Facetas


Patricia Ercole, diosa de la esperanza

HEIDI LLANES

11 de diciembre de 2016 12:00 AM

“La vida es un baile y nos toca aprender a danzarlo de la mejor manera”, es una frase que caracteriza a Patricia Ercole, la aplica en su carrera, en su diario vivir y también a los demás.

Versátil y con cada movimiento calculado, Patricia se abre a un nuevo proyecto, donde precisamente su arte va a tener un valor incalculable, al lado de personas llenas de esperanza y cargados de perdón, los habitantes de El Salado, el corregimiento de El Carmen de Bolívar que sintió como ninguno el rigor de la violencia en su extrema crudeza.

Sus características artísticas y personales fueron la mejor indicación para ser nombrada Embajadora de la Fundación internacional Ayuda en Acción, que desarrolla un proyecto importante con comunidades vulnerables, mediante programas de desarrollo autosostenibles que mejoren condiciones de vida y erradiquen la pobreza extrema.

Con lo anterior, Patricia Ercole pudo canalizar sus talleres de danza y teatro como elemento de transformación personal y social, los cuales se iniciaron con inmigrantes en Europa y que se inspiraron en el género.

De ese proyecto que ya lleva algún tiempo y que se denomina “Diosas de Colombia”, surgieron exposiciones de fotografía, donde ella en medio de un performance encarna a la diosa en sus labores, generalmente de la tierra.

Todo ese trabajo tuvo el acompañamiento del fotógrafo Óscar Álvarez, quien captó con su lente las escenas que desde el inicio se encuentran expuestas en el Grand Palais de París. La primera exposición se denominó “Diosas de la tierra”, inspirada en las artesanas de Ráquira, le siguió “Diosa Afrodita”, inspirada en las recolectoras de flores, en la tercera, llamada “Diosas de la luz”, estuvo dedicada a las recolectoras de algodón; “Diosa Hera” es la cuarta, inspirada en el hogar y las hilanderas; y por último, “Diosa del agua”, enalteciendo el manejo que la mujer da al líquido y en Puracé.

El Salado, territorio de resiliencia

Tras el nombramiento, Patricia terminó su temporada en el Teatro Nacional y dijo a la Fundación, “estoy lista, viajamos a trabajar con las comunidades”. De inmediato empezó a programar la unión de trabajo en pro del empoderamiento de las mujeres de El Salado, donde el proceso de superación está por buen camino.

Patricia Ercole nunca había visitado a El Salado y sus veredas Santa Clara y Villa Amalia, por lo cual quedó impactada con su aislamiento, pero que a la vez les ha dado fuerza para formar grupos con sus líderes articulando una serie de beneficios para la comunidad.

“Muchas mujeres de El Salado fueron víctimas directas de la violencia y hoy su principal motivación es dejar el pasado atrás y cambiar la tristeza por una sonrisa, unidas siempre con el personal de Ayuda en Acción y la Fundación Semana, para adelantar sus procesos”, indica Patricia, por eso no duda en afirmar que ellas son “diosas de la esperanza”.

Retomando la idea de plasmar en sus exposiciones esas vivencias reales de la mujer colombiana, Patricia Ercole advierte que su inspiración para la próxima serie estará en las mujeres de El Salado, quienes están tratando de crear su propia economía en actividades originarias de la población, como la cocina autóctona, artesanías, entre otras.

Los talleres

Si bien Patricia llegó con la idea clara de materializar los talleres de danza y teatro, encontró un avance en la población femenina, y advierte que será una retroalimentación, pues el aprendizaje va en ambas vías.

María Magdalena Padilla y Yirley Velazco, son dos de las líderes que ya empezaron con los talleres. Ambas han sentido el rigor de la violencia y el desplazamiento, pero también la fortaleza que lleva al retorno, entonces su misión es muy fuerte y mejor aún si se integra a la planteada por Patricia Ercole.

En esta primera visita a El Salado, conoció a la persona encargada de ejecutar la faceta musical de los niños, a los agrónomos encargados de incentivar otros cultivos además del tabaco, como también el cuidado de la tierra. En ese mismo proceso estuvo en contacto con los promotores, que son las personas encargadas de otros adiestramientos como el fútbol infantil, haciendo de esta población un territorio de esperanza.

En El Salado se ha hecho mucho, pero aún hay por hacer. Por eso ella promulga el apadrinamiento de niños, una dinámica que sólo requiere de 40 mil pesos mensuales y que tiene un gran objetivo, cambiar vidas. “Ayuda en Acción” trabaja con la voluntad de la gente, por eso para ellos la transparencia en los procesos es muy importante.

La casa matriz de esta fundación está en España, donde cuentan 6 mil padrinos para Colombia en lo que respecta a este programa, pero del país para sus propias comunidades, tan sólo se está llegando a los mil doscientos.

Algo muy importante que Patricia quiere articular al proyecto es que por medio de las exposiciones, se logre la visibilidad de estas comunidades y lograr en Francia y otros países, padrinos que se sumen a la causa.

Los talleres se van a estructurar de acuerdo a las necesidades. Esta es la primera comunidad que conoce y determinó que se requiere mucho empoderamiento de las mujeres, entonces la igualdad, sin perder la feminidad, entra a jugar un papel fundamental para alcanzar el objetivo.

Patricia Ercole advierte que esta experiencia le movió el alma, sabía que las comunidades golpeadas han tenido que vivir un proceso difícil, pero jamás lo imaginó hasta cuando llegó y escuchó las historias.

Recorrió el pueblo paso a paso, estuvo en la plaza donde se cometió la masacre, pero también entendió que el valor que aquellas personas, retornantes y sobrevivientes, han tenido para enfrentar un futuro con esperanza, es su mayor tesoro.

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