Facetas


La nostalgia se llevó al profesor Silguero

Como el personaje principal del ‘Coronel no tiene quien le escriba’, el profesor Daniel Silguero se quedó esperando un dinero que nunca llegó.

Lo esperaba para reconducir su vida. Esa que se acabó en los primeros días de febrero en un apartamento en Castillogrande que habitaba en solitario y lleno de nostalgias.

Se enamoró de Cartagena la primera vez que el fútbol lo trajo a ella, en 1991. Lo cautivó el mar y la tranquilidad de la ciudad amurallada, pero lo amarró la deuda que Real Cartagena no llegó a pagarle.

Daniel Juan Tomás Silguero nació en Argentina hace 67 años. Fue futbolista y luego entrenador. Reconocido en el continente en sus dos facetas y recordado por su personalidad dura, pero noble y leal.

Jugó en Unión y Colón de Santa Fe. Pasó por Boca Juniors y River Plate, clubes con los que forjó las dos visiones con las que entendía el juego.

Las dos escuelas tradicionales del fútbol argentino, les llamaba. La filosofía de la escuela de River Plate es la que expone al balompié como un deporte sutil, jugado con estética y de gran calidad. La de Boca Juniors es la del trabajo duro, del esfuerzo, del sacrificio, la que en el lenguaje canchero llaman ‘meter más huevos’.

Entendía el significado de las dos escuelas, pero simpatizaba con la de River. Decía que la evolución del fútbol debía apuntar siempre al espectáculo, un estilo que retratan clubes como Barcelona y que buscan otros con grandes inversiones, como París Saint Germain o Manchester City.

Como entrenador dirigió a equipos de Argentina, Ecuador y Colombia. También participó en proyectos del Barcelona español en Buenos Aires y en Ecuador.

Su carácter lo distinguió como alguien particular y productor de anécdotas. En Santa Fe, ciudad argentina, todavía recuerdan el día en que duró tres horas y media sin parar de hablar durante una charla técnica en el vestuario.

En Real Cartagena solía castigar las derrotas con charlas que realizaba en mitad de cancha y bajo un sol sofocante.

Su historia en Colombia la empezó a escribir en las inferiores del América de Cali. De allí pasó a la que sería su primera experiencia con Cartagena, ciudad en la que muchos años después sellaría su destino.

Llegó en 1991 para dirigir a un Unión Magdalena, que se trasladó a la capital de Bolívar para el segundo semestre de ese año y que por motivos de patrocinio pasó a llamarse Unión La Cartagenera.

Dirigió a jugadores como Eugenes Cuadrado, Guillermo ‘Efectividad’ Serrano, Jorge Rayo, Teddy Orozco, Marcelo Ibáñez, entre otros, pero no clasificó a los cuadrangulares y el equipo volvió a Santa Marta para el siguiente certamen.

Regresó a la ciudad amurallada en 1997 para intentar ascender a Real Cartagena. Dirigió un proyecto en el que aparecieron jugadores que luego serían protagonistas del fútbol colombiano, como Jorge Banguero o Robinson Zapata.

No ascendió en dos temporadas, pero dejó el camino abierto para que, en 1999, el equipo ascendiera bajo la dirección de Hernán Darío Herrera.

Por un tiempo, el profesor Silguero se apeó de Cartagena para continuar con su vida dedicada al fútbol. Pero la magia de la ciudad ya lo había encantado y lo aguardaba con paciencia cargada de pruebas, nuevas experiencias, decepciones y otros desengaños.

Su destino lo trajo de vuelta. Llegó a trabajar de nuevo con Real Cartagena, una institución que le traía buenos recuerdos.

Pero el devenir le enseñaría que, como decía Heráclito hace más de dos mil años, nadie se baña dos veces en el mismo río. Y el Real Cartagena que se encontró no era el mismo de 1997 y 1998.

Aquel era un equipo que buscaba el ascenso. El de 2012 era uno condenado al descenso, al fracaso deportivo.

Algunos de sus amigos en Cartagena cuentan que su carácter lo llevó a enfrentar a las directivas, por lo que se deterioró la relación y en ese 2012 salió del equipo. Esta vez se quedó en la ciudad, pues el club le debía dinero.

La soledad lo acechó entonces en una ciudad en la que no tenía familia. Las amistades que había forjado y su resiliencia lo ayudaron a aguantar.

Se hizo comentarista deportivo en emisoras de la ciudad, con el programa ‘Los galácticos’. Los periodistas lo aceptaron como una autoridad en el análisis del fútbol y algunos de ellos recuerdan que vaticinó la actualidad de Real Cartagena en ese mismo 2012.

“Real Cartagena va a descender este año y va a durar 10 en la B”. El descenso se cumplió y desde entonces han pasado 6 años con el equipo en el sótano del fútbol.
El periodista Hegel Ortega cuenta que el profesor Silguero se aferró a las amistades para escapar del olvido y la soledad.

Aunque como comentarista se mantuvo cerca al fútbol, con los años cedía un poco a la nostalgia de una profesión perdida.

Real Cartagena se acogió a la Ley de Insolvencia y, aunque se comprometió a sanar sus deudas en diez años, el profesor Silguero no recibió el pago que le debían.

Había decidido marcharse de Cartagena cuando le pagaran, pero lo hizo antes.

Su semblante se deterioró y su apetito pareció esfumarse. Algunos de sus amigos lo creyeron enfermo, aunque nunca habló de padecimientos.

En las últimas semanas de enero de 2018 se refugió en la soledad que tanto evitó. Sus amigos intentaron localizarlo en vano y una tristeza implícita dejaron entrever las últimas palabras que cruzó con el equipo de trabajo en ‘Los galácticos’.

Juan Carlos Revollo terminaba de jugar un partido recreativo en una cancha sintética el sábado 3 de febrero cuando una llamada interrumpió su mañana alegre. El profesor Silguero, su compañero de programa radial y amigo, fue encontrado muerto en su apartamento. Un infarto detuvo su corazón días antes.

“A él se lo llevó la nostalgia de la vida. Iba viendo que el cronómetro lo tenía en contra, minuto 90, tiempo de adición y a lo mejor ya se daba cuenta de que no podía empatar el partido”, reflexiona su amigo Hegel Ortega. Dice que Silguero será recordado como un tipo de carácter, frentero, jovial, familiar y honesto.

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