Fue un rastro desastroso.El miércoles 6 de septiembre, alrededor de las 4 de la madrugada, Irma se apoderó de la isla San Martín, en el Caribe. William Martínez y su esposa Daneidys Vargas, dos colombianos que se radicaron hace nueve meses en esos territorios en busca de mejores oportunidades, experimentaban lo que hasta ahora describen como los momentos más angustiosos de su vida, mientras su casa parecía temblar. Ellos también temblaban por los nervios y la mujer, con ocho meses de embarazo, se alteraba con el paso de los minutos.
La sala de la vivienda era su refugio. Fueron momentos muy angustiosos en los que no sabían qué hacer. Irma, con sus vientos iracundos, arrancaba árboles y removía techos. Las tablas que William y un tío de Daneidys pusieron en las ventanas para evitar que el huracán entrara en su casa no fueron suficientes. Todo se fue complicando hasta que su cubierta voló.
Se protegieron como pudieron. Por fortuna tenían agua y comida, pero la embarazada, de 19 años, estaba demasiado alterada y su esposo temía por ella. “Fueron momentos muy difíciles en los que no sabía si yo la consolaba a ella o ella me consolaba a mí”, recuerda William.
Fueron cerca de siete horas de temor por ese huracán que dejó una grave crisis en la isla caribeña. Las autoridades informaron que más del 70% de los hogares quedaron destruidos. “La situación era muy difícil porque mucha gente no tenía agua ni comida. La gente empezó a entrar a los supermercados en ruinas para abastecerse. No había energía, no había alimentos, no había señal de telefonía y el desastre era impresionante”, narra el joven de 22 años, que se dedicaba al cargue y descargue mercancías en el puerto.
Rumbo a La Florida
Cerca de las 11 de la mañana de ese miércoles, Irma abandonó la isla y la pareja de colombianos apenas empezaría a contemplar la magnitud de la tragedia, mientras que a casi 2.000 kilómetros, Álvaro Ordóñez mandaba a su familia a Cartagena, en un vuelo desde Miami.
“Yo no viajé porque en mi vecindario hay muchos ancianos y ninguno quiso evacuar. Son señores de 90 años. Tengo como 15 vecinos, de edades avanzadas, que no quisieron irse, por eso me quedé”, cuenta este odontólogo cartagenero radicado en la ciudad más poblada de La Florida.
Su vecindario quedaba prácticamente solo, la agresividad y la ansiedad se apoderaban de la gente. Las personas conducían como locas, peleaban en las filas de los supermercados, los albergues ya no tenían capacidad… En medio de la tensión que se vivía en Miami y la preocupación de su familia, por el peligro que él afrontaría, Álvaro se preparó para esperar a Irma y ayudar a quienes lo necesitaran. “Dentro de la casa organicé una especie de bunker, un área en la que si se desplomaba el techo estuviera protegido, y me doté con chalecos salvavidas por si se inundaba. Tenía tres botes listos para socorrer a los vecinos, si subía mucho el agua”.
Llegó el fin de semana. William y Daneidys buscaban un lugar donde pudieran obtener señal para sus celulares. En las calles de San Martín ya se sentía el olor de la basura descompuesta y ellos empezaban a analizar su regreso a Colombia. Álvaro, en cambio, apenas experimentaría el verdadero golpe del huracán.
Eran las 2 a.m. del domingo cuando definitivamente Irma llegó Miami. En la casa de Álvaro, en el “bunker”, estaban refugiadas cuatro ancianas. Ellas dormían bajo los efectos de unos medicamentos tranquilizantes y él se acostaba en su cama, en su habitación, o paseaba de un lado a otro sin poder dormir.
Aunque el día anterior pensó mucho en que podía morir, y que a lo mejor ese era su último día, ese domingo presentía que nada malo le pasaría. El techo se movía y el viento zumbaba con agresividad. Ochos horas intensas y muy peligrosas, pero a las 10 a. m., al fin llegó la calma. Tan pronto pudo, siguió con el trabajo humanitario que le impidió venir a refugiarse en su país.
El martes, por fin Álvaro se comunicó con su familia y los tranquilizó. Los espera ahora en Miami para seguir con sus vidas, como lo han hecho siempre después de cada huracán, al igual que hicieron después de Katrina o de Sandy, por ejemplo.
William y Daneidys, consiguieron, con la ayuda de la Cancillería, ser repatriados a Colombia desde San Martín. El jueves 14 de septiembre llegaron a Barranquilla, y contrario a la familia de Ordóñez, el camino que tomarán aún es incierto.
MÁS DATOS:
236 solicitudes de asistencia en orientación para salir, evacuación, albergue y/o localizaciones, recibió el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
19 colombianos que hacen parte de un equipo de fútbol infantil que estaban en Miami fueron asistidos, el pasado viernes 8 de septiembre, antes del paso del huracán por esa ciudad, por el Consulado colombiano para luego ser trasladados al departamento de Antioquia.
Irma, de categoría 5, ha sido considerado como el huracán más intenso formado en el Atlántico desde Allen, que en 1980 alcanzó vientos máximos sostenidos de 195 millas por hora. También ha sido el más extenso.
Por primera vez en 300 años no hay ni una sola persona sobre la isla Barbuda, que fue declarada inhabitable por el Gobierno de Antigua y Barbuda después de ser arrasada por el huracán Irma. Los 1.800 habitantes de la isla caribeña fueron evacuados. El nivel de destrucción fue calculado en un 95%.
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