Facetas


¿Como sardinas en latas?

JULIE PARRA BENÍTEZ

03 de enero de 2016 12:00 AM

“Sardinas en latas”. Así se refieren, al ver los buses atestados de pasajeros, quienes no han usado Transcaribe. La verdad... así nos vemos, pero ¿cómo se siente?

Son las 8:23 de la mañana. La temperatura podría estar en unos 31 grados centígrados. En la Avenida 13 de Junio, espero el transporte para dirigirme al Centro Histórico. Como todos los días, logro tomar una buseta de Ternera que hace recorrido por Las Gaviotas.

El conductor recoge pasajeros, aunque no quepa un alma más en el vehículo. La gente se mira y murmura. Mientras, el “esparring” insiste en que debemos “corrernos hacia el centro”. Dice que aún hay cupo.

Veintitrés minutos tardé en llegar a la estación María Auxiliadora para tomar el articulado del Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM), cuya etapa pedagógica se inició el 27 de noviembre pasado con un recorrido de Chambacú al Centro. Desde el 21 de diciembre alargó la ruta hasta la reconocida Iglesia, en la Avenida Pedro de Heredia.

El conductor de la buseta de Ternera invita a la gente a usar Transcaribe. En tono burlón dice: “bueno, cojan su Transcaribe, aprovechen que va vacío”.

Por un momento creí que tenía suerte y encontraría puestos desocupados. Por el contrario, como ha ocurrido todos días, había una larga fila que desbordaba la estación.

Al entrar observo a un señor de más de 50 años que se queja porque están haciendo una reparación a una de las puertas de acceso. “Esto es una irresponsabilidad... ¿cómo van a hacer ese arreglo con esto lleno de personas?”, vocifera. Se calma. Luego reniega porque un hombre, que considera menor que él, fue ubicado en la fila preferencial (para adultos mayores, discapacitados, embarazadas y con niños en brazos).

A los dos minutos, llega un bus y completa su cupo. Aquel hombre y yo debemos esperar el siguiente.

—¿Es la primera vez que usa el servicio?—le pregunto.

—No, casi todos los días. ¿Usted para donde va?

—Para el Centro.

Me cuenta, detalladamente, las paradas que hace el articulado. “El servicio es aceptable, pero si lo comparo con una buseta... es excelente. ¡Tú sabes lo que es demorar 45 minutos en llegar al Centro, mientras que acá lo haces en 15 minutos! (…) Yo vivo en Los Cerros, pero me bajo frente a la Clínica de la Mujer y agarro mi Transcaribe”.

En ese momento llega otro articulado a las 8:57 de la mañana. Nos subimos y pierdo contacto con aquel señor.

La gente se afana en conseguir un puesto para llegar cómoda a su destino.

Algunos, probablemente sin saber, usan las sillas preferenciales. Otros, con más experiencia, corren directo a las generales. “Yo mejor me siento aquí, para que nadie me pare”, dijo un joven que se ha sentado a mi lado.

Poco a poco se aprende

Los mismos pasajeros se encargan de enseñar a los demás. Dentro del vehículo las conversaciones giran en torno al Sistema: la experiencia que están viviendo, la chatarrización, los trancones, las busetas de servicio corriente, las vías. Todo lo relacionado con Transcaribe. El transporte y la movilidad de Cartagena.

Desde afuera las personas nos miran como cuando pasa una atracción turística. Se ríen. Atrás quedan decenas de busetas que durarán más de 45 minutos en llegar a Chambacú y que, de no haber empezado la etapa pedagógica de Transcaribe, irían llenas de pasajeros (con cupo para subir en el techo). Casi igual que los articulados, sólo que sin aire acondicionado y haciendo paradas cada tres metros. O en su defecto, compitiendo por la “guerra del centavo”.

Escucho una discusión. Alguien pregunta, “¿qué creen, que todavía están usando el transporte urbano? Todo queda en silencio hasta llegar a la estación de Bazurto. Este trayecto dura tres minutos. Muy pocas personas logran subirse, porque el bus está muy lleno. En menos de un minuto arranca nuevamente.

El bus llega a la estación de Chambacú a las 9:06 de la mañana y a las 9:12 ya está en la Avenida Venezuela, en el Centro. Allí se baja casi todo el mundo. Decido llegar hasta la última estación: La Bodeguita. Aquí están dos señores y una señora hablando sobre el Sistema. Entro en la conversación.

“Debemos esperar a que el servicio comience a funcionar como es debido. Que haga su recorrido normal para saber si es bueno o malo. Ahora, como no estamos pagando, podría decir que es bueno. Claro, en comparación con el transporte urbano, se gana tiempo. Ese transporte es mejor, ni hablar de eso, es horrible”, dice Robinson Meza, quien vive en el sector El Bosque y ha utilizado Transcaribe para ir del Centro a Chambacú, y viceversa.

Por otra parte, Eliécer Balseiro añade: “Para mí está bien que esté funcionando porque la gente va tomando consciencia y va aprendiendo a respetar las normas de tránsito, a usar las cebras, a respetar las filas. Desde Bazurto uno se demoraba hasta una hora para llegar al Centro y ahora son sólo 10 minutos”.

***
Si bien Transcaribe no está listo y no están dadas todas las condiciones para que el Sistema funcione de manera completa y adecuada, es evidente que los cartageneros están cansados del transporte público antiguo. Quieren transformar —para bien— la cultura vial en la ciudad.

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