Juan Sebastián Aragón se considera un tipo con mucha suerte. Descubrió que sería actor a los 9 años de edad. Era el oficio ideal, capaba clases todo el día, su mamá, Gloria Triana, estaba feliz y además le pagaban.
Afirma que de todos los triunfos obtenidos, tras 30 años de carrera artística, el más importante es haber conocido al amor de su vida, Freda, con quien tuvo dos “demonios coquetos”, sus hijas, Paz y Lourdes.
El actor se encuentra pasando vacaciones en la ciudad y en una entrevista con este medio nos confesó que está perdidamente enamorado de su esposa y de sus dos hijas. También nos explicó por qué piensa que este 2012 ha sido su mejor año.
¿Qué tanto tiene de sus padres?
-Uy, casi todo. El amor por el trabajo, por la lectura y una gran obsesión por la ética y por construir un país más equitativo. La música, gracias a mi mamá he conocido mucho de la música folclórica colombiana.
¿En qué momento decide que lo suyo es la actuación?
-Fue muy temprano, a los 9 años. Mi mamá me llevó a un casting, fue un cortometraje que iba a dirigir una amiga de ella, y quedé seleccionado. Yo decía en esa época que era una forma de capar clases en el colegio con permiso de mi mamá y además me pagaban. Al final, todos los niños son actores, siempre están haciendo juegos de roles y pretendiendo ser otras personas y la actuación tiene ese elemento lúdico siempre.
¿Cuál fue su primera aparición formal en televisión?
-Mi primer trabajo continúo fue en “Pequeños Gigantes”, que era un programa infantil muy famoso en los ochenta, eso fue un semillero de talentos. Yo tenía la fortuna de poder ver cómo era la profesión antes de terminar el colegio.
¿Qué extraña de cuando no era actor?
-No tengo buena memoria de cuando no era actor. De pronto cuando salgo del país he tenido la oportunidad de experimentar el anonimato. Poder caminar tranquilo por la calle es algo que se pierde cuando uno trabaja, sobre todo, en televisión, que es un medio tan masivo. El anonimato tiene sus virtudes.
¿Cómo conoció a su esposa?
-En una rumba en Bogotá. Yo estaba haciendo una temporada de teatro y salimos con un grupo del elenco a tomarnos unos tragos y estaba Freda con sus amigas también celebrando Halloween. Estábamos en una discoteca y me fui por mi cuenta a seguir rumbeando a otra y nos volvimos a reencontrar en ese mismo sitio.
¿Se gustaron a primera vista?
-(Responde Freda)No, más bien fue un click que se fue construyendo con el tiempo. Ninguno es así como místico, pero parecía que fuera que nos teníamos que conocer, porque no teníamos amigos en común. Empezamos hablar como vecinos de rumba. Y el gancho fue el teatro, porque me preguntó que si me gustaba y le dije que sí y me ofreció boletas para ir y ahí empezó todo.
En su familia hay muchos artistas...
-Mi mamá, Gloria Triana, conoce mucho de arte; y mi tío, Jorge Alí, es director; mi abuelo, Jorge Elías Triana, era pintor y soy además primo en segundo grado de Alejandra Borrero.
¿Cuál ha sido el miedo que ha tenido a lo largo de su vida?
-No tener las condiciones adecuadas para poder desarrollarme en el trabajo. La actuación es una profesión muy inestable y con una altísima rotación. Entonces poder tener la oportunidad de trabajar en cine, teatro y televisión, después de 30 años de carrera, es un gran privilegio. Eso es lo que uno espera, que se puedan dar esas condiciones, porque si uno no puede ejercitar su pasión, la vida se vuelve un poco gris.
¿Cómo le va con el rol de papá?
-Fantástico, lo amo. Soy papá de dos niñas.
¿Es celoso con ellas?
-(Responde Freda) Desde ya sufre. Le conté que recientemente Paz, la menor de nuestras hijas, llegó al jardín, después de varios días que no había ido porque estaba enferma, y cuando llegó uno de los niños que estudia con ella, la sintió llegar, soltó el carrito, con el que estaba jugando, y la abrazó, se dieron un beso en la boca y cada quien siguió en lo que estaba. Le conté y Juan preguntándome quién era el niño, dónde vivía.
¿Qué lo derrite de sus hijas Lourdes y Paz?
-Todo. Es que están en una época... La mayor tiene 3 años y la menor 2 y todos los días salen con una cosa nueva. Lourdes ahora mismo está haciendo figuras de gimnasta y entonces le gusta sostenerse del sofá y levantar una pierna así (la imita); y Paz, es un demonio coqueto, le hace ojitos a todo el mundo y le sonríe de una forma picara.
¿Qué cosas le enojan fácilmente?
-El trafico, la falta de cultura ciudadana, la falta de respeto a las normas de convivencia, que en nuestro país es pan de cada día. Eso me saca de casillas con mucha frecuencia.
¿Qué le falta por hacer?
-Producir y escribir. Creo que tengo un escritor guardado. Escribir es una disciplina.
¿Qué papel rechazaría?
-Uno que implique cantar. Siento una gran envidia por la gente que canta bien. No me metería en un rol que implique cantar, porque lo haría muy mal.
Pero que haya un tipo de personaje que no haría, no. Eso es en parte el reto del actor y en eso he sido afortunado porque me ha tocado hacer de bueno, malo y es muy chévere poder experimentar qué tanto de malo puede tener uno. Todos podemos tener esas motivaciones oscuras a veces. Sería más bien con mis faltas de buenas capacidades que no aceptaría un papel.
¿Siente apego por alguno de los personajes que ha interpretado?
-Recuerdo con mucho cariño a Óscar Reyes, de Las Aguas Mansas, después hicieron otra versión que fue Pasión de Gavilanes, que también pude actuar, pero la versión original me gustó muchísimo. Disfruté el personaje que me tocó interpretar.
Otro en teatro que para mí fue importantísimo fue Willy Loman en “La muerte de un agente viajero”, tal vez la obra de teatro contemporáneo más importante del siglo XX. Hacer ese tipo de teatro me encanta. Yo estudié teatro en Estados Unidos y pues eso es lo que más conozco y con lo que más me identifico.
¿Cómo se siente justo en este momento de su vida?
-Estoy muy contento. Me siento muy afortunado por tener una familia tan bonita. Este año fue de grandes logros.
Tengo el honor de ser vicepresidente de la sociedad de gestión de los actores, que a partir de la ley Fanny Mikey nos permite cobrar un dinero por el uso de nuestras obras. También en estos dos años con un equipo de actores, liderado por Aura Elena Prada, hemos podido montar una empresa muy linda que ya ha repartido más de 2 mil millones de pesos entre los mejores colombianos.
En el plano actoral tuve también el privilegio de formar parte de un musical que se llama “María Varilla”, en honor a la bailadora de Porro y fandango, que fue la obra con la que se inauguró el Festival de Teatro Iberoamericano de Bogotá, que se presentó también en Cartagena. Difícil tener un mejor año.
¿Hay algún texto dramático que lo haga reír mientras lo lee?
-Hay una obra de teatro que yo traduje, se llama Breaking up, que es una comedia romántica que hace todo tipo de reflexiones de lo difícil que es establecer una pareja con los miedos de tener hijos, de perder la profesión, de comprometerse.
¿Y llorar?
-Hay un drama de Artur Miller que se llama “Todos eran mis hijos”, que esa sí me pone a llorar muchísimo. Habla sobre la ética y el amor por la familia. Me parece muy pertinente en este tiempo que estamos viviendo.
Facetas
Juan Sebastián Aragón: el actor en su casa
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