Aquí, de vaina no se pierde la India Catalina...Y el pobre Bolívar es el hijo de menos mae’, el perro más flaco al que se le pegan todas las pulgas: se le perdió parte de la vajilla, un cuadro y ¡la ruana! Hágame el favor...¡la ruana! Aquí no respetan ni el apellido, ni el peso de las letras de Miguel de Cervantes Saavedra, ni la santidad del Arcángel San Gabriel...ni la espada de Blas de Lezo.
Y eso solo por mencionar unos tantos pues, según recuerdan Moisés Álvarez, director del Museo Histórico de Cartagena, y Mariana Carulla, del Grupo Conservar, en el último saqueo que le hicieron al Museo se llevaron 69 piezas entre las que hay más: un San Juan de Dios, el púlpito, la silla de la abadesa y la réplica de las llaves de las ciudad.
El mismo Moisés dice que hace 30 años la ruana aún estaba en el Palacio, junto con los documentos que probaban que era la ruana auténtica que Bolívar había regalado a la familia Gutiérrez de Piñeres.
De ella no se sabe aún si la mandó a buscar el fallecido presidente Hugo Chávez y se encuentra en su museo personal en Caracas (Venezuela) o si una familia de la ciudad la tiene escondida en su casa.
Aquí, un entretenido e insólito top cinco de la cosas “heroicas” que se extravían en La Heroica. Para reír...¿o llorar?
1. La espada de Blas de Lezo
Comencemos por la más reciente. La espada fue el galardón que otorgó la Asociación Cultural Blas de Lezo a la ciudad en la primera edición de los Premios Blas de Lezo, por mantener en su memoria colectiva el significado del Almirante.
Se la entregaron al exalcalde Dionisio Vélez en 2015, en Madrid. Él la trajo al Palacio de La Aduana y desde que terminó su mandato no se veía.
El exalcalde Vélez llevó por error la caja donde estaba la espada cuando dejó la Alcaldía. Como la espada no tiene ningún distintivo, Dionisio se confundió y la llevó a casa...eso dice su exsecretario, Carlos Coronado, quien la buscó ante la ausencia en la ciudad de su exjefe y se la entregó a Luis Dunoyer, director de la Escuela Taller, el 15 de octubre pasado.
Semejante símbolo del Patrimonio Heroico apareció en una caja, en el “cuarto de San Alejo” del garaje de Vélez.
2. El óleo de Simón Bolívar
Lo dicho: aquí se las traen con el Libertador…primero la ruana y, a principios de 2015, el óleo.
El cuadro lo pintó Epifanio Garay en el siglo XIX. Lo robaron entre el 15 y el 22 de febrero –ese día se dieron cuenta– de la Gobernación, cuando quedaba en la Plaza de La Proclamación.
Antes de ser hurtada, la obra patrimonial permanecía colgada en el Salón Amarillo de la Gobernación.
Apenas se supo de la pérdida, la Fiscalía se puso las pilas. Investigó hasta que dio con el nombre de Wilson Cano, alias ‘Zarco’, que la tenía en el barrio Laureles de Medellín. Lo agarraron en flagrancia, justo cuando pretendía vender el cuadro por 150 millones de pesos.
La pintura representa al Libertador de pie, con una espada en su mano derecha y sosteniendo un sombrero tricornio militar en la izquierda. A su regreso, lo recibieron con camino de honor, bombos y platillos en la nueva sede de la Gobernación, en la subida a Turbaco.
3. La pluma de Cervantes
Aquel cinco de marzo de 2007, la pluma de Miguel de Cervantes Saavedra se extravió. La pieza esencial del monumento instalado frente a la Torre del Reloj, con un peso de casi tres kilos, fue partida y hurtada por dos jovencitos, habitantes de calle. Más demoraron en quitarla, que la Policía en recuperarla. Media hora después, un grupo liderado por Rubén Zapata la recuperó en una chatarrería del Centro Histórico.
Otro episodio vergonzoso con esta obra del Maestro Lombana ocurrió en noviembre de 2011, cuando un grupo de vándalos arrancó a golpes el tarro de tinta del escritor, y ahí lo dejó roto….esperen, aún falta: el 4 de julio de 2014, el monumento a Cervantes estaba otra vez incompleto.
Su pluma, fundida en bronce, fue desprendida a plena luz del día, pero esta vez no apareció y tuvo que ser restaurada…Está visto que en el Corralito de Piedra no se salva ¡ni el grande de las letras universales!
4. La desvalijada tumba de Nieto
Unos 130 mausoleos del cementerio Santa Cruz de Manga, construidos en mármrol de Carrara y traídos desde Italia en 1087, son la última morada de varios miembros de la aristocracia cartagenera desde hace más de 200 años.
¡Se oye muy bonito!, pero cuando se llega allá la cosa luce tétrica. El paisaje: soledad que da miedo, la maleza tan grande que parece viva...mausoleos desvalijados a tutiplén.
La tumba más desvalijada sólo conserva el nombre del ilustre expresidente...el único presidente negro de Colombia: Juan José Nieto Gil. Del mausoleo del hombre brillante que logró surgir entre los prejuicios raciales y económicos del puerto esclavista cartagenero, solo restan vestigios desamparados. Todo el mármol se lo llevaron y es como si la hubieran rapado, dejando solo el cemento gris y negro. Hasta un retrato suyo se llevaron.
Y así como la tumba de Nieto, el panteón, declarado Bien de Interés Cultural Nacional, se lo está robando el olvido. El Santa Cruz de Manga debe renacer, pues guarda la muerte y la vida de nuestro patrimonio y nuestra memoria.
5. Los robustos Pegasos
Frente a la Bahía de las Ánimas, se alzan tres imponentes pegasos...pero no siempre fueron tan imponentes.
El Muelle de La Bodeguita se construyó en 1791, servía para que atracaran los barcos de cabotaje, luego se reforzó con barandillas y las estatuas de dos caballos alados, esculpidas por el cartagenero Miguel Caballero Leclerc.
Los caballos se deterioraron y terminaron robándoselos...entonces, el 1992, el escultor Héctor Lombana donó a la ciudad los tres pegasos, tan grandes, para que solo un gigante pueda cargarlos y llevarlos a casa.
Epílogo
Bien lo indica Moisés, hechos como el de la espada de Blas de Lezo demuestran el abandono de la ciudad respecto al cuidado del Patrimonio. No hay pedagogía, no hay conocimiento de las leyes, ni de la historia y menos empoderamiento.
Las piezas perdidas del Museo: la ruana del General Bolívar, tres piezas de una vajilla de Bolívar, nueve medallas conmemorativas del siglo XIX y XX, veintidós mapas antiguos de Colombia, América y Sudamérica; seis collares de la cultura Precolombina, veintiséis piezas de cerámica Precolombina, una mochila de la cultura amazónica y dos máscaras de madera de esa misma cultura (69 objetos en total); además de seis retablos que formaban parte de la cubierta externa de un púlpito de valor incalculable por tratarse de un reliquia del siglo XVII son el reflejo de lo perdido.
“Esta es una realidad que no es nueva. En Cartagena se ha extraviado el patrimonio mueble e inmueble desde siempre y eso denota la dejadez de las instituciones por preservarlo y la falta de formación de la ciudadanía, de modo que la ciudad, más que por saqueos o robos, sufre por el abandono del mismo Estado”, expresa Moisés Álvarez.
¿Será verdad lo que decía Eduardo Lemaitre? “Cartagena tiene tres enemigos (en orden de importancia): primero el comején, segundo los piratas y tercero, los cartageneros”.
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