Su proceso de creación empieza con historias que lo encuentran a él.
Entre relatos fantásticos y eventos fuera de lo común se levantan los elementos narrativos de un guion, que él mismo elabora, con o sin ayuda, depende de la inspiración. Es minucioso, sin embargo, aunque su semblante de persona despreocupada diga otra cosa.
El dinero, un factor indispensable para quien desea hacer proyectos cinematográficos propios, no impide que Elk Salvera emprenda su sueño. Su nombre real es Elkin Salcedo Rivera y a sólo tres años de crear particulares cortometrajes, ya tiene menciones nacionales y un premio internacional que lo anima a seguir experimentando.
Separando sus actividades de corte social en la Pastoral Social, el Bienestar Familiar y la Corporación Desarrollo y Paz, trabaja en un cortometraje de ciencia ficción hecho desde la Costa Caribe que promete sorprender. Y puede lograrlo, en una región donde usualmente se desarrollan, “muy buenos documentales”, a juzgar por él.
Me muestra uno de sus trabajos con efectos visuales generados por computador. Aparece un joven saltando un muro, pero entonces viene la magia. Al mejor estilo de películas como Xmen, el actor desaparece en medio de un humo negro para aparecer unos metros más adelante. Es tan real que provoca verlo y verlo y verlo …
Poco le preocupa gastarse toda una tarde perfeccionando una técnica de “teletransportación”.
Con los años, las cámaras y micrófonos empiezan a juntarse de a poco en su pequeño estudio, un lugar caluroso, de paredes blancas, donde habita un computador, escoltado por figuras de ánime.
Tiene 40 años y la imaginación de un niño de 10.
Su primer corto, La habitación de Sonia, llega hasta el Concurso de Cortos Fantásticos del Fantàstik Granollers, de Francia en la selección oficial. No gana, sin embargo, afirma que dos años después, sale a la luz una película con elementos narrativos del corto. Un amigo se lo contó. “Bueno eso estuvo dando vueltas por allá en Francia, uno no sabe quién lo vio. Pero bueno, hasta fue un orgullo, que se hayan inspirado”, expone con tranquilidad.
Su segundo corto tiene como título Quiescam. Lo graba con un iPhone 4. “Quiescam significa silencio, tranquilo, traducido en latín. Lo hice a manera de protesta por la corrupción que se presenta en algunos festivales. Lo presenté poniendo el dedo en la llaga y quedó como en dos festivales. Pero la fanpage tiene más de mil seguidores porque a la gente le ha gustado. Ahí trato de decir las cosas sin pelos en la lengua”. Aún con este argumento participó oficialmente en dos festivales nacionales.
Ma mae loka
A este cinematógrafo apasionado del barrio Villa Estrella, le llegan los premios con Ma Mae Loka (La madre loca). El corto es Ganador del premio especial del jurado en la Cinemateca del Caribe y Ganador del Festival Internacional Africano Kunta Kinte. Además, está entre las elecciones oficiales en Festivales como el FICCI aquí en Cartagena y el Rolling Bike Film Festival.
“Lo hice especialmente por una convocatoria de la cinemateca del Caribe en Barranquilla, a una convocatoria de cine afro. Afortunadamente me enteré como tres meses antes, estaban anunciando. Me puse manos a la obra. Ya la cabeza no me daba así que empecé a buscar cuentos africanos”, explica.
“Pasamos dos meses estudiando el dialecto palenquero, una derivación del dialecto Bantú que es de África. Y en esos dos meses se dio el proceso de investigación. Cuando ya teníamos todo listo que ellas desarrollaron el lenguaje empezamos a grabar. ¡Lo grabamos en tres días! Dura cuatro minutos. Demoré como tres o cuatro días en sonido y música”.
El animador pone todo su talento para crear esta obra. Los efectos son sorprendentes. “Como eran gemelas me monté en el reto de que una sola chica hiciera el papel de las dos. Hice los efectos, tuve que dividir la pantalla, duplicar a la chica, en la escena cuando se miran para que se viera real. Mucha gente me dice que parecen gemelas”, dice orgulloso.
Asomándose entre el cabello, está un audífono que le permite escuchar mejor. No le gusta extenderse demasiado acerca de su trabajo, después de todo habla por sí mismo. A Elk le gusta lo paranormal, las historias de Ovnis.
“Yo no estudié cine, yo crecí en un cine”, comenta arreglándose la gorra. “Me llena de orgullo lo que he conseguido hasta ahora, me alegra mucho. Simplemente trato de pensar en que compito conmigo mismo. Ahora siento que el trabajo que vaya a hacer en adelante debe ser mejor que lo anterior. Tengo que hacerlo mejor”.
Varios niños practican fútbol en la mitad de la calle. Al notar que tenemos cámaras se agrupan para que les saquemos una foto. En menos de un minuto están todos juntos haciendo sus mejores poses, empujándose y soltando carcajadas. Se dispara el flash dos veces y ellos mismos vuelven a su juego.
“Existe un proyecto que adelanto con una fundación, para impartir talleres de cine a jóvenes, porque a todos los muchachos les gusta eso, quieren actuar, quieren grabar. Esperamos a ver cómo se dan las cosas, sería bueno para que la gente que viene de abajo tenga una perspectiva más amplia”.
Espera el otro año hacer su ópera prima, su primer largometraje. Trabaja para que vea la luz en 2017. Ahora está en etapa de guion.
“¿Por qué me gusta animar? A ver...eso es como decirte por qué me gusta el arroz con coco”, ríe.
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