Facetas


Eusebio Moreno, pasión por el béisbol

ERICA OTERO BRITO

20 de diciembre de 2009 12:01 AM

El béisbol definió la vida de Eusebio Moreno Castro, pero hoy no sólo es reconocido por las hazañas que logró en este deporte, sino también por ser el padre de Berenice Moreno, 18 veces campeona del mundo en patinaje. De tal palo, tal astilla. Una página no alcanzaría para contar los triunfos de este ídolo de la pelota caliente, ni cuántos aplausos les arrancó del alma a los aficionados; sus admiradores no olvidan la Serie Mundial de Japón, en los 80, en la que se alzó como el mejor bateador del mundo y el mejor center field (jardinero central) del mundo. Lo más meritorio de ello no fue sólo el talento para lograr un promedio de .482, por los hit conectados, incluidos dos severos jonrones que dejaron a los japoneses boquiabiertos, o su habilidad para atrapar certeramente, sin errores, el mayor números de bolas. Lo grande de esos éxitos fue su coraje para vencer el dolor que le producían dos lesiones que tenía en ese momento, a fin de alcanzar su anhelo, que nada le impidiera disfrutar de lo que a él más le gustaba: el béisbol. Para Eusebio Moreno en ese momento no se trataba de ser el mejor por ansias de fama o dinero, sino por el simple placer de serlo. A Tokio llegó con secuelas de una lesión que había sufrido en la rodilla derecha hacía más de un año y una lesión reciente en el hombro izquierdo, el cual “se le salía” cuando bateaba. “Antes de irme para Japón, jugando un partido de practica, me tiré a coger una bola y no rodé sino que se me enterró el hombro. Me dolía cada vez que bateaba, pero era más importante el disfrute que sentía jugando”. A sus 55 años, Eusebio Moreno es un hombre tranquilo, sencillo ante la gloria. Los halagos y vivas no le han restado ni un poco de humildad y a pesar de que dice estar acostumbrado a las entrevistas, el roce constante de su mano izquierda sobre su pierna derecha, mientras habla, muestra su timidez. ¿Cómo se inició en el béisbol? -Jugando tapita en Bocachica; luego hice parte de un equipo de provincia dirigido por Besadel Jaraba. En el año 73, a los 17 años, mi hermano Tomás, también beisbolista, me ayudó a entrar a Colpuertos, donde él también trabajaba. El objetivo era que entrara a fortalecer el equipo de béisbol, pero había que tener un cargo en la empresa y me dieron el de ayudante de mecánica. Pero su debut en Colpuertos, no fue tan bueno. -(Risas). Mi primer partido lo jugué un domingo en el Once de Noviembre como suplente y cuando me sacaron a batear con Conastil, Orlando García me ponchó. Pero yo no me desmotivé porque pienso que eso es normal. El que no se poncha es el que no juega. ¿Qué le dijeron en Colpuertos después del partido? -Me dieron ánimo. En esa época Colpuertos se destacó por ser la empresa que a más deportistas empleaba, no sólo beisbolistas, también boxeadores. ¿El trabajo para ustedes era una simple formalidad o cumplían con las funciones del cargo como los demás trabajadores? -Sí claro. Darle trabajo a un deportista, lógicamente era una forma excelente de apoyarlo. Esto se daba porque a los dirigentes que tenía la empresa en ese momento les gustaba mucho el deporte. A mí por ejemplo, me apoyaron mucho Raimundo Vélez Botet y Luis Mogollón, que era el gerente entonces. Eso, hoy día, ya no se ve. No le puedo negar que nosotros éramos las estrellas. Para qué decirle, como trabajadores y como personas nos trataban muy bien. Pero cuando había que trabajar, lo hacíamos, cumplíamos horarios y demás; y cuando íbamos a practicar nos daban los permisos. Sólo cuando viajábamos, sobre todo los que estábamos en la selección Colombia, nos tocaba representar al país, así que a veces no laborábamos sino que pasábamos de permiso. Usted ingresó primero a la selección Colombia que a la de Bolívar ¿Cómo se dio esto? -Porque no era requisito pertenecer primero a la del departamento. Fue tanto el rendimiento mío que antes de representar a Bolívar representé al país. A los dos años de estar en Colpuertos, hicieron una convocatoria para la selección. Después de más o menos un mes de estar concentrados, Antonio “Manía” Torres, que era el manager, y el “Loco” Ruiz, hicieron la escogencia, y entré yo. ¿Cómo fue el avance? -Fue rapidito por mi deseo. Uno para subir en el deporte tiene que ponerle disciplina, tiene que tenerle amor al deporte que practica. Yo me desarrollé como deportista y eso me llevó a tres series mundiales por Colombia, estuve en varios Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe. También en