Cada palabra que pronunció la Condesa Adeline de Barry estaba desprovista de todo tipo de ínfulas y simulacros de nobleza.
La propietaria del Château de Saint Martin, un castillo y viñedo en la región de Provence al sureste de Francia, proyecta una calidez inusual, quizá la misma que la ha llevado a crear 8 gamas de vinos siendo el Eternelle Favorite, su invención más preciada.
Su historia se entrecruza con la tradición vitivinícola que data del siglo X, cuando los monjes se instalaron en la región de San Martín desarrollando además de una capilla del siglo XII, una cava subterránea con depósitos excavados directamente de las rocas, una de las propiedades minerales más atrayentes de sus vinos.
La heredera de esta tradición que siempre han manejado las mujeres de su familia es ante todo la madre de 4 hijos, y el prestigio que podría ostentar lo resume a la nobleza de corazón, según ella la única realmente importante.
¿Cuál es la diferencia entre una condesa y una mujer común o plebeya?
- No hay diferencia. Tenemos que trabajar todas, y tenemos todas la misma vía. Pero cuando se tiene una historia muy fuerte como el caso de mi familia, hay cosas que no puedes hacer por tu educación y me parece que hay un respeto que ahora se ha perdido mucho en Francia, donde no se respeta un profesor o a un compañero. Personalmente, en mi familia hay un dicho: el respeto es lo más importante. Ahora se dice en Francia tengo el derecho de... y mi abuelo cada vez que escuchaba que decíamos: ‘Tengo el derecho de tomar un postre o algo así’. Él decía: 'no tienes derechos, tienes deberes'.
¿Cómo llegó a hablar tan bien el español?
- Primero porque en la escuela fue el idioma que elegí y tengo muy buenos amigos en España. También he hecho muchos viajes a ese país. Aquí en Colombia hablan muy rápidamente el español...
Hablemos de San Martin.
- Es un campo muy especial. Hay pequeños montes, hay sitios muy planos, dos colores de tierra, muchas flores y pequeños bosques. Es una propiedad de mi familia desde 1740 que tiene la particularidad de que siempre ha sido administrada por mujeres con excepción de mi abuelo. Porque por ejemplo, mi madre tuvo tres hijas, y ella era hija única, y luego mi abuelo también heredó San Martín de su madre y su tía, y ellas la obtuvieron de su madre.
San Martín es muy interesante porque hay dos tipos de tierra diferentes con colores diferentes. Uno es más mineral y tiene más flores y el otro es más redondo y más lleno, con más profundidad, por eso es importante trabajar ambas variedades, de ahí salen los vinos, son de provincia.
¿Cuál cree que es la condición del vino, en general, que lo diferencia de otros licores?
- Para mí, deja a la persona expresar cosas que no expresaría una persona tímida o permite que digas algo que no podrías decir tan fácilmente. Claro que como todas las cosas no hay que abusar. Pero es lo mismo con el chocolate y con todo. Con un vaso de vino hay cosas que se dicen que no podrían decirse. La gente que no bebe vino no parece tan buena en la comunicación. El vino es una manera de compartir y es precisamente la historia de San Martín.
Era un soldado romano que cabalgaba envuelto en su amplio manto de la guardia imperial, y un día encontró a un pobre, que era Jesús, que tiritaba de frío y con gesto generoso corto su manto y le dio la mitad.
¿Qué es la nobleza y cómo la combina con la producción de sus vinos?
- Antes de todo hay nobleza de corazón y es la más importante. Si no hay ésta, no hay nada. Tienes que dar todo lo que tienes de ti porque si no estás listo a dar todo empiezas a contar lo que vas a dar. Para mí es lo mismo. Y para hacer un buen vino hay que dar pasión. Lo que te permite continuar es la pasión y el respeto, y para mí es muy importante tener tu propia personalidad y no intentar ser como los otros. Cada vino tiene que tener una historia.
¿Dónde se encuentra su paraíso personal?
- En San Martín. No puedo vivir lejos mucho tiempo. La viña. Cuando estaba esperando a mi segundo niño, no podía ir a San Martín porque estaba en París, y recuerdo que mi madre me mandó unas hojas de la viña para sentir la tierra porque me faltaba tanto que no podía más.
Otro paraíso es cuando estoy con mi familia. Yo no podría hacer lo que estoy haciendo sin ellos. Mi marido es otro paraíso. Tengo la suerte de tener un marido del cual estoy enamorada hace 31 años, y si él me dice que nos casemos de nuevo, le dirí: 'Sí, claro'. Porque es muy fuerte lo que tenemos los dos y tengo la suerte de tener 4 hijos, dos niños y dos niñas. Y eso es un milagro.
¿Cómo conoció a su esposo Renaud Barry?
- Mi mejor amigo pensaba que estábamos destinados el uno al otro y por eso hizo una pequeña mentira para que nos encontráramos y habláramos. Al principio yo había decidido no casarme antes de los 35 años, y tener libertad y todas esas cosas. Pero fue a los 22 años cuando nos conocimos y después de tres meses él me pidió que nos casáramos, y así lo hicimos porque había mucha química entre nosotros.
¿Cuál cree que es el mejor método para tener un matrimonio duradero?
- Es duro. Hay siempre que preguntarse si lo que hacemos está bien. Me parece que una buena relación la hace las pequeñas cosas, que son a la larga las que cuentan. Hay que luchar y hacer algo diferente siempre. Luego me parece importante el respeto porque si no hay respeto las peleas se pueden ir muy lejos. Y también me parece importante ser exigente en el amor que das y que recibes. Necesitas tomar cada instante como algo único. Una flor es única, un pajarito es único, y cada pequeño momento para mí es importante.
Siendo esta su primera vez en Cartagena, ¿Qué perspectiva tiene ahora de esta ciudad?
- Es la primera vez que vengo. A Bogotá sí vine el año pasado. Pero mi hijo que tiene 28 años y a quien le encanta Cartagena me habló muy bien de esta ciudad. La conocía mucho y él sabe muy bien lo que me gusta. Él ya venido tres veces a Colombia y tiene grandes amigos y quería hacer negocios. Por otra parte he notado que la gente es muy espontánea, ¿O no?
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