Facetas


Natalia Navarro, diseña su regreso a casa

CINDY BARRIOS MIRANDA

15 de febrero de 2015 12:01 AM

El amor ha traído a Natalia Navarro Galvis, Señorita Colombia 2009, de regreso a Cartagena.

Siete años junto a Carlos Gómez De La Espriella han sido sólo el comienzo una relación que ha superado todo, incluso los avatares de un concurso de belleza.

Sencilla y con mucha personalidad, Natalia es una mujer encantadora, que está decidida a emprender en la industria de la marroquinería tras su paso por el instituto de diseño y peletería Ars Sutoria, en Milán, Italia.

A meses de su boda, nos recibió en su casa para hablar sobre su vida y sus nuevos proyectos.

¿Qué pasó con Natalia Navarro, luego del Concurso Nacional de Belleza?
-Después de entregar la corona me fui a Estados Unidos a terminar mi carrera de economía, era algo que había empezado y que quería terminar. Luego de graduarme me fui para Bogotá porque quería ejercer mi carrera y aprender de las empresas grandes y además, yo había estudiado economía, pero lo que más me gusta es el diseño.

Era algo que yo siempre había querido desarrollar, entonces, busqué la posibilidad de combinar las dos cosas y pensé en trabajar en Mario Hernández.

¿Por qué trabajar con Mario Hernández?
-Lo que más me llamaba la atención era la marroquinería y la mejor empresa colombiana para trabajar era Mario Hernández. Así que me propuse conocerlo, lo busqué y mandé mil hojas de vida, hasta que de repente coincidimos en un evento, bueno, con su hijo Mario Hernández.

Me le presenté, le dije: ‘Hola, soy Natalia. Yo quiero entrevistarme con tu papá. El me dijo: Sí, sí, claro. Al otro día recibí un mensaje en el que me invitaban a almorzar y tres meses después, luego de muchas entrevistas, me dieron el puesto de asistente ejecutiva de Mario Hernández (padre).

¿Cómo te fue ahí?
-Fue una super experiencia porque aprendí de todo un poco. Él es un hombre absolutamente empírico en muchas cosas porque él se hizo solo y eso es de admirar. Y en la empresa tiene la fábrica en el mismo lugar, así que pude aprender muchísimo de diseño. Él no sigue muchos parámetros y hace las cosas a su manera, y me invitaba a las reuniones de diseño.

Y luego, ¿qué pasó?
-Bueno, un año y medio después sentí que era hora de estudiar algo que tuviera que ver con lo que me gusta. A través de algunas personas que trabajan conmigo y otras como Ricardo Ballen, quien tiene una marca de carteras que se llaman Ballen Pellettiere, me hablaron de un instituto en Milán que se llama Ars Sutoria, un lugar donde te enseñan a hacer y diseñar zapatos y carteras, ellos coincidieron en que nadie te puede enseñar a ser un buen diseñador, eso está en ti.

Pero puedes aprender a hacerlo bien, con calidad y conocer el proceso de manufactura.

¿Qué hiciste en Milán?
-En Milán hice dos cursos, uno de diseño técnico de zapatos y otro de carteras. Además conocí gente increíble, estuve en la semana de la moda de Milán y aprendí de la industria de la moda europea, de la tradición artesanal italiana. Fue una experiencia única.

¿Por qué no te dedicaste al modelaje o la presentación en televisión como muchas de las ex reinas?
-Quería terminar mi carrera y no era mi sueño dedicarme a eso. Si alguien me dice que quiere concursar en un certamen de belleza, lo primero que le digo es que termine su carrera y luego que participe en lo que  quiera porque tú no sabes cómo te va a ir y puede que ni ganes.

Lo cierto es que un reinado te da muchas oportunidades, tú tienes que elegir entre tu carrera o los proyectos que se te presentan, porque ese es un momento para brillar.

¿Cuándo te comprometiste?
-Estando en Milán mi novio me fue a visitar por mi cumpleaños. Yo cumplo el 12 de agosto y él cumple el 11. Nos fuimos a París y al llegar me dijo que íbamos a cenar. Estaba feliz porque el cumpleaños iba a ser genial en el restaurante del Petit Palais, no cabía de la dicha.

Me dijo que fuéramos a caminar por el río y le dije: ‘Tú estás loco, con este frío’. Así que caminamos hasta una plaza donde se veía la Torre Eiffel, él se sentó muy nervioso y comenzó a hablar. Cuando saca el anillo, empecé a llorar y le pregunté: ‘Mi amor, ¿qué estás haciendo? El anillo estuvo tirado como cinco o diez minutos hasta que me lo puso (risas).

¿Cómo pudo tu relación superar el reinado, eso es algo que no todas logran?
-Nosotros pensábamos que si no superábamos un reinado, no podíamos superar más nada en la vida porque esa es una de las cosas más banales que pueden suceder en una relación comparada con un crisis de salud o financiera.

Nosotros sabíamos que si no pasábamos el año de concurso, no íbamos a lograr pasar nada. Y eso no lo vemos como un gran logro porque mi novio es una persona con la que tú quieres luchar, a pesar de nuestros errores y defectos. Nuestro amor no es ciego, es un amor maduro y consciente, y superar un reinado es lo mínimo.

Llegaste en noviembre a Cartagena, ¿a qué te dedicas ahora?
-Ahora me dedico al matrimonio con mi mamá porque estamos tratando de hacerlo muy personalizado. Estamos tratando de volver a lo que era antes, es importante que todo quede muy bonito, y a nuestro gusto en cada detalle y que no sea otro matrimonio más, con decirte que me fui a muchos almacenes buscando el vestido para mi boda y el que más me gustó, el que me medí al final y compré, resultó ser el más barato.

Pienso que a veces las mujeres se enfocan en que, solo podemos vestirnos bien o sentirnos lindas a través de las cosas costosas, pero no es así porque yo me medí vestidos de Óscar de la Renta, Carolina Herrera y todo lo que tú quieras, pero por lo que valían no me hacían sentir más divina, y cuando yo me medí el último, que es de Oleg Cassini, fui feliz.

Además, también empecé a buscar casa y a sacar adelante algunos proyectos personales.

Háblame sobre esos proyectos.
-En Colombia hay muchas oportunidades de hacer muchas cosas y tenemos mucho por hacer. Eso me emociona porque sueño con montar mi empresa de diseño de carteras y bolsos de ocasión, como minutiers o clutches.

En el diseño textil colombiano hay muchas firmas y marcas de buena calidad, lo mismo en la joyería, pero en marroquinería y peletería nos falta mucho, a pesar de tener todo el talento, son muy pocos quienes se dedican a esto. 

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