Se acercan motos de alto cilindraje, el sonido las delata. Son unos 40 hombres en cuatrimotos por la Avenida Pedro de Heredia, frente al Castillo San Felipe. Se les nota el entusiasmo, la adrenalina.
Se concentran por el Monumento a las Botas Viejas y en pocos minutos comienzan a divertirse mientras hacen movimientos extremos sobre las cuatro ruedas de su vehículo, 'stunt' (truco, en español). Se roban la atención de los transeúntes.
Unos conducen con las dos llantas traseras en el suelo y las delanteras en el aire, otros las balancean de un lado al otro. Es un espectáculo. Quienes pasan se detienen a verlos y de repente hay una multitud ante el “show” de los aficionados.
Conductores de busetas, motos y carros particulares también frenan para mirarlos. Al fondo se escucha la sirena de una patrulla de la Policía que, quizá, hizo una ronda al ver la aglomeración. Algunos mototaxistas, tal vez sin documentos, empiezan a escabullirse. Los agentes no se detienen y siguen su rumbo, y los de las cuatrimotos siguen distraídos como niños con juguetes nuevos.
El grupo se denomina Cuatrimotos Cartagena y entre ellos está Andrés Salgado Muñoz, un niño de 12 años que aparenta 14, cuya fuerza aún no le permite manejar su vehículo a su antojo, pero puede conducir sobre dos llantas en posición lateral. No logra levantar las ruedas delanteras, pero eso no parece frustrarlo. Sabe que en cierto tiempo podrá hacerlo.
Su compañero es su padre, Róger Salgado, quien dice vivir esta aventura para acompañar a su hijo. A los cinco años le regaló la primera cuatrimoto de 50 CC y en la medida que Andrés ha ido creciendo le ha cambiado el vehículo por uno de mayor cilindraje. Hoy tiene una cuatrimoto de 700 CC con la que compite y se destaca en las pistas ante otros aficionados.
Cuenta que su madre no está del todo convencida por el peligro de esta actividad, pero, a su corta edad, Andrés tiene claro que debe ser responsable, respetar las normas de tránsito y, sobre todo, no exceder los límites de velocidad.
“Desde los cuatro años me empezó a gustar esto. Creo que fue porque unos muñecos que veía, andaban en cuatrimotos y mi papá me complació. La única condición ha sido que no descuide el colegio y que salga bien en todo. Esta es mi pasión, pero sé que los estudios son importantes y quiero ser ingeniero mecánico o electrónico”, dice Andrés con timidez, esa que pierde frente a su vehículo.
Por otro lado está Alonso Del Río Jiménez, tiene 23 años y es administrador de empresas. Todos, excepto Andrés, son profesionales que buscan compartir su tiempo libre.
Para Alonso, lo más importante es reunirse como una gran familia, divertirse y hacer obras sociales. Esto se ha ganado el interés del grupo y es uno de los propósitos para este año.
“Empezamos en diciembre. Entregamos juguetes a niños de la isla de Barú y de Turbaco, pues son las zonas donde hacemos nuestras actividades. Entre el grupo reunimos dinero para dar un aguinaldo a los niños. Esta idea nació porque vimos sus necesidades y nos pareció un buen gesto entregarle los regalos, ya que posiblemente no iban a tener. Para este año, estamos pasando cartas a varias empresas y también a políticos para que nos ayuden a financiar esto”, afirma Alonso.
Cuatrimotos Cartagena se conformó, aproximadamente, hace un año y medio. Empezó con un grupo de conocidos y más adelante surgió la idea de abrir cuentas en las redes sociales para que más personas, con el mismo interés, se vincularan.
Desde entonces, el grupo fue creciendo. Jóvenes y adultos se han ido sumando con sus hijos, esposas, primos, por una pasión en común y con el único objetivo de divertirse. Ahora, con la convicción de encontrar sonrisas en los niños de escasos recursos, en las áreas que visitan, a través de obras sociales.
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