Facetas


El peso de una condena

JOYCE CANTILLO ALTAHONA

20 de septiembre de 2009 12:01 AM

Ella dice que es inocente y que fue utilizada como señuelo. María Guadalupe Robles, cumple hoy una condena en la Cárcel Distrital de San Diego, alejada de su familia, de su hija de 8 años y del mundo artístico al que ingresó cuando apenas era adolescente. Fue capturada en el Aeropuerto Internacional Rafael Núñez por tráfico de drogas. Aunque no se cansa de repetir que es inocente, Lupita –así la llaman sus compañeras de celda– se declaró culpable y le dieron cuatro años de condena. Entre barrotes, la penumbra de su celda y las mochilas que todos los días teje para llevárselas a su hija, María Guadalupe recuerda aquel día en que comenzó su pesadilla. Fue una mañana de mediados de febrero de 2009. La voz de la azafata de la aerolínea que la llevaría de regreso a México la alertó. Su equipaje tenía problemas. “Cuando la azafata me llamó para decirme que mi equipaje tenía problemas, pensé que era que la maleta que llevaba arriba no debía tenerla ahí. Pensé de todo, menos que el equipaje que iba en la bodega del avión llevaba droga”. El equipaje de Lupita pasó por todas las inspecciones de las autoridades de emigración. Nada extraño fue detectado, sólo hasta cuando las autoridades fueron avisadas que un equipaje llevaba camuflada droga. Era el de María Guadalupe Robles, una mexicana que semanas antes llegó a Cartagena por cuestiones de trabajo. Una vez bajó del avión, María Guadalupe, confusa y sorprendida, fue notificada por las autoridades de que en su equipaje tenía 800 gramos de cocaína que cuidadosamente fueron camuflados en el compartimento de la maleta. En presencia de Lupita, las autoridades antinarcóticos pasaron la maleta reiteradas veces por la máquina de Rayos X, la cual, relata, nunca mostró que llevara alcaloide. “Sólo hasta cuando la rompieron fue que el canino detectó la droga. Eso fue muy extraño”. Ella no duda en decir que fue utilizada como entretención para que otras mulas cargadas con mayor cantidad de droga pudieran pasar sin problema por el filtro de la Policía Aeroportuaria. Encerrada en el Centro Penitenciario de San Diego, sumida en tristeza pero también en la tranquilidad que Dios le ha dado a través de su palabra, María Guadalupe, devuelve el casete de su cabeza. Recuerda que el día que se iba de vuelta a México y que estaba abordo del avión, recibió una extraña llamada de aquel muchacho que le había servido como guía durante su corta estadía en La Heroica. “Estaba en el avión, me sonó el celular y era este muchacho. Me preguntó ‘¿Oiga, ya está en México?’, Yo le dije no, que va, si apenas estoy aquí en el avión y me respondió: ‘Ahhhhhh ¿ya está en el avión? Y me colgó enseguida apenas le dije así”. CUESTIONES DE TRABAJO A Cartagena llegó en busca de contactos para promocionar a través de comerciales de televisión a Cartagena como destino turístico en México, su país natal, y en donde desarrolló una promisoria carrera como productora de televisión de la mano de su fallecido esposo, Lalo Armendia, un reconocido realizador de programas del canal más importante en el país azteca: Televisa. “Estuve visitando varios hoteles. Me hospedé en el hotel Dorado Plaza y ahí me recomendaron un guía turístico que me llevó a diferentes agencias y hoteles de la ciudad, a los que iba en busca de contactos. Esa era mi idea y uno de los proyectos que mi esposo tenía antes de morir”, relata Guadalupe. La amabilidad y familiaridad con la que el joven que por varios días le había servido de guía turístico, hicieron que María Guadalupe aceptara el préstamo de una maleta en la que guardaría los regalos que le llevaba a su familia, en especial a su hija. “A Cartagena sólo traje una maleta pequeña, no cargué mucho equipaje porque venía únicamente por ocho días. Pero me puse a comprar muchos regalos para mi hijita que finalmente no pude llevar en la maleta que traje. “Iba a comprar una, pero el joven muy amablemente me dijo que no me preocupara, que él me prestaba una. Yo terminé aceptando, porque sinceramente ya estaba corta de dinero”, relata María Guadalupe, quien hoy recapitula todo lo sucedido y concluye que fue víctima de una mala jugada. LEJOS DE SU FAMILIA Sin pensarlo, María Guadalupe, emprendió a Cartagena un viaje sin pronto regreso, tal como lo había previsto inicialmente. Ya son siete meses lejos de su país, pero sobre todo de su hija quien cree que su madre está trabajando en Colombia. “Mi hijita no sabe la verdad. Mi madre le dijo que yo estoy trabajando en Estados Unidos. Siempre que hablo con ella me pregunta: ¿Mami, cuándo es que vas a venir?, ¿Dónde estás?, Cuando ella me preguntó que dónde estaba trabajando le dije que en Colombia y mi hija me dijo ¿Cómo así mami, Colombia –Estados Unidos? “Primero se fue mi papito al cielo y ahora tu te fuiste a trabajar, para qué, si mi papito nos dejó dinero”, cuenta con lágrimas en sus ojos y con la impotencia de no poderle decir la verdad a su hija. En medio de su tragedia y del desespero que vive a diario, la única esperanza que tiene María Guadalupe es que el juez le otorgue la detención domiciliaria, para así recuperar el tiempo perdido al lado de su hija a quien traería de México en caso de ser aceptada su solicitud. Mientras espera que se cumpla su condena, María Guadalupe, teje no sólo esperanzas sino mochilas y accesorios para su hija, con quien se mantiene en contacto por teléfono o por mails que son respondidos a través de su abogado defensor. “Han sido días difíciles, pero sé que yo no estoy aquí por casualidad, Dios me trajo aquí para encontrarlo a Él y conocer su palabra”, concluye Lupita. RECUADRO LA VIDA DE LUPITA ANTES DE... María Guadalupe tiene 31 años y empezó en el mundo artístico a los 15. Sus comienzos fueron como representante de una artista de ranchera: Martha Crabioto quien participaba en las charriadas que los hermanos Aguilar hacían en diferentes pueblos de México. Su entrada a ese mundo –dice—fue circunstancial, “nunca forcé nada, todo se fue dando, se me facilitaron mucho las cosas, porque siempre fui inquieta por este mundo". Estudió Administración de Empresas Turística y Hotelera, únicamente para cumplirle a su padre, porque en realidad lo que ella siempre quiso fue ser artista o estar involucrada en la televisión. Trabajando con Antonio Aguilar fue llamada a participar como edecana (las chicas que hacen coreografías en los programas y concursos de televisión) en el programa de televisión infantil “Vamos a jugar jugando”, en el cual duró dos años. El productor de ese programa era Lalo Armendia quien más tarde se convertiría en su esposo y padre de su única hija. Juntos produjeron varios programas, en donde ella también tenía participación como conductora o personificando algún personaje infantil, en este caso “La babys” una niña rebelde. Estuvo en varios programas con su esposo como “Lalocotorreo”, un programa infantil en donde se desempeñó en varios frentes, tales como productora, diseñadora, y hasta en las ventas de pauta del programa. Su esposo Lalo, conocido productor de televisión en México, murió en mayo de 2008 víctima de un cáncer.

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