Facetas


Justo Valdés, el artista que aprendió a leer la música

GUSTAVO TATIS GUERRA

06 de enero de 2013 12:01 AM

Todos los recuerdos de Justo Valdés están llenos de música. En el centro de sus noches de infancia suena un enorme tambor y una marímbula. Los flejes metálicos de la marímbula suenan como las voces desoladas de las mujeres cuando ha muerto alguien, pero se afinan en la punta de las yemas de los dedos con acordes graves que se dulcifican en un tono suave, desgarrado y visceral como todos nosotros en el Caribe.
La marímbula es el lamento y la plegaria que el corazón resuena en la madera y en los flejes metálicos. El niño Justo Valdés vio tocar el tambor en las manos de su padre Cecilio “Ataole” Valdés y  escuchó aquel lamento que salía de la marímbula tocada por su tío José Valdés “Simancongo”. Él era como un rey sentado en su marímbula, y la música, algo más  que un sonido en el patio, un surtidor de compasiones. La música llega a consolarnos y a recordarnos la honda tristeza de lo finito: pero es un dolor que se acompaña de tambores pequeños y gigantes como el pechiche. Y la alegría en su reverso y en su costura secreta, es una música triste.
“Todos me dicen Jelejele”, me dice Justo Valdés. “Ese mi nombre artístico. Mi nombre es Justo Valdés Cásseres. Nací en el barrio Tronconá, de Palenque, en 1951. Empecé en la música a los 13 años, de la mano de mi tío José Valdés Simancas, “Simancongo”, que dirigía el Sexteto Tabalá y tocaba la marímbula. Fue él quien me enseñó a cantar y a tocar la marímbula.
Pero mi papá Cecilio Valdés Simancas, “Ataole”,  también cantaba y componía. Su canción “Ataole” pegó en el otro lado del mundo cuando la cantó Paulino Valdés “Batata”. Pero él no alcanzó a ver el larga duración, porque murió en 1980. En verdad, yo cantaba la música que oía en mi pueblo. Nunca imaginé conocer y ser amigo del músico africano Bopol Mansiamina, quien ha estado en Cartagena y Palenque”.
Tengo el recuerdo nítido de la noche de 1982 en que irrumpió Justo Valdés con su Son Palenque en el Festival de Música del Caribe, y cantó la bella canción a Benkos Biojó que se convirtió en himno de su pueblo San Basilio de Palenque. Aquella aparición lo convirtió en uno de los pioneros de la champeta en Cartagena, junto a Viviano Torres, Anne Swing, que estuvo inicialmente en el grupo de Justo. Después de eso, nos veíamos siempre en la playa de Bocagrande en donde él vendía gafas a los turistas. Siempre le preguntaba por su música y me sorprendía aquella paradoja de sobrevivencia: aquellos turistas que compraban sus gafas oscuras no tenían la menor idea de que el vendedor de gafas era el gran músico Justo Valdés, que dictaba sus propias canciones  porque no sabía leer ni escribir. Hace apenas cuatro años, en 2009,  gracias al impulso de la Fundación Transformemos, Justo Valdés aprendió a leer y escribir, y ahora dicta clases de música y enseña a leer y escribir a otros amigos suyos iletrados.
“Aprender a leer ha sido un impacto tremendo en mi vida porque ahora yo mismo escribo mis canciones y leo lo que nunca en más de cincuenta años había podido leer. Entiendo ahora de cuánta cosa me perdí por no saber leer y cuántos engaños recibí al no enterarme de nada.
Una noche, después de la cena, se me presentaron a mi casa las profesoras y hermanas Alexandra y Felipa Salgado y me dijeron que la Fundación Transformemos estaba invitando a quienes no sabían leer y escribir para que aprendieran gratis en el colegio Ana María Vélez. Les dije que yo quería aprender, pero no sabía cómo empezar. Ellas mismas me llevaron y me enseñaron el año 2009 a leer y escribir, en un curso diario de 7 a 9 de la noche. Ahora solo hago música, dicto clases y no vendo gafas”.
Justo Valdés, quien acaba de editar su nuevo álbum con el Himno a Palenque, es autor de canciones como “Sambaulé”, que suena en Inglaterra. Autor de algunas champetas como “Yo soy el rey”, “Rescátame si puedes”, “La cama”, “Muévete”, “Kelly Joahana”, “La pollera”, etc.
Grabó en 1980 canciones como “Palo de mamón”, cantada por su papá, “Aloíto pío”, una  canción  suya que quiere decir: Arroyito.  Lueo grabó: “A pilá el arroz”, canto fúnebre, de tradición palenquera, que se canta el último día del velorio. Los que lamentan al finado golpean con un palo como si estuvieran pilando, como si estuvieran en una mano de pilón.
En su trabajo musical hay bullerengues, lumbalúes, chalupas, cantos bantúes y palenqueros.
Justo Valdés aparece en la película de Ciro Guerra “Los viajes del viento”, encarnando a un profesor de música que echa sangre de lagartijas a los músicos.

AQUELLA NOCHE
La noche del 30 de agosto de 1979 estábamos en San Francisco con varios amigos que fueron la semilla del grupo Son Palenque. Nos pasamos la noche y la madrugada cantando e improvisando canciones. Enrique Tejedor cogió una latica y empezó a sonarla al ritmo de lo que se nos ocurría. Luciano Torres sonaba las palmas y hacía los coros. Estábamos tan animados con todo lo que nos había pasado en la noche y en la madrugada, que decidimos que eso no quedara allí y se nos ocurrió que podíamos empezar algo que se llamara Son Palenque.
Un día se estaba presentando Silvio Brito en la plazoleta de Telecom y me le acerqué al animador Armando López Buendía, para decirle que me diera la oportunidad de cantar algo la plaza. Él me miró extrañado y me preguntó: ¿De verdad eres cantante? Déjeme que le cante algo. Recuerdo que canté “Dame un trago”, y cuando terminé se me acercó Argelio Pérez, que era representante de la CBS, hoy Sony Music y me preguntó si había grabado algo. Fue el comienzo de la carrera musical.

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS