Facetas


¿Has sentido crisis existencial por tus 30 años?

IVIS MARTÍNEZ PIMIENTA

14 de octubre de 2018 12:00 AM

Los 30. Esta edad es temida, según expertos, porque “al llegar a esta década, solemos detenernos a hacer balance de nuestra vida y el resultado no siempre nos gusta”.

Es esa etapa, en la que miramos atrás y pensamos: ¿Qué he construido hasta ahora?, lo material y la vida en pareja es lo primero que ven quienes nos rodean.

A los 30, llega esa tía que nos pregunta: ¿Y tú cuando piensas tener hijos? Uno se mira y antes de contestar cualquier grosería mejor dice: “Todavía tengo tiempo, si me nace claro (pero chicas, esto último no hay que decirlo porque después nos dan lengua como por 20 minutos)”.

El sicólogo Sergio Alonso Ramírez habla de la tercera década así:

“Primero hay que pensar en los 20. Es una etapa de la vida donde no hay prisas. Al menos no desde el ‘acting’ pero sí desde el deseo. Podemos decir que la frase sería: ‘Queda tiempo y todo llegará’, y, para colmo, todos se empeñan en decirnos que ‘somos jóvenes’, como si fuera solo cuestión de esperar. Es una etapa con muchos y variados cambios como la partida de la casa de crianza, formar una pareja, tener hijos, estudiar, salir de fiesta, hacer el loco, el vago, etc. Cada persona vive sus 20 de forma particular y personal. Pero todo esto toma un cariz diferente cuando llegamos a los 30.

“El otro día le pregunté a un hombre de 31 años si había tenido su crisis. Me dijo que no, que ‘simplemente no sabía ni a dónde había llegado ni hacia dónde iba’. Y, justamente, esa es la crisis de los 30”.

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Para nosotras, esta es la época en la que vemos a todas nuestras amigas y conocidas, o casadas o con anillo de compromiso. Y suele pasar que muchas de las que ven el anillo empiezan a hablar de la boda soñada, aunque no tengan siquiera novio.

“Es como estar pensando en que se nos va el tren, que se nos empiezan a secar los óvulos, que ya estamos demasiado viejas para vivir con nuestra familia”, dice una compañera.
Tenemos en la mente a nuestros padres, que, al menos en mi caso, a los 28 ya tenían dos hijos y una casa.

Y con lo cara que es una casa en Cartagena, piensa una. ¿Cómo hicieron, cómo les rindió?
“Así es, no entiendo cómo tenían esposo e hijos tan jóvenes antes. Yo cumplí los 28 y no siento que pueda todavía con esa carga”, me cuenta otra amiga, María. Ella quisiera poder estirar un poco (o bastante) estos dos años para que no le lleguen los 30… No todavía. Ella es la menor de seis hermanos, y todos ya están “realizados”. Ingenieros, abogados, doctores y ella, periodista. Todos, obviamente, ganan más que ella y todos, ¡obviamente!, tienen la vida casi resuelta, pero ¿y ella?

“¡No! Siento que no tengo ni la mitad de la vida resuelta y que, sinceramente, falta bastante por resolver, así que no quiero los 30. Amo a mis sobrinos y creo que sí quiero hijos, pero no me veo amamantando a un niño chiquito todavía… ¡Ni siquiera me veo casada!, pero no más es que abra Facebook para que comiencen a aparecer las fotos de los anillos que suben mis excompañeras del colegio y la leyenda infaltable: ‘¡Dije que sí!’. Tengo un amigo que me escribe nada más para preguntar: ‘¿Para cuándo la boda?’, y yo siempre le respondo lo mismo... ‘Un diciembre de estos’”.

Querido amigo de María, si lees esto, ¡no le preguntes más! Deja que se case cuando se le dé la gana o que no se case si no quiere… Ya suficiente tiene con pensar que sí quiere hijos, pero antes desea conseguir algunas cosas, cierta estabilidad y viajar para conocer así sea un poco de este mundo. Ya suficiente tiene con preguntarse si le va a alcanzar el tiempo y si el reloj biológico le dará chance de cumplir algunos sueños y después ser mamá.

