Facetas


“La otra cara de Cartagena es ofensiva”

ANDRÉS PINZÓN SINUCO

24 de septiembre de 2012 07:45 PM

Pregunta. ¿Cómo recuerda a su mamá?
Respuesta. Fue una persona muy especial y reconocida en Ibagué porque luchó toda su vida porque las cosas fueran mejores. Los negocios más bien la aburrían, le parecía que no era una cosa que valiera la pena, mi papá tampoco era un tipo muy interesado en los negocios, eran malos negociantes.Fue la fundadora del Club de Jardinería de Ibagué, también de la Sociedad de Desarrollo Artesanal del Tolima, jugó un papel muy importante en el cierre de la Isla Gorgona, escribía en el periódico. Era una persona de unos principios supremamente firmes en lo moral y en lo ético. Era una persona encantadora a su manera, porque también era capaz de matar a un gato de un regaño (ríe).

P. ¿Lo regañaba mucho?
R. Pues sí, más o menos. Yo la quise mucho y fue muy especial. En Ibagué dejó una huella importante. Y mi papá era muy distinto, era menos preocupado por cosas importantes, era más de una vida sencilla y tranquilla, con un muy buen sentido del humor y muy cariñoso.

P. ¿Cómo recuerda su infancia y de qué modo lo marcó para siempre?
R. Tuve como todos los niños una infancia y una juventud hasta los 18 años absolutamente feliz. En mi infancia vi muchas cosas que no me gustaron y en mi casa había un ambiente democrático, y se leía y se hablaba de cosas interesantes. Y la pobreza me generaba una molestia, el atraso del país me molestaba. Veía que en el resto del mundo había grandes fá-bricas, industrias, aviones, tecnología y aquí no hacíamos casi ni un par de zapatos.
Entonces la injusticia social de una parte, y el atraso productivo del país, me impactaron desde muchacho... y llego a Bogotá y encuentro que hay quienes dicen que el mundo puede cambiar, ‘el mundo puede ser distinto’, y empiezo a leer y leí mucho y me convencí de que ese era mi deber en la vida.

P. ¿Qué factores le hacen tomar la decisión de emprender una lucha política?
R. Fue una decisión muy consciente. Yo llegué a la Universidad de Los Andes en el año 68, fue un golpe de suerte mío. Estamos hablando de las jornadas de mayo en Francia, de los levantamientos estudiantiles contra la invasión norteamericana a Indochina, estamos hablan-do de toda la conmoción que venía del continente americano después de la revolución cuba-na, yo era un muchacho de 18 años que caí en esa piscina digamos...

P. Pero para tomar esa decisión tuvo que renunciar a otra suerte, otro destino...
R. Por mi origen social no debí haber sido una persona de izquierda, pero bueno vi eso, y leí cosas y estudié mucho. En el año 71 de una manera absolutamente consciente renuncié a lo que se supone que estaba destinado que eran los negocios; para dedicarme a esta lucha po-lítica y social y cumplí ahorita 40 años de estar en esto.

P. ¿Cómo influyeron sus padres en su decisión?
R. Tuve la suerte de nacer en una familia no de adinerados pero nunca faltó nada. Nos criamos con una cierta comodidad económica, nunca tuvimos esas estrecheces, pudimos es-tudiar en las mejores universidades o por lo menos las más reputadas, entonces digamos que a mi me fue muy bien en la vida de joven y disfruté muchísimo eso.
Pero al mismo tiempo en mi casa, además de que había ese ambiente como de mucha preocupación por las cosas de la sociedad y de las fiestas, también mi padre era un buen lector y se hablaba de cosas. Hubo periódicos y revistas desde que nacimos, y algunos de mis amigos se interesaban por cosas diferentes.
Cuando llego a la Universidad y me salgo del ambiente de fiesta de Ibagué encuentro este movimiento estudiantil, y hay un cambio y me empiezo a interesar más por las cosas de la economía, la política, y la historia. Algo de eso traía de Ibagué pero traía mas fiesta que cosas juiciosas (ríe).

P. ¿Dónde dejó la arquitectura?
R. No la dejé tan lejos. Me acompañó hasta el 2002, yo termino la universidad y me voy a trabajar a Manizales y entro de profesor a la Universidad Nacional (Unal), y fui durante 26 años profesor de tiempo completo. Hice todo el escalafón, gané buena parte de las distinciones que la Unal le confiere a un docente.
Soy premio nacional de Arquitectura en Teoría, Historia y Crítica, y bueno hasta el 2002.
No fui digamos constructor ni diseñador, no en los negocios de la arquitectura, sino pro-fesor y eso lo hice con mucho juicio. Sigue siendo algo que me interesa bastante.

P. Usted popularizó en una temporada el término ‘Parauribismo’.
R. Fue un término que yo acuñé en su momento, un término bien duro...

P. ¿Ahora se está desmarcado un poco de él?
R. Yo no tengo pleitos eternos. Tuve una confrontación dura con el expresidente Uribe y con ese gobierno, pero esa era la lucha política del momento.
Hoy pienso que Uribe es un árbol caído y que el jefe de las fuerzas retardatarias de Co-lombia es Juan Manuel Santos. Entonces tengo un pleito con él (Santos) que tampoco es personal, es un pleito político. Y por supuesto que disiento de casi todas las cosas que dice Álvaro Uribe y cuando me toca decirlo las digo.
Pero no soy una persona de odios ni de pasiones, en su momento fue un buen término, era correcto y lo plantee, y se usó un tiempo... y bueno cambian los tiempos...

