Facetas


A Daniel Blanco casi se lo lleva el bazuco

ERICA OTERO BRITO

28 de febrero de 2010 12:01 AM

Daniel Blanco Torres, a sus 69 años, es un hombre solitario. Vive modestamente de su pensión de un salario mínimo, arrendado en un apartaestudio en el barrio Los Caracoles, donde se refugia con los gratos recuerdos que el béisbol le regaló desde la niñez. Su gran talento como catcher lo hizo merecedor de integrar las selecciones de Bolívar y Colombia por más de 20 años, pero las drogas truncaron su camino por un lapso de tiempo en el que conoció la miseria de las calles. El amor a sus logros, a su vida y la reflexión de lo que pudo llegar a conseguir y no lo hizo debido al vicio, lo hicieron levantarse como el ave fénix, entre las cenizas. Sus días los dedica hoy a enseñarle a niños, desde los 4 a los 14 años, las mejores estrategias para triunfar en el béisbol; mientras que los fines de semana son sagrados para revivir los años de gloria, ahora en el estadio de sóftbol de Chiquinquirá. ¿En qué momento el béisbol pasó a ser parte importante de su vida? -A los 11 años cuando Ezequiel Collazos, un amigo de la misma edad me dijo que lo acompañara al Mono Judas para presentar una prueba ante el entrenador Luis García, del equipo infantil Los Almendaris. Ahí conocí a Alejandro Lián, él era el catcher de ese equipo hacía dos años, pero quería salirse de ese chicharrón porque esa posición siempre es un poco pesada y se le ocurrió decirle a Luis García que me probara a mí como catcher, y desde entonces esa fue siempre mi postura en el béisbol, y ahora, de viejo, en el sóftbol. ¿Cómo brincó a la primera categoría? -A los 18 años. Yo crecí en Los Almendaris. Cuando tenía 16 años, José Corpas organizó un campeonato para la Armada, reunió 6 equipos y nos puso nombres relacionados con la Base. A nosotros nos tocó Astíbal. El primer año acabamos con el reinado del equipo que Corpas dirigía y nos hicimos campeones. A los dos años de participar en ese campeonato muchos peloteros se fueron para Sincelejo y a los que nos quedamos nos firmaron para primera categoría. ¿Cuál fue su primer equipo en la primera categoría? -Los Tigres de Arenal dirigido por el Capi Castillo y patrocinado por Pepsi Cola. Pero, pasó algo particular conmigo y fue que firmé en marzo para primera categoría y en junio me fui para el cuartel. A los tres meses de jurar bandera en la brigada de Barranquilla me gané la confianza de mi comandante y todos los fines de semana me daban permiso para venir a jugar a Cartagena. A veces me firmaba los papeles y no se daba ni cuenta de que era un permiso lo que estaba firmando. Cuando terminé de prestar el servicio mi papá me metió a trabajar en Colpuertos, pero seguía siendo de Los Tigres de Arenal. A los tres meses me dijeron que si yo trabajaba allá no podía jugar con otro equipo, así que me retiré de Los Tigres y jugué tres años con Colpuertos. ¿Por qué tres años nada más? -Porque tuve un inconveniente con el jefe de personal Marco T Barrios. Me fui para Barranquilla y me empleé en Astilleros del Magdalena donde conocí a Antonio “El Loco” Ruiz. Lo chistoso fue que duré una semana porque los directivos de Colpuertos me mandaron a llamar para que terminara el campeonato de ese año, en el 63. Quedamos sub campeones. Me quedé el año siguiente, en el que fuimos campeones y en el 65 me fui para Medellín. ¿Qué lo hizo dejar Colpuertos si en esa época casi todos los beisbolistas querían trabajar allí? -La tristeza. En el 65 se jugó una serie mundial en Cartagena para la cual el encargado de elegir los jugadores de le selección fue José Isidoro Flórez; quien también fue catcher, en la década del 40. Prefirió traerse un catcher de Córdoba donde él era manager y dejarme a mí, sabiendo mis condiciones. Eso me resintió y me fui para Medellín. Allá me empleé en Coltejer, donde empecé como pelotero y terminé siendo el entrenador y haciendo campeón al equipo ese año. Lo curioso de ese episodio fue que la serie mundial en Cartagena fue en febrero y en julio me llamaron para que hiciera parte de la selección Colombia que iba a los juegos Bolivarianos en el Ecuador. ¿Por qué no se quedó allá? -Porque no me amañé. La empresa me ofreció una casa y eso me hizo reflexionar de que yo no quería hacer mi vida fuera de Cartagena y me regresé. ¿Decidió venirse para Cartagena, así, sin ningún horizonte de trabajo? -Ser beisbolista me abría las puertas en las empresas, por eso me vine confiado. Antes las empresas apoyaban mucho el béisbol, lo que hoy en día no