Facetas


Cuando se derrumban los sueños

El tormento empezó el 27 de abril de 2017. Ese día el desasosiego echó raíces profundas en *Rigoberta. Como la mayoría de colombianos, ella trabaja duro. Tenía años sin liquidar sus cesantías, que son sus ahorros de toda la vida. Pensó, por qué no, invertirlos en una casa propia y puso sus ojos en un proyecto, en Blas de Lezo. Era el apartamento de sus sueños: grande, de tres cuartos y, lo mejor, en el mismo barrio donde vive su familia.

“Quería vivir cerca de mi mamá, entonces pensé en que sería chévere vivir aquí mismo. Vi el apartamento, me gustó, solamente le faltaban los últimos acabados”.

Ella no le dio tantas vueltas, retiró sus $25 millones ahorrados y le prestó al banco nada más y nada menos que otros $125 millones para completar los $150 millones que costaba concretar su deseo, el mismo de miles de colombianos: tener vivienda propia. Su apartamento, en el edificio Portales de Blas de Lezo I, prometía ser el techo para proteger a su familia, pero hoy no cobija más que un profundo y turbio mar de incertidumbres, miedos y pesares.

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A Rigoberta se le nota el dolor en el rostro cuando habla de su casa nueva. Se le nota en los ojos aquel sentimiento de lo que pudo haber sido y no fue. Respira pero no se contiene y suelta todos esos pesares atrapados dentro de sí.

“Eso fue el primero de abril”, dice ilusionada sobre el día que por fin tuvo las llaves de su apartamento. Y, de inmediato, recuerda el 27 de abril, menos de un mes después. Ese es el día que empezó su tormento. El derrumbe de Portal de Blas de Lezo II les cayó como un baldado de agua fría a ella y a todos propietarios de Portal de Blas de Lezo I.

“Ese día yo estaba trabajando. Nos impresionamos mucho, porque pensamos que era el edificio nuestro el que se había caído. Apenas avisaron todos los propietarios nos vinimos para acá y empezó este calvario”, relata.

Empezaron los pesares. Que lleve el mismo nombre del edificio cuya caída dejó 21 muertos y dos decenas de heridos, y que haya sido construido por el mismo Wilfran Quiroz, da pie a pensar que cualquier cosa puede pasar en Portal de Blas de Lezo I. Por eso, los dueños de sus 13 apartamentos piden a gritos a la Alcaldía de Cartagena que estudien si sus viviendas están o no en riesgo.

Deudas al cuello
Imagine deber 125 millones de pesos por un apartamento que no sabe si pueda desplomarse. Nadie sabe si el edificio se va a desplomar, de lo que sí hay certeza es de las deudas. Lo que sí llega puntual es el recibo de cobro del banco y miles de intereses. 

“Los bancos nos están diciendo que no esperarán a todos los copropietarios de Portales de Blas de Lezo I, pero cuando nos iban a hacer el préstamo sí mandaron a unos peritos a evaluar el edificio, en el caso mío vino un perito y dijo que esto cumplía con todas las normas. Yo del POT no sé, porque soy una madre cabeza de familia, ellos que son unos ingenieros dijeron que esto estaba correcto, sobre esa disposición hicieron el préstamo. Ahora dicen que no son responsables. Aparte de los intereses estoy pagando un seguro, y en mi caso el seguro es un poco más alto porque tengo más de 50 años”, comenta Rigoberta.

Estudios preliminares estructurales de ingenieros contratados por propietarios de Portal de Blas de Lezo I, aunque no determinan si el edificio está en riesgo o no de caerse, sí muestran una mala praxis en su construcción. Eso genera más incertidumbre. 

“Estamos desamparados totalmente por el Estado. Ahora estoy en casa de mi mamá. Hay gente que no permanece aquí, una señora que está recién operada con un tumor cerebral tuvo que mudarse. Detrás de cada uno hay una tragedia, porque muchas personas depositaron todos sus ahorros en este edificio, para tener casa propia, la inversión no se debe perder. Cómo puede uno dormir así”, explica Rigoberta.

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Es lunes 31 de julio de 2017. Se conoce la noticia de que el Superintendente de Notariado y Registro, Jairo Alonso Mesa Guerra, anuncia que Portal de Blas de Lezo I debería ser demolido porque su licencia de construcción es falsa y por tanto buscará anular las escrituras. El anuncio molesta a los propietarios que se reúnen para rechazar el anuncio y para atender a la prensa. Lo hacen a puerta cerrada. Prefieren tener alejados a los curiosos del barrio, y es que las relaciones con el resto de vecinos se han fraccionado.

“Compramos esos apartamentos presumiendo la buena fe de las entidades estatales, no podemos perder nuestro dinero. Por si fuera poco, algunos vecinos nos señalan. Dicen que por culpa del edificio no han terminado de pavimentarles la calle, no entienden la situación, es triste. Hasta los taxistas que nos traen aquí nos preguntan que si este es el edificio que se va a caer”, asegura Amelia, otra de las propietarias.

“A unas cuadras vive la mamá del alcalde Manolo Duque, todos los domingos él pasa para visitar a su mamá y la Alcaldía Menor está a dos cuadras de aquí. ¿Este qué, es un edificio fantasma? Porque las autoridades no nos prestan atención, interpusimos una tutela y nada que hacen el estudio estructural del edificio. Creíamos en la buena fe del Estado, al final nos hemos dado cuenta de que esto es una farsa”, concluye Rigoberta, que pese a todo tiene la esperanza de que algún día todo se solucionará y podrá dormir tranquila bajo el techo por el que tanto ahorró para comprar. 

Mientras tanto, y quién saber por cuánto tiempo, el calvario en Portal de Blas de Lezo I seguirá.

*Nombres cambiados a petición de las fuentes.

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