P. ¿Alguna vez ha intercambiado opiniones personalmente con Uribe?
R. No lo he visto personalmente en mi vida. Nunca le he dado la mano, nunca hemos estado en el mismo sitio, ni una sola vez.
Una vez algún periodista en Manizales me llamó y cuando me di cuenta estaba al aire, y Uribe estaba también en la radio en un pueblo del oriente de Caldas. Nos intercambiamos dos o tres opiniones.

P. ¿Qué representa para usted Cartagena?
R. Tanto en planos como en físico representa a una de las ciudades más bellas del mundo. Soy arquitecto, entonces para mí esta geografía, el plano de Cartagena, esa agua metiendose por todas partes, las murallas, los edificios, las puntas, las ciénagas... ¡Es una cosa preciosa!
Representa una gente queridísma. Me encantan los costeños. A mí me encanta todo el mundo en Colombia, y los pastusos y de todas partes... pero los costeños me encantan particularmente. Tengo amigos cartageneros queridísimos aquí.

P. ¿Qué le gusta hacer cuando viene?
R. Antes venía mucho a vacaciones, ahora vengo es a trabajar, ya ni vestido de baño trai-go. Y una de las pérdidas grandes en estos asuntos de volverse una persona conocida es que se pierde la privacidad... entonces no es tan agradable estar en sitios públicos. Soy mas bien tímido además, pero bueno cada vez que vengo a Cartagena la gozo caminando por el Centro, me subo a la muralla, miro los atardeceres, me encanta.

P. ¿Pero prefiere los sitios cerrados?
R. Prefiero los sitios privados, ya desde los 20 años prefiero una casa con unos amigos con música suave, con buena luz, porque con esas cosas oscuras y música estridente no puedo...

P. ¿Y la otra cara de Cartagena?
R. La otra cara de la moneda es lamentable. La otra cara de Cartagena es dolorosamente ofensiva. La miseria, los barriales, conozco mucho a Cartagena, he estado en muchos sitios, a Bolívar también lo conozco más o menos bien.
Y bueno la pobreza de Cartagena, y de toda la Costa, y de toda Colombia es de las cosas que me tienen en esta lucha, yo no puedo transigir con eso, eso me crispa y me desespera.

P. ¿Cómo podemos ayudar las personas que no estamos en política?
R. Hay que luchar por cambiar a Colombia. O se cambia profundamente todo el país, o aquí vamos para una situación de extrema gravedad porque el país se está hundiendo literal-mente.
Santos está liquidando el país o acabando de liquidarlo. Así haya un boom de especulación en este momento, y de mucha plata, y hay unos espejismos y edificios muy altos, una borrachera consumista; pero por debajo hay una especie de cáncer destruyendo el aparato productivo y eso tiene a Cartagena presa y a todo el país preso, y si eso no se cambia de fondo vamos para tiempos muy malos.

P. También, es sabido, y la gente percibe un ambiente de corrupción en la mayoría de las instituciones públicas y privadas...
R. Voy a decir una cosa muy dura: ‘Colombia cada vez coge más cara de ser no una de-mocracia sino una cleptocracia’.
Así de complicada es la cosa. La política, en proporciones muy grandes, está conformada por asociaciones para delinquir. Es decir, se hace política para entrarle a saco al Estado. Eso es de una gravedad inaudita, pero con otro agravante, y es que... pueden darse el lujo de gobernar de la peor manera porque como ellos están es en el delito se eximen de sus propios malos gobiernos.
Osea el Gobierno tiene una pésima economía y destruye la economía pero si su negocio es defraudar al erario, o el narcotráfico, o el desfalco, pues entonces no les pasa nada. Entonces son esas burbujas que se terminan creando: que a unos muy poquitos les va bien y a los de-más les va mal.

P. Usted es además un miembro activo de la comunidad de las redes sociales, especial-mente de Twitter...
R. Soy gomoso de todas las cosas electrónicas, me gusta estar al día. Estoy haciendo un esfuerzo por no envejecerme.
Tuve computador en el año 85 cuando muy pocas personas tenían, no soy un experto en computadores... probablemente fui la primera persona que empezó a utilizar en política los correos masivos en el 98. Hoy le envío a 150 mil personas. Probablemente fui el primer congresista que tuvo página web o uno de los primeros, y al Twitter le saqué el cuerpo mientras pude porque eso se vuelve otro trabajo. Pero bueno hace un año decidí meterme y tengo como 50 mil seguidores.
También escribo para La Patria de Manizales un artículo desde el año 89, y he publicado 12 o 15 libros, o sea que todo lo que es medio masivo de comunicación me encanta.

P. Su último tweet fue hace una hora, y hasta el momento ha escrito 5.140 trinos...
R. Soy medio hiperactivo como todos los que estamos en política y hay mucho tiempo muerto o semi muerto, uno va aprendiendo a oír con un oído y a mirar con el otro, y como tengo facilidad para escribir me rinde...

P. ¿Por qué seguir luchando por cambiar el país cuando mucha gente, especialmente los jóvenes, prefieren abandonarlo?
R. Primero porque soy un enamoradísimo de mi país. Un patriota en el mejor sentido de la palabra. Eso lo considero como un deber, entonces no se me pasa por la cabeza por ejem-plo irme, y considero un deber luchar por cambiar positivamente el país.
Yo no estoy obligado a cambiarlo pero sí a intentarlo, y lo voy a hacer hasta el último día, cosa que además hago con mucha alegría y me siento muy bien y estoy muy contento, es de-cir no hay que verlo como un sufrimiento ni mucho menos porque lo hago con todo el gusto.

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