Facetas


El bailarín que se le escapó a la muerte

GUSTAVO TATIS GUERRA

11 de julio de 2010 12:01 AM

Se le escapó a la muerte y ahí está danzando. Sus más cercanos amigos del grupo de danzas “Atabaques”, oraron a lo largo del mes en que estuvo al borde de la muerte, en cuidados intensivos, luego de regresar con paludismo de África occidental. La oración era un susurro multiplicado: “Levántate y danza”. Algunos recordaron la fatalidad de la coreógrafa Delia Zapata Olivella, cuyo sueño era regresar a África y de regreso a Colombia, sucumbió a la afección palúdica. La pregunta de cada día era: ¿Cómo sigue Wilfran? La respuesta fue gradual, incierta, tormentosa: “Ya movió una pierna. Ya empezó a dar señales positivas”. He esperado varios días para hablar con él. “Tráeme una piedra de África”, le dije antes de partir. “Una piedra callejera, preferible recogida bajo la luz del atardecer”. Me trajo una pequeña talla en madera del mapa de África, para colocar tres lápices o bolígrafos. Luce sereno, tranquilo, con menos kilos, pero con el mismo optimismo de siempre. Con él viajaron a Ghana, en África Occidental cerca de sesenta invitados de doce países del mundo con raíces africanas: gente de Inglaterra, Portugal, España, Holanda, Irlanda, República Dominicana, Jamaica, Brasil, Colombia. “En África compartimos tres ejes fundamentales: los derechos humanos, el empoderamiento juvenil y la identidad cultural de los pueblos afrodescendientes”, me dice Wilfran Barrios, con su tono serio y solemne. Le pregunto por alguna escena de la cotidianidad africana contemplada por él y me dice que le sorprendió ver a los pescadores en Ghana con sus canoas pintadas de colores y las mujeres con sus túnicas y turbantes, sacando a los peces de las redes. “Me sentía en Cartagena, en las playas de Marbella, con la diferencia del colorido de los vestidos y de las canoas. En esta experiencia comprobamos que hay circunstancias y problemáticas comunes entre África y nosotros acá: la prostitución infantil y juvenil, el desempleo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar, el pandillismo, la pobreza, la miseria, etc. Vi escenas de pobreza absoluta como la de la mujer con un niño en sus brazos ofreciéndolo a desconocidos: ¡Te regalo este niño! Pero en medio de ese retrato dramático de la pobreza, el rostro dulce, bondadoso, generoso de los africanos, con una sonrisa en los labios, siempre sonrientes, bailando. Hay muchos prejuicios en torno a África, incluso con respecto a las enfermedades, hay también prejuicios. Creo que lo mío fue un descuido personal, había que tomar ciertas medidas, me confié, regresé aparentemente bien de África y los síntomas aparecieron acá en Cartagena. Creo que fue básica y ejemplar la solidaridad del sector cultural y su cadena de oraciones para que yo me pusiera en pie. No tuve conciencia de la magnitud de mi estado pero estuve al borde de la muerte. Me sorprendió la madurez del grupo “Atabaques”, que mientras yo estaba en cuidados intensivos siguió trabajando todo el tiempo. Mi niña llegó a la puerta donde estaba y preguntó: ¿Cuándo vas a regresar? ¡Diles que te suelten! Me preparo nuevamente para ir a África, a Senegal, a final de este año. Ahora estamos trabajando en una obra que participará en un acto sobre el Bicentenario en Bogotá el 14 de julio, invitados por Iván Benavides y Jorge Alí Triana. Dentro de las cuatro facetas de la obra: Origen, fiesta, luto, miedo y muerte, a nosotros nos toca el caos.”. Wilfran está de vuelta a lo que más le apasiona: danzar. Ha vuelto a ver el trabajo de casi medio centenar de jóvenes involucrados en el proyecto de Arte y Calle, que impulsa la Corporación Cabildo, y ha descubierto resultados en la formación, emprendimiento cultural y trabajo musical. Y se prepara para que “Atabaques” proyecte su obra en pueblos del departamento de Bolívar: “Uno de los grandes problemas que tiene el sector coreográfico es la falta de posibilidades y la oportunidad de mostrar su creatividad. Hay pocos espacios culturales en Cartagena y hay un desconocimiento de ese trabajo en la comunidad. Nosotros valoramos el apoyo y el esfuerzo enorme de la Sociedad de Mejoras Públicas que nos brinda un espacio cada día para practicar en el Castillo de San Felipe. Es importante que esa población conozca la calidad con la que se conciben las obras para que en las presentaciones haya más público asistiendo, valorando y disfrutando de la creatividad de las mismas”. Sin duda, la pasión por la danza es lo que lo mantiene en pie. Es la música de sus ancestros, la música de su abuela y de su tatarabuela, la que le ha permitido vencer esta vez a la misma muerte. Y levantarse de las sombras de la agonía para seguir bailando.

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