Facetas


Luis Alberto Payares, un coloso de la narración

JULIE PARRA BENÍTEZ

20 de agosto de 2017 12:00 AM

“Hay que parar la pelea, hay que parar esa pelea, van a matar a Montilla, hay que parar esa pelea”, decía emocionado Luis Alberto Payares Villa la noche del 29 de marzo de 1979, en la Plaza de Toros de Cartagena.

Era la revancha por el título mundial Welter Junior, entre el campeón mundial Antonio Cervantes (Kid Pambelé) y el dominicano Miguel Montilla, que perdió por nocaut en el séptimo asalto y ya había perdido en 15 asaltos en enero de ese mismo año en Nueva York.

Así se escuchaban las transmisiones de uno de los mejores narradores de boxeo y béisbol de la radio en Cartagena. El periodista Eugenio Baena cuenta que fue tan apasionante aquella narración, que el mismo Pambelé repetía una y otra vez las frases de Payares siempre que se lo encontraba.

“¡Hizo el pentágono trizas, mis amigos!”, narraba cuando un pitcher lanzaba una recta perfecta que pasaba por el centro del plato y lograba un strike. En todo momento, Luis Alberto tenía una particular frase para describir los encuentros deportivos a sus oyentes, esa era apenas una de las tantas virtudes que lo diferenciaban de los demás.

“En la jugada de doble play, mientras un narrador normal decía, por ejemplo, rolling al short; tira a segunda, un out; tira a primera y doble play; él decía: cogió el shortstop, pasó a segunda, un out; pasó a primera, doble play, doble out, doble matanza”, recuerda Baena mientras mueve sus manos como si atrapara una pelota.

“¡Oh! Out, lo sacó por las pestañas de un mosquito”, narraba cuando era muy difícil diferenciar si era out o quieto. “¡Oh! Qué receptor, parece que tuviera balineras en sus rodillas”, acuñaba cuando el receptor corría para atrapar una pelota que iba por afuera.

“Una de las cosas que Payares implantó en el medio fue la españolización de los términos del béisbol, un deporte cuyos términos son en inglés, y los narradores del Caribe se acostumbraron a narrarlos en ese idioma. Él trató de españolizarlos y eso caló bastante en el escucha. Por ejemplo, él no decía sale un fly, sino ‘sale un elevado’. Cuando había un doble play decía: doble jugada, doble out y terminaba diciendo doble play para que supieran a qué se refería”, señala el periodista deportivo Walberto Ahumedo Sierra, uno de sus pupilos y compañeros de radio, al igual que Baena.

El comienzo
Luis Alberto nació en Turbaco, el 13 de diciembre de 1940. Fue un enamorado de la radio desde muy niño. Su madre era testigo de la pasión de aquel niñito que pasaba todo el día sentado en una mecedora escuchando radio y haciendo las veces de narrador, y cuando tenía 16 años, que estudiaba en el colegio La Esperanza, aprovechaba para ir a Emisoras Fuentes a ver y oír a Melanio Porto Ariza. 

“Una vez me contó el abogado Julio Varela, amigo de infancia, que en Piedra de Bolívar se ponían a jugar ‘bolita de caucho’ y todos jugaban menos mi papá, que se sentaba a ‘transmitir el partido’”, cuenta su hija Hilda. Por eso sus padres nunca dejaron de apoyarlo y le pagaron sus estudios en el Colegio Superior de Telecomunicaciones, en Bogotá.

Así empezó su recorrido como profesional en el mundo de la radio. En Lorica, Córdoba, trabajó en la emisora Radio Progreso, donde conducía un programa musical. Después regresó a Cartagena y arrancó en la emisora La Voz de Las Antillas, de la cadena Todelar, y más adelante en Emisoras Fuentes.

