Desde pequeña me veo mucho ‘La rosa de Guadalupe’ y ahí muestran que la virgen hace muchos milagros y yo quiero que ella me haga un milagro: que me sane, que sane a todos mis compañeritos y que siempre esté con toda mi familia”.
Karen García Ramírez, de nueve años, acaricia sus cortos cabellos con una de sus manos, al tiempo me cuenta una experiencia en el país azteca que la mantiene llena de ilusión. Agarra una y otra vez una cadenita y un anillo que lleva puestos, con la imagen de la Virgen Morena, la santa patrona mexicana, cuyos milagros han inspirado la creación de esa serie de televisión. Se aferra a ella así como se aferra a la vida. Es tan despierta, tan alegre, que una enfermedad como el cáncer no parece afligirla, por más que este se empecine en arraigarse en algunos de sus órganos.
Desde que tenía escasos cuatro años, a Karen le diagnosticaron un ‘Tumor de Wilms’, un tumor renal y uno de los tipos de cáncer más frecuentes durante la infancia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su mamá, Martha Ramírez, cuenta que a Karen le detectaron la enfermedad en 2014. Luego de una simple caída mientras jugaba y un golpe en el abdomen, se comenzó a revelar lo que padecía la pequeña. “Cuando la fui a bañar me dijo que iba a orinar y empezó a orinar sangre. La llevé al hospital, la dejaron cuatro días allí, pero me dijeron que no tenía nada. Después empezó con un dolor, le mandaron una ecografía renal y allí descubrieron que tenía una masa en el riñón izquierdo. Después comprobaron que era maligna”.
Karen nació en Medellín, de donde es su madre, pero se ha criado entre Magangué, la tierra de su papá, y Cartagena, donde le siguen su tratamiento. “A ella le sacaron el tumor en 2014 y al año le hizo metástasis en los pulmones, le hicieron una cirugía, pero a los dos años volvió a hacerle metástasis en los pulmones. Y aquí estamos, luchando”, dice Martha, a quien, además, le ha tocado dejar a sus otras dos hijas, también menores de edad, con la abuela paterna.
“Ha sido una etapa difícil. Me ha tocado lidiar con la EPS, me ha tocado pelear, insultar, meter tutela, desacatos. Pero gracias a Dios, desde la primera vez que me remitieron para Cartagena, nos encontramos con la doctora Laura (Torres), que es la psicóloga de acá (de la Fundación Esperanza de Vida – Fundevida) y ella, cuando le expliqué que veníamos de Magangué, nos trajo a la fundación y aquí nos han ayudado mucho. Donde este lugar no existiera no sé qué sería de la vida de nosotras dos”, afirma.
Karen es muy inteligente, conoce todo su proceso y, a su corta edad, habla de ello con madurez. “No me gustaba cuando me hacían las ‘quimios’. Y cuando me hacen un examen que es con contraste, tampoco me gusta. No es porque me canalicen, porque ya estoy acostumbrada, sino que me dan un líquido, que es muy caliente y me tengo que tomar esa bebida contrastada”.
A ella le encanta jugar y ese es su remedio más efectivo para encarar su realidad. Sabe a lo que se enfrenta porque en más de una ocasión le tocado ver partir a varios de sus amiguitos. “Yo no me deprimo. A veces me siento triste pero me pongo a jugar con mis compañeros (los otros niños de la fundación), aunque a veces ellos no quieren jugar porque no se sienten bien cuando les hacen las ‘quimios’, pero después, cuando nos ven jugando a todos, también se ponen a jugar”.
Uno de los momentos en que más lloró, dice, fue cuando empezó a caer su cabello, hasta que lo asimiló. “El doctor que me atendía también se motiló y me dijo: ‘Así vas a quedar tú, pero tranquila, que después va a crecer otra vez”, recuerda sin dejar su sonrisa tierna.
Desde hace un tiempo, Karen le comentó a su mamá que soñaba con ir a México, motivada por las historias que veía en ‘La rosa de Guadalupe’. Y Martha, al pensar que con sus pocos recursos era imposible llegar hasta ese país, le pidió que mientras mirara el programa, cerrara sus ojos e imaginara que estaba dentro de esa iglesia orando ante la virgen por su salud. Pero para Karen no fue suficiente. A finales del año pasado, sin pensar que se haría realidad, expresó su deseo ante varias personas en la fundación y desde entonces empezaron a gestionar los recursos para el viaje.
“Esto le sirve muchísimo en su proceso de sanación, porque la niña tiene mucha fe, eso también debemos cultivarlo y por eso Fundevida quiso apoyarla. Con un grupo muy pequeño de personas, realizamos el sueño de Karen. Algunos donaron los tiquetes, otros el hotel, otra persona regaló el dinero para los pasaportes, otra persona donó ropa y así fue como se pudo hacer el viaje”, explica la psicóloga Nacira Villadiego, directora de Fundevida, una organización sin ánimo de lucro que apoya a los niños enfermos con cáncer y a sus familias y que, también, ha ayudado a muchos de ellos a cumplir sus sueños.
Gracias a su labor, Karen oró ante la virgen por la que siente tanta devoción y conoció la Basílica de Guadalupe, en México, más allá de la pantalla de un televisor. “Fue una experiencia hermosa. Por fin cumplí mi sueño. Era así como me lo imaginaba, como lo había visto por televisión. Cuando llegué allá, eso estaba lleno, me quedé mirando, pero después me puse a orar”, narra la niña, que viajó junto a su madre, la psicóloga Villadiego y una médico.
“La veía tan feliz y en un momento sentí miedo porque no sabía cómo iba a reaccionar ella, pero todo salió bien. Recordaba mucho esa vez que me dijo que quería ir hasta allá...”, agrega Martha.
El próximo sábado, el 23 de febrero, será el cumpleaños de Karen y seguramente, el deseo de todos, sus familiares, amigos, quienes la acabamos de conocer o la conocen a través de esta historia, es que siga sonriendo siempre y que tenga vida para convertirse en esa doctora que quiere ayudar a sanar a muchos niños de esa cruel enfermedad.
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