Facetas


La ciénaga de la Virgen grita su dolor

ERICA OTERO BRITO

12 de julio de 2009 12:01 AM

Dos décadas atrás, La Boquilla surtía de peces al mercado de Bazurto. Hoy es el mercado el que surte a La Boquilla de pescados traídos de otros lugares. En los kioscos de la playa del pueblo, el plato típico puede llegar a servirse con tilapia y otros peces de criaderos; y se puede saborear una sierra o un jurel, pero no pescados en el corregimiento. Los pescadores de La Boquilla se quedaron sin peces. La Ciénaga de la Virgen, que antes era la despensa acuática de Cartagena, agoniza por la contaminación. No obstante, los pescadores continúan explorando sus aguas diariamente, esperanzados en algún día volver a llenar sus botes de meros, pargos, chivos grandes, mojarras, róbalos o lisa, como en los años memorables. Enrique Puerta Girado, quien lleva 30 años en el oficio, recuerda con nostalgia cómo la pesca -hasta la década del 80- era abundante en la Ciénaga. “Había sectores como el Hondo de las Islas, que tenía hasta dos metros de profundidad, y hoy no llega ni al metro; o El Duro, o Rincón Grande, donde uno pescaba hasta lebranche y jurel. Yo me admiraba de la cantidad de peces. Usted quizá no lo crea, pero de esa ciénaga, antes de que se construyera la Vía del Mar, se sacaba hasta sierra y carito, que son pescados de mar. Ahora ni en deseos”. La situación crítica de este cuerpo de agua se ha trasladado a los hogares de los pescadores boquilleros. “Yo estoy vivo porque tengo cinco hijos excelentes que trabajan y mi mujer también trabaja, pero francamente, con la pesca no me ganó ni para la obligación de la casa, uno sale a pescar es por terquedad. En el caso mío, que me gusta pescar de noche, salgo a las 5:30 de la tarde y regresó tipo 3:30 de la madrugada, a veces con cinco peces pequeños que por su tamaño, a lo mucho, 20 centímetros, no se pueden vender sino en $500 o $700. ¿Cuánto me puedo ganar? $3.000, cuando uno se gasta en promedio para hacer un almuerzo regular, $12.000. Imagínese ¿cómo será la situación de los pescadores que tienen hijos pequeños?”, pregunta Hernando Ortega Billar, quien es pescador desde hace 50 años. La pesca en el mar también ha mermado, dicen los pescadores. “La acabaron los barcos pesqueros que hacían sus faenas en aguas no estipuladas por la ley. Hace unos 20 años, en La Boquilla había boliches (red para pescar en el mar) que sacaban hasta 400 kilos de camarón en un solo lance, ahora no pescan ni cinco kilos. “Lo peor es que el producido deben repartirlo entre 10 ó 12 personas que intervienen en la faena. Tienen que ser tantos porque el boliche es muy pesado y se necesita mucha fuerza para sacarlo”, precisa el pescador Ariel Morales De Arco. Por tradición, el boquillero es más pescador de ciénaga que de mar, sin embargo dos factores inciden en que se abstengan a meterse al océano y son la falta de embarcaciones adecuadas (son pocos los boquilleros dueños de lancha) y el costo de la gasolina. “Hasta Lomita Arena uno puede llegar a gastarse $150 mil en combustible, aparte del aceite, la comida y el agua que hay que llevar. Si se piensa en pescar hacia Barú, hay que tener por lo menos $300 mil disponibles y muchas veces, la faena no da ni la plata del costo”, comenta Agustín Guzmán Cantillo, quien de los 60 años que tiene, lleva 52 siendo pescador. EL PROBLEMA La situación desespera a los pescadores de La Boquilla, que ven, impotentes, cómo la Ciénaga se degrada cada día más ante la indiferencia de los mismos nativos, muchos de los cuales contribuyen a ello esparciendo basuras en el cuerpo de agua y rellenando las orillas para construir casas y más tarde venderle esos terrenos a personas pudientes que han visionado el corregimiento como un área prospera para la construcción. “No saben el daño que se hacen ellos mismos”, reflexiona Ariel Morales. La problemática es gigante. La tala indiscriminada de manglares en distintas áreas de la ciudad, la proliferación de rellenos, el desvío manipulado de arroyos naturales que en años anteriores desembocaban en la Ciénaga, oxigenándola; y el vertimiento sin tratamiento alguno del 60% de las aguas servidas de Cartagena, han mermado la capacidad natural de la Ciénaga para degradar el excremento y otros deshechos contaminantes (carbón, fósforo, potasio, etc. Todos los que aparecen en la tabla periódica). El otro 40% de las aguas servidas va a la Bahía por Punta Recluta, y cae en Cuatro Calles. A lo ancho y largo, la Ciénaga de la Virgen grita su dolor. Tiene espacios, como por ejemplo, frente a Fredonia, La Candelaria, La Esperanza y frente a los puentes de La Boquilla, en los que casi no se puede respirar debido a los malos olores causados por las basuras y la putrefacción de las aguas. La sedimentación es tanta que la Ciénaga se navega fácilmente con la ayuda de una palanca, que no es más que una vara con la que el pescador hace presión en el fondo del cuerpo de agua para impulsar el bote. En algunos lugares, por ejemplo cerca al