Facetas


Los sueños que Ángelo Torres no cumplió

Ángelo Torres Moreno soñaba con viajar. El destino: Canadá. Quizá a final de este año empacaría maletas y se iría. Soñaba con convertirse en un gran fotógrafo, estudiar cine. Dejó la ingeniería industrial para empuñar las cámaras. Quería comprar un buen apartamento y, lo más importante, anhelaba ver crecer a su pequeño hijo. A sus cortos 25 años, el futuro deparaba para Ángelo muchas cosas, pero todo se hizo trizas en instantes. En su vida se cruzaron un asaltante, un disparo y, desafortunadamente, la muerte. Si usted no conocía a Ángelo, se lo presento, es una víctima más de la delincuencia en Cartagena. Una persona común y corriente, como usted o como yo, porque todos, en absoluto, estamos expuestos a que nos ‘roben’ la vida.Ángelo Torres era amante de la fotografía y soñaba con estudiar cine.

El padre de Ángelo
Para hablar de Ángelo es necesario también conocer la historia de su papá. Se llama Rafael Torres Góngora. Es médico. Hace muchos años, después de que los paramilitares incursionaran en Codazzi, Cesar, el doctor Rafael decidió irse desplazado de ese municipio con su familia. Entonces, regresó a Cartagena y, a falta de trabajo, montó su propio consultorio en el barrio Las Palmeras. Es un tipo tan noble que, en alguna ocasión, hizo de lado los rencores y atendió a un atracador que lo atacó. “A uno de los que me atracó una vez en Las Palmeras, me tocó atenderlo. Me encañonó, reaccioné y alcancé a golpearlo, a los cuatro días me lo llevó su hermana con la herida que se le había infectado, cuando lo vi dije: ‘este es el hombre’, pero como fue de paciente lo atendí”, narra. Estuvo tentando pero no llamó a la Policía.

No era la primera vez que lo asaltaban. Tampoco sería la última. Por cosas de la vida, el 1 de febrero de 1999 mudó su consultorio a San José de Los Campanos. Lo hizo cuando todavía no había calles pavimentadas y tampoco había puestos médicos para el servicio de la comunidad. Y, en ese barrio, los asaltantes se le aparecerían nuevamente. Una, dos y tres veces. La última de ellas, el 10 de mayo de 2018, se llevaron uno de sus tesoros: la vida de su hijo Ángelo Torres Moreno. Un asaltante entró al consultorio, en el Centro Médico Los Galenos, y le disparó.

Amante de la fotografía
Tiene cinco años el pequeño hijo que dejó Ángelo. Es el primer y, hasta ahora, único nieto de Rafael. Llegar a lo poco o mucho que tiene, no ha sido fácil para el médico. Es de Aracataca, Magdalena, pero desde pequeñito vino a Cartagena. “A mí se me dio por decir que me quería quedar aquí. Mi papá se fue y me dejó con mi abuela. Duré como seis años sin ver a mi papá y a mi mamá. Comencé a trabajar temprano, a los 9 años, vendiendo chitos y bocadillos en los buses, después vendía tomates, cebollas en el mercado, cuando tenía 13 años vendía loterías”, recuerda. (Lea aquí: Habla familia de joven baleado de muerte por ladrón en un centro médico)

Terminó la primaria y se marchó a Codazzi, pero luego de hacer el bachillerato regresó a Cartagena. Tenía 33 años cuando se graduó de medicina, en la Universidad de Cartagena. Ya, entonces, habían nacido sus primeros cuatro hijos, y para obtener el ‘cartón’ de médico tuvo que hacer de todo, fiar libros y hasta tomar fotos. Eso se lo enseñó Jorge Moreno, el abuelo materno de Ángelo, quien es fotógrafo profesional. Ante la falta de trabajo en La Heroica había decido, otra vez, marcharse a Codazzi, de donde regresó tiempo después.

Ángelo no heredó el gusto por la rama de la medicina de su papá, pero Rafael siempre lo apoyó en todo. Fue el primer hombre en graduarse del colegio Nuestra Señora del Carmen (Departamental). Tenía 16 años y quiso estudiar ingeniería industrial, en el Tecnológico Comfenalco, hizo un cambio en un semestre para probar la ingeniería civil, pero luego volvió a su carrera inicial y se retiró en octavo semestre. Entonces, se le despertó su gusto, quizás heredado, por la fotografía. 

“Decidió ponerse a trabajar en un hotel hace nueve meses. Quería estudiar cinematografía y le apasionaba mucho la fotografía. Estudió idiomas y su sueño era irse a Canadá. Quería viajar mucho”, me cuenta el doctor Torres. “Le gustaba hacer videos y hacía videos de música con sus amigos”, agrega el médico. El día en que sucedió aquel hecho, Ángelo ayudaba a un hermano menor con un video para una tarea del colegio.

Aquel día fatal
Ahora, el doctor Rafael está vestido de camisa azul, pantalón, botas y camina lento, pues todavía le duele el balazo que el delincuente le dio en el pie derecho. Me cuenta que ese, el 10 de mayo de 2018, parecía un día común y corriente. Ángelo llegó al consultorio de su papá en San José de Los Campanos, para mostrarle el video de su hermano y pasarlo a una memoria USB. Cuando casi se marchaba, entró un atracador. “Ángelo quedó detrás de mí, traté de cubrirlo, en eso el tipo me pegó un tiro en el pie, cuando me dio el tiro, Ángelo se le tiró encima, empezó a forcejar con él, y fue cuando le disparó en el abdomen”, explica el médico. Ángelo, así, herido, alcanzó el arma del malhechor y también le disparó. “Como con la última fuerza que tenía alcanzó a disparar el arma, Ángelo le disparó al delincuente, si no es así yo estuviera muerto también, él me salvó, si no dispara estuviera yo muerto”, afirma el médico.

El delincuente murió dentro del mismo consultorio, mientras que Ángelo falleció horas después en la clínica Madre Bernarda. “Yo mismo lo auxilié, me decía que le cuidara a su hijo, yo le decía: ‘tú te vas a poner bien’ (...) Mi hijo hubiera llegado mucho más lejos que yo”, sostiene el médico, que buscará otros horizontes para ya no tener que regresar a trabajar en ese sitio donde su hijo encontró la muerte.

Sin protección
Otro asaltante que esperaba afuera del consultorio, al escuchar los tiros, se marchó, llevándose dinero en efectivo, y todavía es buscado por las autoridades. El doctor Rafael Torres solicitó una orden de protección a la Policía, pero hasta el momento afirma que no ha dado resultados, por lo que la familia de Ángelo se siente en riesgo.

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