Facetas


¿Imagen que nos encadena al pasado?

“En los años mil seiscientos, cuando el tirano mandó, las calles de Cartagena aquella historia vivió”; el sufrimiento de los esclavos de la época de la colonia, inspiró esta canción del Joe Arroyo.

En el principal puerto negrero y en Latinoamérica, en general, la servidumbre era obligada a realizar los oficios de la casa. Desde recolectar agua, cocinar, atender a los niños, hasta cumplir fielmente con los caprichos de sus amos. Y, que no se nos olvide, también eran víctimas de crueles castigos que incluían la muerte. Vestían de blanco, según historiadores, porque el algodón era más barato y sus dueños trataban de invertir lo menor posible en los esclavos. El término “mulata” o mulato se utilizaba para denominar a quienes nacían de la unión entre una persona blanca y otra negra. Hoy, la palabra mulata, parece haber tomado una connotación un tanto diferente.

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Escena número uno: Una miss universo camina de la mano de su esposo, recién han unido sus vidas en matrimonio y, atraídos por la magia de la ciudad colonial, escogieron Cartagena como escenario para su boda. Decenas de invitados y curiosos aplauden a la feliz pareja. Ellos caminan a través de una corte de “mulatas”, mujeres negras, de vestido y turbante blanco, que les abren el paso alegremente extendiendo sus faldones.

“Lo hacen como por estética, por tener un acompañamiento. ¿Qué se hace? Desde la iglesia al lugar de la recepción se hace una calle de honor, donde se va animando tanto a la gente como a los novios. Ahora mismo cualquier persona está buscando es eso, a mí me han llamado bastante para eso... esa es la moda. Es festejar y dar uno honor a esas personas, no es alabar, quienes hacen eso están sirviendo como medio de festejo a los novios”, me explica una bailarina sobre el “servicio de mulatas”.

Escena número dos: Muy parecida a la anterior. La novia, esta vez hija de un expresidente, sale de la iglesia de la mano de su esposo, acompañados de tamboreros y una calle de honor de “mulatas”, con bailes alegres y polleras rimbombantes. La pareja llega al lugar de la recepción, el baluarte de San Ignacio, y las mujeres, con sus atuendos al estilo de la servidumbre de la época de la Colonia, terminan su labor. “Yo no trabajaría como mulata en una boda porque eso es una representación del esclavismo, es revivir lo que pasaba en la Colonia. Realmente, no creo que quienes lo hagan se sientan cómodos y sé que hay muchos que lo hacen y ni siquiera saben lo que significa”, comenta otra joven afro y bailarina cartagenera, sobre el “servicio” de “mulatas” para bodas en La Heroica, que incluso puede encontrarse en Internet.
Escena tres: Año 2012. Es la Feria de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo, Anato. Un modelo disfrazado de esclavo, para promocionar a la ciudad en el stand de Cartagena, genera rechazó, toda una polémica y el despido de Paola Mordecai Fernández, entonces directora de Promoción y Mercadeo de la Corporación Turismo. “El Programa Presidencial para el Desarrollo Integral de la Población Afrocolombiana, Negra, Palenquera y Raizal, a nombre del Gobierno Nacional, Presidencia y Vicepresidencia de la República, rechaza todo acto de discriminación racial, y lamenta toda falta de respeto a nuestra población afrodescendiente. La esclavitud fue un hecho deplorable de la humanidad, una acción que genera vergüenza, atraso y rencores a la especie humana, donde Colombia, hace más de 150 años a través de la Constitución, abolió la esclavitud”, afirmó en un comunicado, ese organismo al respecto al uso del modelo disfrazado de esclavo.

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Piense usted, cartagenero o colombiano, ¿adornaría su boda con “mulatas” vestidas de blanco y tamborero que le rindan pleitesía? ¿O en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla usan personas de piel negra vestidas de blanco para sus bodas u otros eventos?

“No está sustentado históricamente que pusieran a las mujeres negras a hacer una corte, una fila, para recibir a quienes se casaban. Son inventos recientes pero que usan el símbolo de la esclavitud”, asegura el historiador e investigador  Javier Ortiz Cassiani. Precisa que lo de usar “mulatas” en matrimonios o eventos “es una práctica que reproduce los estereotipos sobre la población afro en Cartagena. Ahí lo que hay es un proceso de inferiorización. De usar a personas de piel negra, comunes y corrientes, como un objeto de decoración para la fiesta o para el evento y quien hace eso de alguna manera está sintiéndose superior a quien pone allí como objeto de decoración. Se recurre al pasado, en una forma muy estereotipada en el presente, para mostrarlo ahí como una forma de decoración”.

¿Cómo se ven a sí
mismas?
Estela Simancas, docente e investigadora, directora del Observatorio Distrital Antidiscriminación de Cartagena (ODAR), investiga sobre cómo se ven a sí mismas las jóvenes que se dedican a trabajar de “mulatas”, las palenqueras y otros personajes afros que laboran en el entorno del Centro Histórico. “He identificado a dos grupos liderados por personas afros que prestan el paquete completo, de calle de honor y todo los demás, se lo ofrecen a casas de evento y a hoteles. Hay una exotización, una erotización y una etnización del cuerpo negro. La exotización y la etnización son dos formas flagrantes de racismo cotidiano. Ese que se introduce en los imaginarios y luego toma forma en símbolos que tú no puedes ver, pero se forman de tanto percibirlos históricamente. Después de ese proceso administrativo de la independencia, pareciera que el lenguaje colonialista no hubiera desaparecido. Eso golpea en la cara”, sostiene la investigadora.

A su juicio, lo que sucede con las mulatas en las bodas, es comparable con la imagen de aquel esclavo presentado en la feria de Anato como la imagen de Cartagena.

¿CÓMO NOS NARRAMOS?

Simancas afirma que cuando “uno termina por normalizar este tipo de situaciones se pierde la capacidad de causar indignación, ya no indigna”, parece normal algo que no lo es. “La manera en que nosotros nos estamos narrando como cartageneros es la que tiene que estar articulada con la concepción de turismo cultural que tenemos (...) Tú no ves a gente de aquí usando mulatas en sus bodas, por lo general lo hacen quienes vienen de afuera”, agrega.

La novia, esta vez hija de un expresidente, sale de la iglesia de la mano de su esposo, acompañados de tamboreros y una calle de honor de “mulatas”.

INSTRUMENTO DE PODER
Según el investigador Cassiani, en Cuba era común, en algunos espacios en la época de la Colonia, exhibir a personas negras curtidas en instrumentos musicales en las fiestas, como una forma de demostrar el poder. “No es que le interesara al blanco dar a conocer como igual el talento, sino aumentar o perpetuar la superioridad del blanco”, explica.

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