la copa mundo del béisbol. ¿En dónde representó a Colombia por primera vez? -En Guatemala. En ese entonces quedamos segundos o terceros. Fue en el año 1975. Era la primera vez que salía del país. ¿Qué anécdota tiene de esa experiencia? -Lo que más recuerdo es que en mi vida nunca he visto una patilla tan grande como la que vi en Guatemala. Era tan grande que tuvimos que cargarla entre 2 y la comimos 22 personas. La compramos barata. ¿Cuántos países conoció a través del béisbol? -Estuve en Corea y en Japón, en la década de los 80. Conozco todos los países centroamericanos. En Estados Unidos jugué en la Florida, en Nueva York. Jugué una serie mundial en San Peterburgo y me paseé por distintas ciudades de mi Colombia. ¿De Japón qué es lo que más recuerda? -Varias cosas. El jonrón con el que casi sacó la bola de un estadio de cuatro pisos y la máquina de bateo en la que estuve entrenándome para aplacar la lesión que llevaba en el hombro. ¿Cómo venció el dolor en Japón? -Me llené de coraje. Lo más importante para mi era el disfrute que sentía jugando. Lo que más bloquea a una persona es el factor psicológico, más que cualquier limitación en el cuerpo. Entre los aficionados se dice que a usted le ofrecían los dólares por montón para que se fuera para las grandes ligas ¿Por qué nunca aceptó? -Los dólares no eran tantos y no era que yo iba a llegar y ya iba a estar en el equipo de grandes ligas, además ya tenía 27 años cuando eso y las ofertas no eran para equipos de grandes ligas sino para entrar a las organizaciones de grandes ligas, las cuales miran el promedio de años en los que el jugador puede ser útil y son academias a las que se llega primero a rockie kids, luego a clase A, a doble A, a triple A y luego a Grandes Ligas. Más vale pájaro en mano que cientos volando, yo tenía un trabajo estable en Colpuertos, del cual ahora estoy pensionado, ya estaba casado y mi primera hija, Merce, estaba pequeña. ¿Por qué se ha acabado la aficción por el béisbol? -Se acabaron los ídolos. Ya no hay Abel Leal, ya no hay Bartolo, ni García, ni nada. Una falla grande es que el deportista ahora juega mucho sóftbol. Las dos disciplinas pueden ser parecidas, pero no son iguales. ¿Qué gusto le va a dar a un fanático ir a un estadio a ver un deportista que ha visto montones de veces y hasta quizá el mismo día en una cancha de sóftbol de barrio? También se acabaron los dirigentes, las buenas empresas que lo apoyaban. ¿Cómo se recuperaría la afición? -Hay que darle un manejo empresarial, con más disciplina y más cultura. En cuanto a los deportistas, la federación debe hacer una reestructuración minuciosa para que se separen los jugadores del sóftbol y de béisbol. ¿Por qué no se ha dedicado a enseñar? -Yo lo hice hace unos 17 años y lo dejé. No lo he retomado porque a veces la gente lo desmotiva a uno. A esta nueva generación le hace falta más disciplina para jugar y a mí no me gustan las cosas así. Todos sus hijos le han salido deportistas, ¿cómo los califica de 1 al 10? -Mercedes: jugó voleybol y estuvo en las selecciones Bolívar y Colombia. Por sus estudios se retiró. Ahora es instrumentadora quirúrgica. Eusebio es beisbolista y hace parte de la selección Bolívar. Le doy un 8 Cristian juega fútbol, también le doy un 8. Berenice, sin palabras, 18 veces campeona del mundo. ¿Qué les falta a Eusebio y a Cristian para llegar al 10? -A Eusebio le falta coger un poquito más de contextura física y batear un poquito más, porque tiene unas manos bastante buenas, un corrido bastante bueno, es decir le faltan pequeñeces. A Cristian le hace falta querer más su deporte. ¿Qué tal de papá? -Soy bastante regañón, cuando las cosas no me gustan, regaño. O sea que es estricto con los permisos -Sí, las dos niñas ya están casadas, pero los varones viven conmigo y tienen que cumplir. Cristian tiene permiso hasta las 12 y si se pasa, tiene problemas; y Junior, como ya tiene 21, si se va a demorar debe llamar. Junior me escucha mucho, precisamente no ha pasado al béisbol profesional porque yo le aconsejé que mejor terminara la universidad, no quiero que sea como yo, que no tengo título. Es raro escuchar eso de una persona a la que todo se lo ha dado el deporte. -Es que ya las cosas no son como antes, es otra época, ahora el que no tiene un título no consigue trabajo. ¿En aquella época le llovían las mujeres? -Sí, pero no tanto como la gente se lo imagina, ni yo era tan necio como se lo pudieran imaginar. Además todo eso quedó en el pasado. Ahora soy cristiano.

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