Un trágico accidente aéreo en el que Raúl Fuentes, más conocido como Raúl Gasca, perdió a su madre y a su hermana es el causante de que el polifacético artista recuerde constantemente a Colombia y piense en algún momento en radicarse en este país.Raúl, con 32 años de edad, es el director del ‘Circo de los Hermanos Gasca’, un espectáculo que lleva más de 100 años divirtiendo a familias enteras de todas las partes del mundo.
“Es muy difícil elegir un destino para vivir, pero yo he considerado a Colombia porque este país nos ha marcado la vida”, dice el cirquero.
Cuenta que llegó a Colombia cuando tenía 2 años, pero un acontecimiento que ocurrió en el año 1988 le cambió la percepción que hasta ese momento tenía de la vida.
“Mi padre y mi madre en aquel entonces recorrían frecuentemente Centro y Suramérica, en uno de sus tantos viajes decidieron poner el circo en Cúcuta, desafortunadamente el avión en el que iba mi madre y mi hermanita se estrelló. Fue algo muy fuerte para mi papá, yo tenía apenas 8 años y desde entonces ya él no quiso viajar”, dice Gasca.
Relata que estuvieron muchos años en Colombia, nueve en total, más de lo que habían durado en cualquier otro sitio.
“Mi papá siempre dice que uno es de donde nace, pero también de donde va dejando a sus seres queridos. Mi mamá y mi hermanita están allá en Cúcuta porque eso lo declararon campo santo”, agrega.
El circo, un trabajo sin vacaciones
Su oficio no le permite a Raúl Gasca tomar vacaciones, detenerse generaría muchos gastos, así que casi siempre están de función en función.
“El circo debe estar todo el tiempo funcionando porque aquí hay mucha gente y muchos animales, parar representa un gasto gigantesco, ¿qué ponemos hacer a los animales y a tantos artistas durante ese receso?”, se pregunta.
Las veces que ha tenido oportunidad de ir a algún sitio “a descansar” ha sido para observar circos en otros países. La última vez se fue con su sobrino Martín a Montecarlo (Mónaco) para el Festival Internacional de Circo que se desarrolló allá.
Pese a que la mayor parte del tiempo están viajando la relación con su familia no se ha visto afectada, ya que los miembros más cercanos también hacen parte del espectáculo.
“Somos del Distrito Federal de México, pero hemos sido criados en todo el mundo. La familia cercana anda con uno en el circo y la familia más lejana como mis tíos y primos andan regados por todas partes y también están en el negocio”, manifiesta.
Del público cartagenero resaltó lo receptivo, cálido y animado que se ha mostrado función tras función.
“Llevamos muy pocos días, sin embargo, hemos notado que la gente es muy ‘prendida’. Uno les dice que nos ayuden con las palmas y ellos además de eso se levantan, resulta muy bonito y gratificante para uno como artista. Hay buena química”, cuenta Gasca.
La nueva generación
El hombre, que canta sobre los caballos, hace el globo de la muerte, presenta a los tigres blancos, se disfraza de payaso y al final también despide la función, no está solo... tiene a su lado a su hermano y a su sobrino: Juan Cebolla y Martín Gasca.
La juventud y la experiencia se unen para dar vida a un show impecable, colorido.
Juan Cebolla es un adolescente de 14 años de edad que ve en el circo un estilo de vida que espera conservar mientras siga con vida.
Su nombre artístico y real es Juan Cebolla en honor a su abuelo, un hombre que dedicó sus mejores años a ese negocio y que cuando salía a la pista disfrazado de payaso era ovacionado por el público que lo llamaba de ese modo, por eso su padre le puso ese nombre.
“Amo este trabajo desde que recuerdo. Hice mi primera actuación con Martín (su sobrino) en un número que se llamaba ‘la cama elástica’, yo sólo tenía 6 años”, expresa Juan.
Raúl y Juan Cebolla estudiaron primaria y secundaria con maestros particulares. Aunque este último ha tenido la posibilidad de cursar sus estudios de forma más formal, gracias a un programa de su país (México), en el cual se capacita a todos los jóvenes cirqueros que por su oficio no pueden ir a una escuela oficial.
El hermano mayor, Raúl, dice que aunque no fue a la universidad el aprendizaje que ha obtenido a lo largo de estos años lo hacen sentirse un profesional del arte.
“ Hoy en día yo soy el que maneja el circo y para esto tienes que aprender desde cómo se levanta una carpa hasta ir a los medios y hacer una publicidad, esto es prácticamente una carrera”, expresa Raúl Gasca.
Juan Cebolla, por su parte, asegura que presentarse en una función requiere disciplina como cualquier otro estudio.
“Me quedo con el circo y veo a mi hermano y a mi papá y reafirmo que quiero esto”, dijo Juan, el hermano menor Gasca.
Raúl se ha encargado de inculcarles a su hermano y a su sobrino, que es como si fuera otro hermano, la importancia de estar agradecidos con la profesión.
“Ellos dos son como las ‘estrellitas del circo’ y como tal saben que la vida fuera del circo es más dura. Nosotros tenemos un trabajo bendecido en el que la gente te admira y paga por verte. Para el público es una labor inusual pero para nosotros es lo más normal del mundo”, dice Gasca.
Manifiesta que han tratado de ponerle juventud a cada uno de los actos, por eso da la impresión que en el circo no hubiera gente adulta.
“Ya el más anciano soy yo y eso que no estoy tan viejo, hemos tratado de inyectarle mucha juventud al circo. El futuro del circo son ellos, mi hermano y mi sobrino, eso me enorgullece”, comenta.
Los “Don Juan” del circo
Sobre sus relaciones sentimentales Juan Cebolla asegura que no se ha enamorado y en broma comenta que él y su primo Martín son como marineros que en cada puerto tienen una doncella.
A diferencia de los dos jóvenes, Raúl sí encontró el amor y fue una colombiana la que precisamente robó su corazón. Se trata de una joven actriz con la que se conoció en Bogotá. Desde hace 3 años están juntos y aun cuando la relación se ha tornado difícil por los frecuentes viajes del cirquero el amor que siente la joven pareja es más fuerte.
Acerca de su hermano y sobrino, Juan y Martín, dice que son unos imanes para atraer mujeres y que en los lugares donde van, ambos sirven de ‘gancho’ para jalar chicas que vayan a ver el espectáculo.
“Ellos se están convirtiendo en un fenómeno, esto es un griterío por estos dos y ni que estuvieran tan guapos”, dijo, entre risas, Raúl.
También coinciden en que el trabajo y el profesionalismo se hacen fundamentales a la hora de dar un espectáculo de calidad.
“A uno desde niño le enseñan a que pase lo que pase este es el trabajo de uno y el público no viene a que les trasmitas tus problemas, todo lo contrario, vienen a olvidar los suyos, por eso cuando sales al escenario tienes que poner la mejor cara”, precisa Gasca.
Juan Cebolla manifiesta que en el futuro se imagina siendo una estrella como su hermano mayor.
“En unos años me visualizo como Raúl, igualito”, puntualiza.
Entre tanto, Raúl dijo que su sueño más importante es envejecer haciendo lo que mejor sabe hacer en la vida: ser cirquero.
“Podría radicarme en cualquier sitio, aunque siempre he pensado en Colombia como destino final. Sueño con llegar a viejo y ver a mis hijos y, si se puede, a mis nietos actuando así como mi hermano y mi sobrino lo hacen hoy. Saber que ellos aman este oficio sería una locura para mí”, concluyó Gasca.
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