se ve. Esa falta de apoyo de las empresas ha acabado con el deporte porque los peloteros hoy son unos deportistas más, que si quieren vivir de eso tienen que irse a otra parte porque aquí no hay quien les pagué; mientras que antes las empresas le aseguraban a uno un porvenir, dándole trabajo a cambio de jugar para ellos. ¿Cómo se le dieron las cosas aquí? -Bien, jugué unos meses nuevamente en el Terminal, pero sin contrato laboral y luego me empleó la Lesa, donde duré 7 años en los que me fue super bien. Estando en Lesa jugué la serie mundial en Cartagena, en 1970. Quedamos en el cuarto puesto. ¿Por qué cambió a Lesa por Conastil? -Porque el catcher de Conastil era mi hermano Jerónimo, pero él firmó para las sucursales de Grandes Ligas y “El Loco” Ruiz me llamó para que lo reemplazara y acepté. Duré en Conastil 13 años. Los Blanco en Cartagena fuimos una dinastía de catcher. En un campeonato departamental nos encontrábamos, Nelson, en Colpuertos; Jorge, en Barakat; Jerónimo en Conastil y yo en Lesa; mi relevo en Lesa era mi primo hermano Alfredo y mi hermano Álvaro que era pitcher en Conastil firmó para la organización de Kansas City. Su carrera se cortó abruptamente estando en Conastil debido a las drogas, No alcanzó a ir a la serie de Cuba, donde Colombia quedó sub campeón ¿Cómo recuerda ese episodio de su vida? -A mí me hace retirar del béisbol, el bazuco. Después de 30 años de estar consumiendo marihuana se me dio por meter bazuco y eso es lo peor que puede haber. Esa droga le quita a uno hasta las ganas de bañarse, de comer. No ir a Cuba me ha pesado porque hoy tuviera la pensión vitalicia que Coldeportes le dio a los que integraron esa selección. Aunque esa parte conmigo, me parece injusta porque yo le serví 30 años al béisbol y llegamos a ser medalla de bronce en los Panamericanos de Cali. Me hago la pregunta ¿por qué a los boxeadores con medalla de bronce si le dieron la pensión, a algunos un reajuste en la pensión y a los del béisbol no? ¿A qué edad empezó a consumir vicio? -A los 17 años. Yo jugaba drogado, igual que El Caballo García, me llevaba la marihuana cuando salíamos a jugar fuera del país. Me iba para las azoteas de los hoteles a fumar, no le brindaba a nadie, ni fumaba delante de nadie. Usted anduvo varios años en la calle ¿Cómo llegó a ese punto? -Porque cuando empecé a consumir bazuco mi vida familiar se destruyó. Mi potencia sexual bajó y mi esposa me exigió que si no dejaba el bazuco ella me dejaba y me embargaba. Teníamos ya los 7 hijos. Como yo no lo dejé ella cumplió su palabra. Nada más cobró el primer mes porque al siguiente me retiré de Conastil, yo no iba a trabajar para alimentar a un abogado. Eso me llevó a las calles; aunque yo dormía donde mi mamá en El Pozón. Usted hizo dos veces el tratamiento en Hogares Crea, en Barranquilla. -Sí. En ambas oportunidades me llevó mi hermana Manuela. La primera vez duré año y tres meses. En un permiso que me dieron decidí quedarme en Cartagena porque me arreglé con mi esposa y quería quedarme al frente de la casa, nuevamente. Pero una discordia que tuve con ella me llevó a la depresión y reincidí en las drogas. Duré unos meses deambulando en las calles hasta un encuentro que tuve con el Capi Castillo, en el Centro. Cuando lo vi me crucé de acera por vergüenza, pero él se me puso en frente y me dijo: Daniel ya te vi, te voy a decir que si no buscas ayuda como la buscó Orlando (El Caballo García) no eres más mi amigo’. A mí se me salieron las lágrimas, me fui para donde mi mamá y allá mi hermana Manuela me llevó de regreso a Hogares Crea. Estuve un año y medio más. Gracias a Dios esa es una etapa superada en mi vida. ¿Quiénes eran sus amigos más cercanos en el béisbol? -Abel Leal, Humberto Bayuelo y Alejandro Lián. Siguen siendo mis amigos. ¿Qué historia recuerda con ellos? -¡Erda! (risas) es una anécdota pesada. En el Panamericano de Cali nos dieron un día libre y nos fuimos Leal, Bayuelo, no recuerdo bien si estaba El “Caballo” (Orlando García) y yo. El asunto es que éramos cuatro. Cada uno nos fuimos para una pieza, pero imagínese que veníamos de dos meses de concentración, sin tener contacto sexual. Así que no me había montao, cuando ya había terminado. Entonces le dije a la muchacha que no se fuera, que no habíamos hecho nada, pero ella no comió de esa, quería que le pagara y llamó a gritos a un tipo, y se aparece un negro como de dos metros de alto y 120 kilos de pesos. Salimos los cuatro corriendo de ahí.

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