Un maestro
Si hay algo que destacan de Payares es su genialidad y su capacidad para innovar en aquella época dorada de la radio cartagenera. “Él creó muchas cosas nuevas en las transmisiones deportivas. Antes solo estaba el narrador, que transmitía el partido, y el comentarista, y él sumó al que llevaba las estadísticas. Además copió algo del fútbol: las entrevistas en el terreno de juego. Con eso tuvimos una sintonía arrolladora y en algunos momentos la transmisión de Luis Alberto Payares pasaba por encima, incluso, de la misma transmisión de Napoleón Perea y Melanio Porto. Él era un incansable coloso de la narración. Una hora antes de empezar el partido, hacíamos unas antesalas maravillosas, ideadas por él. Terminaba el partido y hacíamos unos extra innings, de una o dos horas, y al día siguiente conseguíamos un lugar de Cartagena, a donde invitábamos a los grandes protagonistas del juego”, indica Eugenio Baena.

“El Pupi Payares”
Este maestro de la narración deportiva fue bautizado con varios remoquetes, aunque los más conocidos fueron el ‘Pupi Payares’ y el ‘Villano’. El primero, afirma el mismo Payares, se lo pusieron en Lorica porque a todo el mundo trataba de ‘Pupi’ cuando iba a saludar; y el segundo, se lo puso Eugenio Baena por su segundo apellido, Villa, de ahí ‘Villano’ o ‘Villanín’.

Los más cercanos le decían ‘Radiomán’ porque permanecía todo el tiempo escuchando radio. “Así sabía lo que acontecía en el medio, entre el colegaje, para saber cómo contrarrestar. El referente de él era Napoleón Perea, el principal narrador nuestro en béisbol y en boxeo, pero Payares siempre tuvo su objetivo claro y llegó un momento en que se equipararon las cargas. Si bien creo que en la época pudo haber sido mejor Napoleón, también es verdad que Payares le quitó mucha sintonía”, indica Ahumedo Sierra.

“Él escuchaba radio y comenzaba a idear las cosas que los otros no hacían, por eso digo que para mí es el más grande innovador. Es un revolucionario, un irreverente, en el mejor sentido de la palabra”, agrega Baena.

El ‘Comandante’ fue otro de los apelativos que le puso su equipo, ya que él comandaba e ideaba todo el trabajo.

Con el último grito de la moda
Siempre le ha gustado estar a la moda, impecable y bien arreglado. “En esa época era un ‘gentleman’ para vestir, iba con el último grito de la moda, y le gustan los zapatos de colores”, apunta Eugenio.

“A las transmisiones no se podía ir con pantalones cortos, inclusive, llegaban momentos en que te sugería, casi que te ordenaba, que se debía ir a trabajar con la camisa encajada. En ese momento nos decía que no solamente debíamos ser buenos periodistas sino también parecer buenos periodistas”, corrobora Ahumedo.

Su personalidad
Quienes lo conocen y compartieron con él en sus transmisiones, resaltan a un ser maravilloso, a una persona honesta, responsable, que aparenta tener un carácter fuerte pero que en realidad es muy sentimental. Baena refiere: “Payares es muy llorón, bastante. Cuando estaba en las transmisiones, se veía como una persona tosca, imponente, emperadora, con un tono vibrante y muy seguro, dictatorial pero por dentro era un niño que cualquier cosa muy terrenal y tierna lo ponía chiquito y lo hacía llorar. Ese es Luis Alberto Payares Villa, un hombre de gran corazón”.

“Toda la vida ha sido sensible, aunque parecía un hombre seco, que no estaba revestido de mucho humor, de gracejo y esas cosas, pero no podía ocurrir alguna cosa que lo llenara de sentimiento porque inmediatamente lloraba. Eso nos parecía increíble y quedábamos impresionados al verlo”, reafirma Ahumedo.

Epílogo
Payares se retiró de la radio en 2010, cuando enfermó de Parkinson. Su pasión por la radio sigue intacta. Él y su familia esperan que esa voz que un día se impostó en Cartagena se vuelva a escuchar, porque por ahora, ese hombre “rígido” y “seco”, que en el fondo siempre ha sido “sentimental”, no puede dejar de llorar. Tal vez se conmovió con esta entrevista, que le hizo recordar sus épocas de gloria.

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