¡Súbele! ¡Súbele!, grita Jose eufórico en medio de la sala donde baila ‘apercollao’ con una morena de ojos grandes. ¡Súbele! ¡Súbele! - exclama sudoroso, mientras se lleva la mano al pecho, cierra los ojos y suspira. ¡Porque yo soy getsemanicense! ¡Ese es mi himno! -remata-.
Ese no sé qué que Jose siente en el pecho es el mismo invade a Miguel, a Davison, Roberto, Amada, Carlos y a todos los raizales del barrio Getsemaní apenas suena la primera nota de ‘El Getsemanicense’.
Es que hace rato ‘El Getsemanicense’ dejó de ser una simple canción para convertirse en el himno supremo del barrio. Este son pregón conoció la luz en 1971, en el álbum ‘Encontré la Cadenita de la orquesta ‘Sonora Dinamita’, y quizá entonces Lucho Pérez no imaginó que conseguiría tocar las fibras una especie de ‘¿patriotismo? barrial’ y describir la autenticidad del Caribe desde lo popular.
¿Será que Lucho Pérez pensó que en Getsemaní todos la conocerían y corearían? Porque no hay casa con equipo de sonido en el barrio donde no suene cada domingo o “cuando la ocasión lo amerita”, que es casi siempre.
Por esos motivos, y por otros, que difícilmente pueden describirse con palabras, hemos desmenuzado las historias detrás de ‘El Getsemanicense’ junto a raizales y académicos. Estas dos páginas son un homenaje a un poema musical inmortal en la memoria colectiva de los hijos de Getsemaní.
Lado A
‘El Getsemanicense’
I¡Aaaaaaaaaaaaaay!
Yo soy Getsemanicense
Barrio de bravos leones
Sincero de corazones
Y amables en el tratar.
II
Nací en la calle San Juan
Hijo de Nau y Manuela
Y en el pasaje Luján
Donde quedó la burrera
Yo me iba pa'l platanal
A jugar con Micaela.
¡Qué lindo Cartagena!
Coro:
Soy orgulloso
De ser getsemanicense
Qué dicha grande
Ser nacido en Cartagena.
III
¡Aaaaaaaaaaaaaay!
Las calles del Pedregal
Lomba y Espíritu Santo
Callejón Angosto y Ancho
Que a mí me vieron pelear.
No es que me quiera alabar
Pero vencí a los mejores
Al gran Titina, a Canoles
A Fermín y a Coreto
Al Turco, a Quintín a Maqueco.
Al bravo de Ripindao
A Pello Malo, a Pecho Quemao
A Pelota el Cantantín
A ese le partí la boca
Peleando por un balín.
¡Eeepa!
Coro:
Soy orgulloso
De ser getsemanicense
Qué dicha grande
Ser nacido en Cartagena.
V
¡Aaaaaaaaaaaay!
Barrio de Getsemaní
Con tus grandes deportistas
Boxeadores, beisbolistas
Cantantes y pregoneros
Que lo sepa el mundo entero.
Fue aquí en la plaza del Pozo
Fue que un cubano glorioso
Dio el grito de independencia
Aquí nació la insurgencia
Del pueblo cartagenero
Para que los chapetones.
Se fueran de nuestro suelo.
¡Orgullloso, de ser getsemanicense!
(Bis)
Lado B
I
Estos ‘bravos leones’ no eran animales, eran los León: una familia de beisbolistas y periodistas. “Eran hombres apegados a la cultura del barrio", explica el investigador y filósofo Luis Enrique Muñoz. "Entre ellos se destaca Plutarco Meléndez León, cuyo seudónimo era 'Plumeles', padre de Nilda Meléndez, la reina del Cabildo de Getsemaní.
“Aunque no lo mencionan en la canción, Telmo Miranda León era un hombre reconocido por sus pasteles y sus sopas de mondongo calificadas como ‘exquisitas”’.
En la primera estrofa, Pérez destaca a los getsemanicenses como "seres sinceros de corazones", refriéndose a la ‘simpatía’ propia del ser Caribe.
II
Nausícrate Pérez, uno de los 36 hijos que dejó Lucho Pérez, cuenta que con la canción su padre quiso narrar sus orígenes y experiencias en el barrio que lo vio nacer.