puente Meza, está tan rellenada que el agua únicamente cubre los pies de la persona. Decepciona ver que el cuerpo de agua es recorrido de punta a punta por lisas, extremadamente veloces, que no miden más de diez centímetros. La experiencia del pescador Hernando Ortega le da autoridad para asegurar que ya tienen dos años de vida y por lo tanto no crecerán más. “En la ciénaga el pez más grande puede medir 30 centímetros y es escaso, lo normal es pescarlos de 15 ó 20 centímetros. Ahora mismo, el hambre es tanta, que la gente se come lo que sea, pero son pescados que uno no puede vender en más de $500 y a veces lo que uno pesca sólo alcanza para alimentar a las familias de los pescadores que salimos a la faena”, refiere José Antonio Torres, mostrando los 150 peces pequeños que él y cuatro amigos pescaron en 6 horas. Los pescados grandes de la Ciénaga se encuentran únicamente en los criaderos de sábalos que los mismos boquilleros y gente con recursos económicos de otros sectores de la ciudad, han implementado al lado de casas construidas sobre rellenos ilegales a la orilla del cuerpo de agua. El negocio empieza con algunas “semillas” de sábalos, peces muy pequeños, que los pescadores capturan en varios canales de la ciénaga, frente a la vía perimetral y los venden a $100. Un criadero puede llegar a tener hasta 200 sábalos que son alimentados con las lisas pequeñas de menos de diez centímetros que recorren la Ciénaga. Cada balde lleno de lisas es vendido a $5.000 en los criaderos y algunos dueños de criaderos compran hasta cinco baldes en el día. SE NECESITA UN DOLIENTE “Es un círculo vicioso en el que perdemos todos. Si la Ciénaga se muere, Cartagena habrá perdido una riqueza enorme. Falta celeridad en las soluciones, falta autoridad para detener la pesca arbitraria y para frenar los rellenos, no sólo de los nativos, sino los que hacen los poderosos. Falta autoridad para impedir que los dueños de fincas se adueñen de los arroyos”, precisa el pescador Luis Alvarado, quien reclama un Ministerio de agua para el país. “Si hubiese una cabeza visible que respondiera por las soluciones a estos problemas, quizás Colombia podría explotar adecuadamente sus recursos hídricos”. Fernando Sánchez Rubio, biólogo marino, director del instituto de estudios ambientales de la Universidad de San Buenaventura, complementa la opinión de Alvarado. “A nuestros pescadores les hace falta tecnificación y direccionamiento. Los pescadores de La Boquilla salen a hacer sus faenas a duras penas en botes de madera y algunos en lanchas. Con esas naves es imposible tener una pesca de calidad en el mar, por eso tienen que conformarse con la Ciénaga. En otros países los pescadores son dueños de embarcaciones grandes, dotadas con aparatos técnicos que les indican el lugar exacto de los cardúmenes; eso hace falta aquí”. HABLANDO DE LA CIÉNAGA Sánchez resume el problema de la Ciénaga de la Virgen así: “La Ciénaga ha perdido bastante su dinámica, toda la contaminación que recibe la oxida y hace que haya menos oxígeno para los peces y fuera de eso hay una sobrepesca que ha ocasionado una reacción natural de los pescados a no alcanzar a crecer”. El biólogo marino opina que La Bocana y el emisario submarino, contemplado en el saneamiento de Aguas de Cartagena, son indispensables para recuperar la Ciénaga de la Virgen, pero sólo cuando funcionen al tiempo. “La Bocana juega un papel fundamental en la oxigenación de la Ciénaga, pero no se puede descontaminar algo que se sigue enmugrando; es decir La Bocana puede funcionar a la perfección, pero mientras la Ciénaga siga recibiendo el 60 por ciento de las aguas servidas que se producen en por lo menos un millón de hogares de Cartagena, seguiremos en las mismas. Por eso urge que el emisario submarino empiece a funcionar cuanto antes. Se necesita rapidez en la construcción de este proyecto”. El emisario submarino suspendería de inmediato el ingreso de las aguas servidas a la Ciénaga de la Virgen, ya que será diseñado para que el vertimiento se haga a 20 metros de profundidad en el mar, con remoción de sólidos. El emisario se construye en Punta Canoa, donde los estudios arrojaron que las condiciones oceanográficas de la zona, principalmente la dirección y la velocidad de las corrientes, son adecuadas para garantizar los fenómenos de dilución, dispersión y decaimiento bacteriano requeridos para la eficacia del sistema. El funcionamiento del emisario submarino mantiene a la expectativa a los pescadores en La Boquilla, quienes están esperanzados en que la Ciénaga de la Virgen se recupere, pero al tiempo los preocupa que el problema se traslade al mar. “Los estudiosos pueden decir todo lo bueno del emisario ahora, pero hay que esperar que entre en operación y ver el seguimiento y el mantenimiento en años venideros, para entonces entrar a calificar. Con los años he aprendido que la sabiduría se desprende de la práctica”, advierte el pescador Hernando Ortega.

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