Facetas


El médico cartagenero que lucha por un segundo más de vida

EL UNIVERSAL

11 de febrero de 2018 12:00 AM

POR: JAVIER FRANCISCO HERNÁNDEZ

¿Qué son cinco minutos? Es lo que dura un video musical en YouTube, una llamada o una comida que calientas en el microondas—también es el tiempo que dices que falta para llegar a ese lugar al que vas tarde—. Para la mayoría de nosotros, cinco minutos no son nada. Sin embargo, para los pacientes del doctor Rodolfo Múnera Oviedo, cada segundo cuenta.

En la clínica Broadway House, en el estado de Nueva Jersey, donde él es director médico, atiende a personas con VIH-Sida que, normalmente, sufren también de alguna otra enfermedad terminal como cirrosis, enfermedad renal crónica y cáncer. “Un minuto para una persona que está en estas condiciones es algo glorioso, es algo tremendo. Si tú le alargas la vida y mejoras su condición, siempre estará agradecido contigo y con Dios, porque siempre es Dios quien los ayuda”, me dice el doctor cartagenero. Sí, porque aunque vive en Estados Unidos desde que se graduó de medicina en la Universidad de Cartagena e hizo el año rural en Bayunca, en el año 1985, él se siente “orgulloso de la Universidad de Cartagena, de ser colombiano y de ser hijo de mis padres. En la universidad tuvimos una educación extremadamente buena.

Muchos de los que se graduaron conmigo han sido exitosos, porque tuvimos una educación tanto moral como médica excelente”. Rodolfo tiene además una forma única de hablar con sus pacientes, de explicarles la compleja naturaleza de los medicamentos que toman y de los protocolos que tienen que seguir en sus tratamientos, formando una conexión muy fuerte con ellos. “Los pacientes experimentan mucha desesperanza, muchas pérdidas. Tener un director médico que no teme tocarlos sin guantes y que les habla sin una máscara, significa mucho para ellos”, cuenta la enfermera supervisora de Broadway House, Lenore Shamberger, en un video hecho por la asociación de hospitales de Nueva Jersey, “descubrimos que muchos pacientes que estaban al final de sus vidas, querían morir aquí, porque sabían que el doctor Múnera estaría agarrándoles la mano hasta el último momento”.

Lo que motivó a Rodolfo a hacer una especialización en enfermedades infecciosas en Estados Unidos en los ochentas, fue la epidemia de VIH que estaba azotando al mundo. Luego de pasar los difíciles exámenes que exigen las universidades para estudiar medicina, pudo hacer su especialización en medicina interna y medicina infecciosa. Logró grandes cosas durante su carrera, como ser uno de los primeros médicos en Estados Unidos en descubrir el virus de West Nile, transmitido por los mosquitos y las aves. Él es una persona llena de fe y esperanza, que ante las dificultades con las que lidia día a día en un trabajo tan cercano a la muerte, dice: “Una de las cosas que te ayudan a seguir adelante es que tus pacientes responden a los tratamientos y que pueden seguir viviendo. Muchas personas a las que hemos ayudado te dan la alegría de que has podido ayudarlas, que has cambiado sus vidas”.

Para alargar la vida de sus pacientes o acompañarlos durante sus últimos días, este incansable médico trabaja teniendo siempre en cuenta este mensaje que le manda a las nuevas generaciones que estudian la salud: “nunca se den por vencidos, siempre sigan adelante, siempre sigan luchando. Muchas veces el trabajo que uno hace es interminable y parece que nadie lo ve, y que solamente tienes a Dios y a tu gente que te reconoce. Ayudar a alguien, motivarlo a salir del problema que tenga, todas esas cosas harán que puedas triunfar en algún momento”.

Prueba de sus propias palabras, luego de treinta años de arduo estudio y trabajo, su dedicación ha sido reconocida. El doctor Múnera Oviedo fue reconocido este año con el premio ‘Profesional de la salud del año’, entregado por la asociación de hospitales de Nueva Jersey.

“Todavía me levanto y me pellizco porque no me creo que haya sido a mi al que escogieran este año”, dice con humildad, pero todos sus pacientes y compañeros saben que ese premio es bien merecido, y que aunque a todos no podrá alargarles la vida tanto como quisiera, los acompañará hasta que cierren sus ojos para siempre. 

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