Por esta razón, en la segunda estrofa menciona a sus padres. Nau (Nausicrate Pérez Ricardo) y Manuela Cedrón Acgñes, que llegaron a la calle San Juan, donde Lucho nació.
Habla también del Pasaje Luján, un lugar recordado por ser un establo para burros. “El compositor evoca esta imagen de su infancia, recuerda el pasaje Luján, donde estaba el pasaje del Turco Luján, y al lado, un lote donde pastaban burros, que quedaba en al calle La Sierpe”, cuenta Muñoz.
“El platanal y la compañía de Micaela hacen una pícara alusión de Lucho Pérez a la forma como cortejaba en su adolescencia”, sostiene.
Coro:
“Cuando yo canto el corito de la canción, me sale con sentimiento, porque para mí es un orgullo ser de este barrio”, señala Octavio, un getsemanicense de 43 años.
“En el coro se hace una doble nombradía al orgullo de ser getsemanicense y a la enorme dicha de ser nacido en Cartagena”, expone el investigador.
III
En la tercera y cuarta estrofa se menciona las calles El Pedregal, Lomba y Espíritu Santo, y los callejones Ancho y Angosto, y Lucho manifiesta que ahí lo “vieron pelear”.
“Getsemaní es un barrio colorido y alegre, pero aquí hay calles más bulleras que otras. La calle Lomba es bastante concurrida, lo mismo que los callejones Ancho y Angosto, donde aún viven raizales”, expresa Davinson, habitante del barrio.
El investigador Enrique Muñoz explica que el cantante Lucho Pérez no fue un hombre de pelea y que en la canción solo busca “recrear su hombría ciudadana, enalteciendo a sus compañeros de barriada”.
Titina, Canoles, Fermín, Coreto, Maqueco, Pelota el Cantantín, Pello Malo y Pecho Quemao fueron amigos del compositor y ampliamente reconocidos en el barrio.
En su orden: Dagoberto Díaz Batista (Titina), maestro de construcción; Roberto Ramírez Yatí (Canoles), navegante; Fermín Berrío (Fermín), propietario de las casas de Getsemaní pintadas de rojo; Jorge Díaz Alzamora (Coreto), director por mucho tiempo el equipo de béisbol en el barrio.
El Turco fue un pescador; Ramón Brú (Maqueco), vendedor ambulante; Guillermo Acevedo Medrano (el bravo de Ripíndao), cuyo apodo proviene de un episodio que vivió en su taller de fundición: se quemó y quedó con muchas cicatrices; Pedro Malo Rodríguez (Pello Malo), beisbolista; Ignacio Prada (Pecho Quemao) también sufrió quemaduras en su cuerpo; y Remberto Brú Maciá (Pelota Cantantín), químico y cantante, cuya “pelea con Lucho” nunca se llevó a cabo, “una pelea de ficción”.
IV
En la última parte de la canción, Pérez evoca a manera de características, las virtudes que ofrece su barrio. “Es que Getsemaní es cuna de beisbolistas, boxeadores, cantantes. La gente de Getsemaní es alegre, talentosa y eso lo quiso dar a conocer mi padre”, expresa Nausícrate Pérez.
El compositor remata con una estrofa certera, donde rememora el grito de la Independencia del 11 de noviembre de 1811, a cargo de Pedro Romero, que siempre hemos conocido como cubano, pero según el historiador Sergio Solano Aguas fue cartagenero. En la canción, Lucho reivindica la “insurgencia del pueblo cartagenero”, y demuestra la necesidad de Cartagena de “liberarse” de los colonizadores españoles.
Epílogo
Cada vez que suene el pregón, habrá algún getsemanicense que suspire y se ponga la mano en el pecho. Cada vez que suene, cada personaje se hará inmortal y, aunque Lucho Pérez haya muerto en 2002, en Getsemaní no habrá un domingo donde no lo recuerden.
La investigación
En su artículo ‘El Getsemanicense, un son pregón que es himno de Cartagena’, el investigador y filósofo Enrique Luis Muñoz (Cartagena, 1953) basó su fuente oral en personas mayores de 60 y 70 años, residentes en Getsemaní y tuvo la oportunidad de conocer y compartir momentos con los amigos de Lucho Pérez que se mencionan en la canción.
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