Facetas


La reina que no se rindió

IVIS MARTÍNEZ PIMIENTA

21 de agosto de 2016 12:00 AM

Son las tres de la tarde y bajo el sol del barrio Nelson Mandela, la fachada de la casa de la reina saluda con una enorme pancarta de bienvenida. Se nota el esmero. Más de una docena de jóvenes se aglomera en la puerta para recibir a su Breidyng, esa amiga que le ha dado un inesperado triunfo a la comunidad.

A lado y lado de la calle principal, se asoma la gente y los murmullos aumentan.

“Yo la quiero es ver”, dice ansiosa Mayerli Caicedo, una de sus amigas más cercanas.

Un taxi se parquea en la puerta y empiezan los vítores. “¡Te queremos Breidyng te queremos!”, cantan a coro. Empiezan los abrazos y las felicitaciones. Una lágrima se escapa del rostro de la reina de 18 años.

Breidyng De la Hoz Rocha, Reina Nacional de la Agricultura, vive a orillas de la calle principal del barrio, un suburbio de Cartagena, y su historia podría ser como la de cualquier otra reina, pero no. Ella pasa de la casualidad a los obstáculos fácilmente...

La escoge su asesor, Camilo Gamarra, porque la niña a quien buscaba no asistió a la práctica de baile con el grupo DMC, al que Breidyng pertenece, así que le presentan a esta última. “Está perfecta, esta es más bonita”, cuenta la joven que le dice, y se ríe por su falta de modestia. Le proponen que represente a Bolívar en el Reinado del Bullerengue, pero no se imagina que al llegar a la Gobernación, la escogen para un concurso nacional: el Reinado de la Agricultura. “A todas éstas pensé que era mentira”.

Pero no, es cierto y cuando se oficializa el acuerdo, ella sabe la responsabilidad que tiene en hombros.

Pasa de 69 a 58 kilos, ¡baja 11 kilogramos en un mes y medio! Todo un récord. El método: una estricta dieta (con el atún como principal ingrediente) y ejercicio regular. El tesón parece ser una de sus mejores cualidades. “Tocó despedirme de mis comidas ‘chatarrísimas’”, dice sonriendo. “Uno en un espejo se ve y yo sabía que no estaba bien para lo que me tocaba hacer. Tuve que poner de mi parte”. Tiene una sonrisa encantadora y un rostro que más allá de ser hermoso, transmite confianza. A los 18 años es una mujer llamativa, que conquista por su sencillez. Cuando habla es imposible no reír porque tiene una gracia innata.

Empieza el camino
Casi desiste de ir al Reinado Nacional de la Agricultura por falta de dinero para costearse el vestuario y sus otras necesidades. Con cerveceros, bingos y rifas, organizados por sus incondicionales amigos, logra continuar. Pero siguen las preocupaciones.

El día esperado, estando ya en el aeropuerto, al avión le hacen mantenimiento. “Dizque le tenían que cambiar una llanta”, explica sorprendida. El vuelo, programado para las 6 de la mañana, despega después de las ocho de la mañana. Llega de última a Palmira, Valle, luego de que la comitiva con bombos y platillos recibe a las demás candidatas y les impone la banda. En el almuerzo le imponen la suya. Toca así, como “la hija de menos mae”.

Pero los ángeles la rodean y la comitiva que debe adoptarla lejos de casa es en sus palabras es “la mejor del mundo”. “Le costearon a mi mamá el viaje para que fuera a verme... vi a mi mamá y dije ‘¿qué haces aquí?’”, cuenta llena de emoción.

Allá mismo, en Palmira, a minutos de entrar al Desfile de Carrozas, su representante no llega con el vestido de fantasía, pues le toca irse por tierra. Las ganas están, la belleza... pero el vestido no. “De pronto me tocan la puerta y me traen un vestido hermoso”. Destinado para ella, luce su atuendo con alegría durante todo el recorrido. “La comitiva que yo tuve no la tuvo ninguna reina”, repite.

Hace su trabajo. El día del show de talento todos se quedan boquiabiertos al ver que ella es quien toca los instrumentos, que no hay música detrás y que además su rutina de baile es casi perfecta. Sus prácticas con el grupo DMC (Danza Moderna de Cartagena) y la academia de Lucho Jiménez son indispensables.

“Yo le estoy cumpliendo un sueño a ella, esto es por mí pero también por ella”, dice la nueva reina mirando a su progenitora. Su madre, Delcy Rocha Maza, es una bella mujer. Es joven y vive su sueño a través de su hija mayor. En su casa los lujos escasean, pero se nota que el amor es primordial. Mientras tiene lugar la entrevista, el abuelo de Breidyng, Walberto, calla. Tiene un radio que le hace compañía, a falta del sentido de la vista, que se aleja un poco más cada día. Ella lo abraza y él sabe que la entrevistan.

“La sencillez es lo que la lleva a ella a destacarse”, cuenta con emoción Richard López, uno de sus amigos, “le dije ‘apenas llegues allá pisa con pie derecho’, y funcionó”.

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Luego de la entrevista llegan las risas. La camioneta del periódico queda metida en un hueco. “Ya Breyding nos pegó su suerte”, pienso, y me alegra saber que nadie disfruta más el triunfo que quien padece antes ciertas decepciones…

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