Facetas


Las fotos de la tragedia

JULIE PARRA BENÍTEZ

03 de julio de 2016 12:00 AM

¿Por qué se ha puesto de moda publicar en redes sociales las llamadas “selfies” junto a ataúdes, muertos, enfermos, o en medio de cualquier tipo de tragedia? Cada vez es más normal ver en Facebook, Twitter o Instagram este tipo fotografías, aprobadas por unos y rechazadas por otros.

Cierto día, alguien se quejaba en su cuenta de Facebook por la manera en la que se están exponiendo este tipo de situaciones tan personales y dolorosas en el mundo virtual y calificó como irrespetuoso el hecho de “ver a gente tomándose ‘selfies’ y posando con amigos en el cementerio, la funeraria”, acompañado de un pie de foto: “Aquí... en el sepelio de...”.

Hace unas semanas, el funeral de un joven británico, Michael Dene, fue noticia en varios medios internacionales luego de que a su amiga Gemma Williams se le ocurriera hacerse una “selfie” junto a él en su ataúd. Mientras la foto fue bien recibida por conocidos en Internet, en la familia de Michael generó indignación. Finalmente consiguieron que la foto sea retirada de la red social.

Pero... ¿cómo en una situación dolorosa alguien puede sacar tiempo para tomarse una foto? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo comparten en redes sociales?

Para el sociólogo Jair Vega, lo que cambian son los escenarios en los cuales la gente expresa ese tipo de reacciones frente a la tragedia y en muchas circunstancias, cuando no son tragedias propias sino públicas, el dolor se banaliza. “Muchas personas intentan mostrar que estuvieron en el lugar de la tragedia y que fueron testigos.

Más que el dolor como tal, lo que muchas veces quieren transmitir es su ubicación respecto al lugar donde ocurrieron los hechos, es mostrar su presencia y no un compromiso con la tragedia. Ahora, cuando se trata de una situación personal puede haber múltiples reacciones. Puede ser que por compartir un momento doloroso quieran recibir aprobación o apoyo de mucha gente, entonces recibir comentarios, ‘likes’ o expresiones de afecto, puede significar un acompañamiento en el momento de la tragedia y al hacerla pública busca que la otra gente se vincule y apoye”.

No obstante, Vega se refiere a que se expone la condición humana al punto de afectar emocionalmente a las demás personas y señala que “exhibir públicamente a una persona enferma, deteriorada o fallecida puede trasgredir emocionalmente a sus allegados, porque de alguna forma, históricamente, ha habido todo un ritual y toda una valoración frente a la gente que muere y esto puede significar algo muy negativo. A algunos les gusta publicar este tipo de circunstancias para llamar la atención o para conmover a los demás, pero esto puede generar rechazo entre quienes consideran que estas situaciones son del ámbito íntimo y no deberían hacerse públicas”.

Antes y ahora
Es innegable el importante papel que juegan las herramientas tecnológicas en la manera de asumir el mundo. Como es obvio, antes era todo un privilegio hacerse una foto y las fechas o momentos “especiales” se convertían en ese momento justo para retratarse, algo que sin duda en la actualidad es totalmente distinto.

Al menos en España, a mediados del siglo XIX y hasta los años 80 del siglo XX, era un ritual funerario hacer fotografías a los muertos. Según dijo al diario ABC Virginia de la Cruz Lichet, doctora en Historia del Arte y autora del libro ‘El retrato y la muerte’, “lo normal era que no hubiera otras imágenes del difunto antes de morir, por lo que se realizaban in extremis para incluirlo en el álbum familiar como un culto a la memoria”.

En Cartagena esa situación no era muy lejana. El fotógrafo Luis Aparicio, reportero gráfico de El Universal, narró una experiencia particular: “Hace varios años una vecina me contrató para tomar las fotos de su baby shower. Semanas después, me llamaron para que tomara las fotos del bebé, que había nacido muerto. La idea era simular que estaba dormido en su cama. A mí eso me daba miedo, por eso salí de mi casa con tal de que no me encontraran, pero resulta que de regreso, en la noche, se me olvidó y pasé justo frente a esa casa y me rogaron para que hiciera las fotos. Les pregunté que por qué querían hacerlo y me dijeron que era la única opción para tener una foto del niño y querían tener un recuerdo de él. En esa familia ya se les había muerto otro niño y querían hacer unas estampillas tamaño billetera con la imagen de cada niño en ambos lados. Eso me pareció extraño y hasta de mal gusto, pero finalmente las hice”.

La vida que se hace pública en las redes
Sergio Llano, experto en comunicación y medios digitales, explica que los medios sociales han facilitado la difusión y visibilidad de la información.

“Nuestra vida se documenta en las redes en las que participamos, y así como esa vida está llena de momentos de muy diversa índole, los momentos difíciles como de muerte, enfermedad y calamidad encuentran espacio en ella. En la medida en que nos hacemos más públicos también renunciamos a parte de nuestra vida privada... Si bien no se puede pretender que la información no se haga pública sí hace falta pedagogía sobre cómo gestionar esa información, sabemos que lo que impresiona nuestros sentidos puede ser de interés público, pero esto no quiere decir que tengamos el derecho a utilizar la imagen de las demás personas, especialmente en los momentos de dolor y tragedia. Existe una ética implícita en todo acto comunicativo, y esto es muy claro cuando dicho acto implica la imagen de las personas”, agrega.

Finalmente, el psicólogo Carlos Patiño Catalán, explica que algunas personas tienen este tipo de comportamientos como una forma de hacerse sentir y manifestar sentimientos, emociones y pensamientos sobre su vida personal o sobre cualquier suceso en las redes sociales, sabiendo que estas se han convertido en el medio más rápido de darse a conocer y de exhibirse ante los demás y generar un impacto.

“En este caso el impacto sería negativo porque lo que se publica no es agradable a la gran mayoría de las personas. Con estas publicaciones pretenden ver qué tanto pueden movilizar los sentimientos y pensamientos del resto de las personas... si las imágenes dan impresiones de angustia o de dolor, en algunos casos puede despertar empatía y en otras repudio. En ocasiones usan las redes sociales como una forma de canalizar el estrés, la ansiedad y hasta la impotencia al no poder hacer nada frente a lo que están viviendo. De alguna manera es una forma de despertar lástima o admiración entre quienes lo rodean”, puntualiza Patiño.

¿Qué piensas? ¿Publicar este tipo de fotografías está dentro de las libertades de cada quién o crees que se está perdiendo el respeto ante el dolor ajeno?

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