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Tal parece que para el sexo masculino esta edad pasa desapercibida.

“No caí en cuenta de que iba para el tercer piso si no hasta que alguien me lo dijo”, comenta Juan Carlos, de 31 años.

“Bueno, por lo que he visto a uno, hombre, se le presenta diferente esa crisis de los 30. Nosotros maduramos mucho después y eso hace que a los 30 aún tengamos la juventud a flote. Sin embargo, la sensación de querer más y de lograr más cosas es cada vez más fuerte. Supongo que por eso la crisis del hombre de la mediana edad es más marcada que la de los 30, porque ya cuando uno está en los 40 sí se siente como una persona que está envejeciendo y le toca tener su vida organizada o hacer eso que no ha hecho”, dice por su parte Mauricio, a un año de su tercera década.

Los jóvenes en Colombia
La Universidad del Rosario, en el estudio ‘La transición a la edad adulta en Colombia: una lectura relacional’,  de Daniela Marzana, Andrés Pérez A., Elena Marta y María Isabel González, analizó a 40 adultos jóvenes: 20 mujeres y 20 hombres, de los cuales 20 fueron trabajadores y 20 estudiantes.

Con una media de edad de los participantes de 22,05 (rango de 20 a 27 años), los investigadores encontraron que la concepción de ser adultos para los jóvenes colombianos está unida, fundamentalmente, a la responsabilidad, proyección, madurez y generatividad.

Pero, finalmente, la proyección resultó ser la característica más presente y estuvo expresada como capacidad para identificar y sacar adelante un proyecto de vida definido, “es decir, que la estabilidad y la orientación son características adultas que se oponen a la precariedad y a la reversibilidad típicas del mundo de los adolescentes y de la juventud”, establece.

¿Y cuando se es mujer?
Otro estudio hecho por especialistas de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, afirma que la presión social es mayor para las mujeres de entre 25 y 35 años, y se manifiesta de diversas formas.  El fin de esta presión es tratar de encaminar a las solteras hacia formas de vida más convencionales. Todo esto a pesar de los cambios en la sociedad.

Por eso, probablemente si usted es hombre y lee este texto se preguntará: “¿En serio les da eso a las mujeres?, si los 30 son cualquier cosa”, mientras que si al lado tiene una mujer en esa edad, ella pensará: “Siento que me falta mucho por alcanzar”.

La mujer, aún en el siglo XXI, trabaja y no se le remunera el tiempo extra, muchos todavía creen que está hecha para cuidar de los hijos y del hogar (aunque no se le reconozca la labor de ama de casa), se le exige que sea un modelo para la sociedad y, además, se le paga un sueldo menor que al de los hombres. Hay excepciones, claro... pero mire usted en una bolsa de empleo el sueldo que le ofrecen a una mujer contadora y luego busque a un hombre contador y ratifíquelo.  En Estados Unidos, incluso, el sueldo de las actrices de Hollywood dista desafortunadamente del de los hombres, y por eso personajes como Natalie Portman y Jennifer Lawrence alzaron su voz con el movimiento Time’s up.

La presión de la mujer, sumada a esos importantes factores, hace más difícil que se regocije de sus logros. Pero no es hora de deprimirse o autoflagelarse.

El hecho de que la crisis de la mujer a los 30 años sea mucho más marcada que la de los hombres, invita a seguir luchando para acabar con los estereotipos de la sociedad.

“Y está bien si a los 30 aún una mujer no se ha casado, está bien si no tiene hijos (y si los desea, a esta edad hay chance, si se tiene un estilo de vida saludable aunque muchos crean que no), lo importante es que el desarrollo de la mujer como persona no dependa de lo que se sienta obligada a ser o hacer”, concluye la psicóloga familiar Diana Arévalo.

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