Facetas


Dios "no sabe" de política

MELISSA MENDOZA TURIZO

10 de abril de 2016 12:00 AM

La Constitución de 1991 acabó la relación entre el Estado y la Iglesia Católica y decretó la libertad de cultos. Significa que los ciudadanos, independientemente de raza, sexo, ideología o religión son libres para opinar y decidir en cualquier esfera.

Bien lo dice Armando Mercado, director del programa de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Tecnológica de Bolívar: “la separación Iglesia - Estado no debe confundirse con que un ciudadano no pueda utilizar argumentos religiosos para fundamentar sus posiciones políticas. La libertad de expresión se lo permite. Las posiciones políticas pueden justificarse con argumentos ideológicos, religiosos o laicos”.

De ahí que hoy, veinticinco años después, la política esté llena de iglesias cristianas que han demostrado tener una enorme capacidad para mover gente.
La presencia cristiana, por ejemplo en Cartagena, del pastor Miguel Arrázola, líder de la iglesia cristiana más concurrida en la ciudad, Ríos de Vida, en la marcha uribista del pasado tres de abril, reabre el debate entre política y religión.

Si de presencia de líderes cristianos evangélicos en la política se trata, recordemos que casi todos los partidos tienen integrantes en sus filas: el Partido Liberal tiene en el Senado a Viviane Morales, el Centro Democrático a Orlando Castañeda y el Partido de la U a Jimmy Chamorro y Claudia Wilches; en la Cámara de Representantes está Carlos Amaya, de Alianza Verde; en el Concejo de Bogotá, Cambio Radical tiene a José Bernal y el PIN a Marco Fidel Ramírez. El único partido que no tiene cristianos evangélicos es el Conservador porque está unido a la fe cristiana católica. Y ni qué decir del Mira, un partido político de ideología netamente evangélica.

Líderes religiosos como Martin Luther King y Mahatma Gandhi se valieron de argumentos cristianos e hinduistas, respectivamente, para defender sus posiciones políticas. Las intervenciones del Papa Juan Pablo II en la caída del Muro de Berlín, la del Papa Francisco en los acercamientos entre Estados Unidos y Cuba, por ejemplo, dejan ver que la intervención en política de los líderes religiosos no es nociva.

“Decidir hacer política –explica el abogado y docente de la Universidad San Buenaventura, Fabián Ramos– es una práctica que el líder religioso estima justa y digna, porque asume que interviniendo en la palestra política está cumpliendo una misión transformadora, cambiando la corrupción, la mentira, y las demás máculas que caracterizan el entorno de la política tradicional, por las premisas y creencias evangélicas”.

Esto lo confirma el ministro de culto y candidato en las pasadas elecciones al Concejo de Cali, Gustavo Ríos, al decir: “un cristiano debe ser pacificador. La labor de un pacificador es transformar la estructura de un país para que llegue a ser un espacio donde los valores y principios que regulen a la nación se cimienten en la Biblia”.
El mismo San Agustín, Obispo de Hipona del Siglo V, visionaba en su libro, De civitate Dei (La ciudad de Dios), a los líderes religiosos y cristianos en general, guiando el destino de los pueblos.

 

¿Y LA POLÉMICA?...

Retornando a lo dicho por el pastor Arrázola en su discurso del pasado sábado, hay que recordar algunas frases suyas: “No queremos una paz que venga de los Castro”, “Pedir justicia es un derecho divino, no es rencor ni falta de perdón. Pedir que la paz venga de La Habana es como pedir que la salvación venga del infierno” o “Nos levantamos como iglesia para declarar que este país no pertenece al comunismo ni al terrorismo, sino a la gente temerosa de Dios”.

Es claro que la dificultad no está en que se adopten posiciones políticas. Arrázola tiene todo el derecho a estar en desacuerdo con el proceso de paz con las FARC. “Lo preocupante –aduce Armando Mercado– es que un líder religioso como él utilice argumentos que son imprecisos para defender estas posiciones”. Decir que es derecho constitucional exigir justicia es cierto, precisa Mercado, pero se le olvida que también es un derecho y un deber constitucional para el presidente y para todos los ciudadanos buscar la paz (Artículo 22 de la Constitución Política de Colombia).

“Afirmar que se le está entregando el país al comunismo es una falacia que juega con el desconocimiento de la gente, porque en ninguno de los cuatro acuerdos que se han pactado hasta la fecha entre las FARC y el Gobierno, se habla de un sistema de partido único, una economía de planificación centralizada o la eliminación de la propiedad privada”, añade Mercado.
Es visible que el discurso del pastor no es para nada débil y sin timbre, pero, según Mercado, cuando los líderes usan conceptos de manera errónea y afirmaciones atemorizantes, no buscan enriquecer el debate, lo que pretenden es generar desconocimiento, miedo, polarización e incertidumbre en la ciudadanía.

 

LLEGA EL CAOS... O LA PAZ

Ramos opina que cuando el interés del líder religioso va más allá de impregnar en otros el mensaje que predica, hay caos. “Se podría decir que se trata de una especie de ambición de poder, que surge cuando se crece el ego, cuando el líder cree tener el cielo en sus manos. Todo se le aplaude, se le celebra y se le cree. Viéndose en los hombros de sus fieles, busca capitalizar la masa que mueve, para satisfacer intereses personales”, enfatiza Ramos.

Sumado a lo anterior, Jair Vega, investigador social y docente de la Universidad del Norte, dice que en la política se espera un escenario que conduzca al debate con argumentos que construyan el bien público. El problema con mucho totalitarismo de poder se da cuando emanan seguidores ciegos que encierran principios inamovibles que llevan al fanatismo. “Frente a esto no se genera una postura racional, lo cual puede ser un problema en la política”, precisa.

La llegada de un político religioso con una ideología clara a la escena política, ya lo demostraron Constantino en el siglo IV, Martín Lutero en el XV y Martin Luther King en el XX, quienes dan origen a luchas bien canalizadas que llevan a la abolición de normas injustas y a cesar la práctica de medidas abusivas.

 

Y JESÚS, ¿HIZO POLÍTICA?
A Jesús como líder no se le vio mezclando asuntos de fe y política, “al contrario supo escindirlos cuando lo cuestionaron sobre el pago de los impuestos al César. Respondió: “Denle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. “Pudo como líder intervenir directamente en favor del pueblo explotado por los romanos, pero prefirió dejar claro que su misión era la de profeta, no de caudillo”, explica Fabián Ramos.

 

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS