caso es así. Lo que me gustó en ese tiempo es probable que no me guste hoy, pero los gustos van mutando en el tiempo. El arte de hoy es muy distinto al que se hacía en los noventa, y eso no quiere decir que sea mejor, es diferente. El arte refleja las diversas épocas. Uno va educando los ojos. Pero también va confrontando lo que ve. Los ojos de uno no alcanzan a abarcar el arte. Con los amigos y con los hijos uno va educando esa mirada. Esa predilección por el arte me llevó a crear una galería con un amigo en Bogotá y ha tenido un impacto en el arte joven colombiano. Me ha dado una satisfacción muy grande. Cuando entro a un Museo de Arte Moderno como el de Cartagena, percibo en primer lugar que es un museo con una excelente colección, es muy Caribe, muy colombiano. Su fortaleza es el arte moderno. No es un museo de arte contemporáneo. Esa distancia es marcada. Como presidente de la Junta Directiva de ese museo, he conversado con su directora, Yolanda Pupo de Mogollón, y con Francia Escobar de Zárate que se ha convertido en una patrona de las artes y de este museo, para traer más arte contemporáneo al museo cartagenero, más arte joven y más incentivo hacia el arte de la ciudad y de la región a través de un concurso que fortalezca lo contemporáneo. El museo de Cartagena tiene que albergar más arte joven, atraer a las comunidades hacia el museo, eso es lo que está pasando en el mundo, la gente llena los museos, eso impacta a la sociedad, es importante que le pierdan el miedo al museo. Eso enriquece la vida. Lograr que en el museo lleguen los niños y los jóvenes de las comunidades más pobres, los estratos más bajos, enriquece a la ciudad porque permite que esa sociedad se iguale en lo que comparte. Ya el museo tiene sus grandes artistas. Ahora tiene que pensar en los jóvenes que serán grandes en diez años. Creo que esta etapa del museo debe encaminarse hacia lo contemporáneo. Este arte tiene una diferencia fundamental: es más conceptual, la idea es más importante que la expresión, interesa más lo que se quiere decir que la visión y la estética. Es un arte recursivo y se enriquece con los medios electrónicos, los sonidos, los olores, los videos. Esta expresión universal agranda el mundo del arte. Usted sabe que los jóvenes gustan de lo visual, de las composiciones que se logran a través de los computadores. No es que sea mejor el arte contemporáneo, no es necesariamente mejor que el arte moderno, es diferente. En los últimos cincuenta años después de la Segunda Guerra Mundial, el centro del arte se movió de París a Nueva York. Se impuso el arte pop, los objetos de la vida cotidiana, doméstico y de consumo diario se asumieron como arte, con materiales deleznables, dándoles un nuevo uso y dimensión al barro, la basura. Lo que nunca fue concebido como arte empezó a ser concebido como arte. Eso permitió que el arte llegara a más número de personas y que los productos industriales se volvieran arte. Creo que la dimensión melancólica y romántica del arte pasó a ser más cotidiana y humana. Eso comenzó en Rusia en el siglo XIX. Fueron ellos los grandes transformadores del arte y se apropiaron de los objetos industriales con esa dimensión. El Caribe La más grande transformación que ha vivido Colombia la ha recibido de la cultura de la Costa. La cultura colombiana es Caribe. En la música, en la literatura, en el arte. El país ha cambiado fundamentalmente con este aporte y lo ha hecho suyo. Si hay un artista que identifica a toda Colombia ese es Alejandro Obregón. Fue un artista con una energía vital desbordante y eso se ve en sus pinturas. Gabo, ese gran ser humano, que se da entero en la amistad, es el más grande artista y el más grande escritor viviente. Uno que sabe que es un hombre tan ocupado, es super generoso con su tiempo cuando se da con los amigos. Gabo, qué curioso, no habla en público si no tiene un texto perfecto. NUESTRO FILÓSOFO Nosotros hemos tenido grandes pensadores, pero sólo un filósofo en Colombia. Ese filósofo es Nicolás Gómez Dávila que escribió un solo libro en seis tomos: Escolios para un texto implícito. Es muy atrevido decirlo y no tengo la autoridad para decirlo. Hago la distinción entre pensadores y ensayistas, pero el caso de Gómez Dávila es el único que ha aportado a la filosofía del mundo. LO BELLO EN LO FEO Dice que uno de los grandes logros del arte contemporáneo es permitir encontrar lo bello en lo aparentemente feo. El mundo se ha enriquecido con este arte, a pesar de todas las iniquidades y maldades humanas, esta expresión ha confrontado que no hay un patrón de belleza. Se han quebrado las fronteras entre lo bello y lo feo y el arte contemporáneo ha enaltecido la fealdad. “A veces es chocante y sacude al espectador hasta perturbarlo”, confiesa. Me cuenta sorprendido como si lo volviera a ver una inmensa pintura de un caballo volador de color rojo en el Museo de San Petersburgo. Él y sus hijos quedaron impactados. La luz de oro se disuelva ahora en la sombra del viejo aljibe del hotel y los tucanes saltan tras las migajas del pan de un turista, en medio de las heliconias. Los dos miramos el reloj para saber que el tiempo ha sido intenso y deslumbrante en un diálogo lleno de sorpresas. Me quedo con la imagen de un caballo rojo en pleno vuelo. LO QUE PERVIVE Creo que lo que pervive de la Constitución es su espíritu. Los cambios han sido inocuos. Lo más importante son los derechos de los ciudadanos, la gente. Por eso, la tutela fue su mayor logro. En una sociedad arbitraria en la que prevalecían las leyes y las normas por encima de los derechos de sus ciudadanos, los cambios que aportó la Constitución permanecen vivos. Aunque se desconozcan los derechos de los ciudadanos y se persiga la eficacia de una justicia menos lenta, se avanzó mucho con la Constitución. Con el paso de los años el país frenó esos cambios políticos y las leyes estatutarias regularon los derechos como el de la salud. Hoy sabemos que el derecho a la seguridad es muy importante pero no es suficiente y único entre los derechos de los ciudadanos.

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