Facetas


El olor que persigue a Bayunca

“Bayunca siempre huele feo. No importa qué tan perfumado y bien vestido salgas, ese olor te persigue, va contigo a todas partes”, me dice Carmen Mattos. A mediodía, el sol calienta los “riachuelos” de aguas fétidas en sus calles, sobre esos mismos algunos niños saltan a pies descalzos, y el olor es más intenso con el calor. Huele a demonios.

Es porque no hay alcantarillado, las aguas van a los andenes siempre y las pozas sépticas se desbordan. Hay que vivir saltando entre charco y charco, esquivando excrementos. Es un corregimiento que está tan cerca de Cartagena, pero parece tan lejos del progreso. “Nosotros aquí como que estamos adoptados por la madre equivocada, como dicen por ahí”, explica Guillermo Luna. En la casa cultural, “no hay ni tambores”, dice. Nos muestra el  nuevo y moderno centro de salud, inaugurado en diciembre de 2015 por Dionisio Vélez Trujillo, y dos años después, todavía no funciona, pese a muchas promesas. Parece un regalo empacado, pero parece también que no hay quien lo abra. “A ciencia cierta no sabemos qué es lo que pasa, por qué no lo abren”.

En 2011, enviaron los postes para iluminar el campo de sóftbol, ese es el único escenario deportivo público, pero lo paradójico es que solo llegaron los postes y “nunca trajeron las luces”. De por sí, se ve pésimo ese pequeño estadio, sin mallas y de muros corroídos. Ahí, no hay deporte de noche, solo oscuridad.

Son muchos los pesares que aquejan a Bayunca. En el colegio sufren por el hacinamiento. Hay nueve salones de sexto grado más o menos de 40 alumnos cada uno y se han quedado esperando que el Gobierno construya las 42 aulas nuevas que prometió. “Si se gradúan 300 alumnos de bachillerato, me atrevo a decirte que solo 50 logran entrar a la educación superior, ya sea a carreras técnicas o profesionales. Aquí la situación económica es bastante complicada”, resalta Guillermo, quien es docente y conforma con otros 30 jóvenes la Organización Transformando Bayunca.

La semana pasada los bayunqueros sacaron brochas, rodillos y pintura negra, para tapar los avisos de propaganda política que comenzaron a aparecer en sus calles, las razones son muchas. “Aquí no queremos políticos si no hay alcantarillado”, dicen. Pero más temprano que tarde, esos avisos que ellos borraron volvieron a ser pintados en sus paredes.

La lucha
Atravesamos la calle Grande y Guillermo señala las corrientes de agua en los andenes. Explica que sí hay acueducto, pero mucha del agua va a parar a las calles. Son cerca de 25 mil habitantes, en los casi 30 sectores de Bayunca. “Aquí no hay Junta de Acción Comunal, el Consejo Comunitario está anulado”. El profesor nos comenta que parte de la lucha por tener alcantarillado comenzó en el 2009, con una acción popular fallada en 2011. El Distrito apeló, pero al año siguiente fue ratificada la decisión en favor de los bayunqueros.

“Se ordenaba entre 2012 y 2015 gestionar el proyecto de alcantarillado, esto no pasó. En 2015 reactivamos el proceso de la acción popular, pero luego de varias audiencias, en julio de 2017, la última audiencia fue la gota que rebasó la copa. Se convocó a un paro, cuando la gente agotó los medios legales”, recuerda Luna.

Y vino la crisis. El 17 de julio Bayunca se paralizó. A la una de la madrugada comenzó el grito de S.O.S. para tener alcantarillado, grito que todavía hace eco. Bloquearon la ruta 90 A, La Cordialidad y habitantes de Pontezuela se sumaron al paro, cerrando el Anillo Vial. Hubo disturbios, llantas quemadas, enfrentamientos con la Policía y lesionados.

“A una señora le lastimaron el ojo, a dos compañeros los golpearon y un policía partió una ventana con la mano y después dijo que la herida se la había hecho la gente”, narra. La tormentosa protesta acabó a las 5 de la tarde. “Luego, se logró una audiencia con el Concejo y el alcalde Manolo Duque. Se hicieron unos 21 compromisos, de los cuales ninguno se ha cumplido. Lo más urgente era la habilitación del CAP. Se comprometieron a hacer un parque para niños y a arreglar el campo de sóftbol. Lo que nos dicen sobre el alcantarillado, es que falta adquirir el predio por el Distrito para construir la estación de bombeo, esa es la talanquera, que hay para radicar el proyecto en Bogotá”, sostiene el profesor Guillermo.

Los avisos
En otra de las calles, nos enseñan uno de los avisos borrados. El boca a boca que se escucha dice más o menos así: “Vienen a hacer campañas políticas aquí y Bayunca igualito, sin alcantarillado”. El 3 de enero, al ver el impulso de unos dos o tres bayunqueros, que comenzaron a tachar la propaganda de las paredes, otros se fueron sumando y al final eran cerca de 40 personas. “Era una protesta de rechazo, al borrar esa publicidad creo que la gente siente que está haciendo algo por Bayunca, que se está haciendo resistencia, que ya la gente no está comiendo de botella de ron, de cemento, de zinc, sino que quiere beneficios colectivos”, afirma el docente.

En una esquina un mototaxista grita: “Eso es pura bulla, a la hora de la verdad, todos salen a votar”. En la otra, dos señoras sienten orgullo: “Eso está bien. Ya basta de tantas mentiras, ya no creemos en políticos”.

***
Para muchos, ese olor que persigue a Bayunca parece emanar de cada campaña que les promete el cielo y las estrellas pero, al fin y al cabo, solo dejan al pueblo marcado por doquier.

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