Facetas


Francisco quiere pasar la página

JULIE PARRA BENÍTEZ

01 de octubre de 2017 12:00 AM

Frente al negocio de Francisco Mena Serna todavía quedaba una hoja calcinada del libro ‘Los Distintos’, de Stefan Bachmann. Esta vez, no estaba él sentado bajo el caluroso módulo de acero inoxidable que hace algunos años donó el Distrito a los libreros del Parque del Centenario, escuchando radio mientras se refrescaba con su ventilador.

El jueves 21 de septiembre, Francisco cerró a las 7:30 de la noche, como de costumbre. Ese día, alcanzó a vender alrededor de 30 mil pesos del patrimonio que construyó por más de 20 años y el que terminó consumido por un inesperado incendio la madrugada siguiente. Cuando quiso regresar a su casetilla todo estaba calcinado, incluido ese ejemplar de Bachmann. “Todo se quemó. Los libros, la silla, la radio, el ventilador, la vitrina... hasta las tarjetas de pagadiario que tenía”, dice.

En el puesto número 18 ya no quedaban ni las cenizas de todo aquello. Quedó maltrecho y marcado por el rastro del fuego, y en él Francisco guarda algunas cajas, donadas por personas solidarias, que arropa con un plástico negro para protegerlas de la lluvia.

Desde Quibdó
Francisco nació en Quibdó, Chocó, 59 años atrás y llegó a Cartagena hace unos 28. En su tierra dejó a sus hermanos y el alma de sus padres fallecidos para buscar progreso.

“Trabajaba con unos comerciantes que tenían almacenes y me fui con ellos para la región del Urabá, luego para Barranquilla y de ahí para acá. Y me quedé aquí en Cartagena. Al principio vendía mercancía, pero como a uno lo correteaban tanto por ser vendedor ambulante, entonces me puse a vender libros porque vi un poquito más de estabilidad. A los libreros no los correteaban ni les decomisaban su mercancía”.

Comenzó en este negocio buscando y vendiendo libros en los otros puestos, y cuenta que, cuando lo aprendió bien, decidió montar la librería ‘El Cuca’, como se le conoce a él popularmente. Ha sido esto con lo que ha sostenido a su familia y con lo que le ha dado estudios a sus hijos. “La época en la que más se vende es cuando empieza la temporada escolar, después lo que se vende alcanza para subsistir, para el gasto diario”, comenta.

El día del incendio

A las 7 de la mañana del viernes 22 de septiembre, Francisco se alistaba para ir al Parque del Centenario cuando lo llamó un sobrino para contarle lo sucedido. El fuego se apoderó de su puesto de trabajo a eso de las 2 de la madrugada y fue un residente de uno de los edificios vecinos al parque quien avisó al Cuerpo de Bomberos. “Ellos llegaron, partieron los candados y apagaron el incendio. El celador no tenía mi número, el aviso publicitario donde estaba la información de mi librería también se había quemado, así que intentó comunicarse con algunos compañeros pero, seguramente por la hora, no contestaron”.

Cuando ‘El Cuca’ llegó al parque encontró todos sus libros quemados, en el suelo. “Me impresionó mucho ver todo así, pero uno no puede hacer nada sino tener fe en que se va a recuperar. Imagínese, el patrimonio de toda la vida en cuestión de nada se quema y queda en cenizas... de ahí es donde saco el sustento de mi familia, pero ya lo que pasó pasó y uno tiene que esperar en Dios. Él es el único que me puede ayudar y me ha mandado a mucha gente de buena voluntad”.

Muchas personas le han tendido la mano, su sobrino, paisanos, amigos cartageneros. “Gente que tampoco conocía me ha traído libros para que me pare de nuevo, pero primero debo arreglar el puesto. Tengo que pintar, cambiar las láminas del techo y las vigas, y conseguir las estanterías para empezar de nuevo con los libros que me han regalado, porque de esto espero salir adelante, arreglar mi negocio y concentrarme a trabajar nuevamente porque no hay paso atrás, hay que seguir para adelante. Pa’ atrás ni pa’ coger impulso”.

Francisco, aunque no podía trabajar en su puesto, seguía yendo al parque como todos los días. Sentado en una banca, justo al lado de su módulo, y bajo un árbol de almendros al que las llamas le tocaron algunas ramas, espera a quienes han ido a buscarlo para ofrecerle ayuda.

***
Un par de páginas de un diccionario, como aquella página 155 de ‘Los Distintos’, también se aferraban al parque y revoloteaban por sus alrededores, así como Francisco se aferra a la fe para pasar este capítulo de su vida y empezar uno nuevo.

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