Facetas


Laura Romero y "El canto de la codorniz" que le dio un Simón Bolívar

MELISSA MENDOZA TURIZO

27 de noviembre de 2016 12:00 AM

Sueños que nacen de la disciplina.
Sueños que se cumplen al contar la verdad.
Sueños que son premiados.
Sueños que despiertan ganas de seguir haciendo buen periodismo.
Sueños de Laura Romero de la Rosa, a sus 24 años.

***
La Universidad está llena. Hay un hombre de pelo crespo largo en una esquina comiéndose un pan y tomando jugo, diagonal a él, una joven esbelta vendiendo chucherías, rodeada de mucha gente. Las bancas de la plaza central y los pasillos del alma Mater están repletos de sillas y personas.

Sentada en un rincón, en un andén amarillo está Laura Romero de la Rosa escribiendo en una libreta, una muchacha liviana que hoy no deja ver su pelo porque usa un turbante colorido donde prevalece el rojo. Es morena, su sonrisa es muy discreta, su actitud es la de una mujer muy seria, bien clara en lo que quiere.

Está sentada encantada de la vida en ese rincón plasmando letras en su cuaderno mientras me espera. Está sentada la que no quería ser periodista porque lo suyo era el diseño de modas…está sentada después de un mes de haber recibido el premio Simón Bolívar a Estímulo al periodismo joven.

Luego de saludarla cruzamos por el centro de su casa, la Universidad de Cartagena; en los últimos cinco años pasó más tiempo aquí que en su barrio, Simón Bolívar.

Llegamos al estudio de televisión después de pasar por la cabina de radio y saludar a Tavo, Amílcar y Michael, sus amigos.

Un Simón Bolívar que no esperaba
Sentada en un mueble de tela gris, la ganadora del Simón Bolívar, sorprende con sus palabras.

“El premio llega en un momento en el que me sentía en lo mismo; estaba desanimada, no tenía certeza de mi futuro y de pronto me dicen que gané por un trabajo que hice el año pasado al que, honestamente, no le había puesto mucha fe”.

“Es corto, no dura ni diez minutos y lo mandé sin esperanzas de ganar, pues era consciente que competía con más de mil personas que tal vez tenían mi edad, pero con mucha más experiencia”, anota.

Laura hizo un reportaje radial, “El canto de las codornices”, no pensando en ganar un premio. Lo suyo partió más de la pasión por mostrar cómo las víctimas del conflicto armado en Colombia están ávidas de soluciones resilientes para reponerse de las dificultades.

El reportaje fue el producto final de un taller con la Fundación Nuevo Periodismo Iberoaméricano Gabriel García Márquez; para hacerlo tuvo una semana en la que tomaba clases del taller, iba a la cabina a organizar la grabación y ajustaba horarios para hacer la entrevista a la protagonista de su historia, en El Pozón, al sur de Cartagena.

“Era la historia de Liney Flórez, una mujer que junto a su familia llegó a la ciudad huyendo de la violencia en Codazzi, Cesar, y criando codornices y vendiendo sus huevos saca adelante sus hijos”, comenta Laura. (Escuche aquí: "El canto de la codorniz").

Es un reportaje lleno de testimonios inspiradores; en boca de Silvia Martínez de Narváez, directora del premio, “fue un bello relato”, donde, reafirma Laura, su propósito fue mostrar la capacidad de una mujer víctima del conflicto, su creatividad, sus acciones para salir de la pobreza y no su dolor o sufrimiento. 

Dos lecciones recibió con el premio: motivación y seguridad.

Por un lado Laura entendió que su destino está en contar historias a través de la radio o de la prensa y aunque el camino para los periodistas que están surgiendo en Cartagena y en el país no es fácil, depende de cada uno labrarlo con creatividad e innovación. “El premio motiva a seguir construyendo ese camino”, advierte.

Y por el otro lado, Laura creyó más en sí misma; se convenció de que su producto tocaba el alma de los oyentes. Era innovador.

Epílogo: inspiración
La muchachita liviana y dulce le suma a su pasión por el periodismo, la Rosa Caribe, un proyecto para empoderar a las mujeres de su cultura, derechos y sueños. Hace videos tutoriales en Instagram y Facebook enseñando a hacer turbantes, y también va a zonas recónditas de Cartagena.

Esta tarde de miércoles novembrino Laura asiste a nuestro encuentro con ese turbante colorido que mencioné al principio del texto y viene de Pasacaballos. Dictaba un taller a las mujeres del corregimiento. Es que Laura encontró en Rosa Caribe una forma de inspirar a otras. “No llego a las comunidades a mejorar sus vidas milagrosamente, sino a servir de inspiración. A las de Pasacaballo les decía que el turbante me llenó de una seguridad infinita; que tal vez tres años atrás no habría sido capaz de mostrarme a través de videos”, dice.

La morena de rasgos afro lo hace, va inspirando a otros con su voz suave y carácter firme, con su sueño grande de mezclar el trabajo de género y el oficio que a sus escasos 24 años, le da el más importante galardón que se entrega en Colombia a quienes ejercen periodismo. 

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