El clima en Seúl a finales de primavera (mediados de mayo) oscila entre los 14 y 24 grados centígrados. Ni muy frío ni muy caliente, al menos para quienes hemos vivido en la Costa toda nuestra vida.
El sol se oculta a eso de las 8 p.m. como diciendo "salgan a pasear", y es extraño, pero el resplandor del día es blanco brillante, así que aunque la capital de Corea del Sur es limpia y bonita, con esa luz cada esquina parece digna de ser fotografiada.
Hay mercados en Seúl que se han convertido en sitios insignia para locales y extranjeros. Entre los más populares están Namdaemun, Insadong, Myeondong y Dongdaemun. Son calles y calles de locales comerciales donde se encuentra ropa, accesorios, muchos cosméticos, souvenirs, tiendas de recuerdos de ánime japonés, peluches de todas las formas y tamaños, cafés coreanos temáticos, y por supuesto, muchos restaurantes típicos.
Pero cuando hablamos de "mercados" estos lugares se quedan cortos: son avenidas inundadas de avisos y personas y es que hay que decir que disfrutar de una caminata es una de las actividades favoritas de los coreanos. Estas calles están cerradas al tráfico vehicular y dejan transitar a los turistas y locales con comodidad.
Comiendo en Myeondong
La moneda coreana es el won, y 1000 won equivalen a 1 dólar casi exacto.
Las calles de Myeondong, desde las 5 de la tarde más o menos, se transforman en parqueaderos de carritos con comida rápida. Sonrientes pero más bien callados, los vendedores ambulantes ofrecen sus productos, haciendo una venia con la cabeza al hacer contacto visual:
*Crepe de Nutella y Banano (Las frutas tienen costos elevados) 5 mil won*Camarones fritos, ensartados en un palillo, con salsa al gusto: 4 mil won
*Churros de galleta Oreo. 3 mil won
*Yangnyeom Tongdak, o trozos de pollo estilo coreano, caramelizados y la vez picantes: 5 mil won.
*Teopbeokki, o trocitos de masa de arroz con salsa ultra picante: 4 mil won.
*Gyeran-Bbang, que me encantó porque es un pastelito de pan dulce con un huevo frito dentro: 2 mil won.
*Hweori Gamja, una especie de tornado hecho con una papa entera y metido en un palillo: 3 mil won.
¿Spicy? (picante?)- Toca preguntar a cada rato y más cuando la salsa de la comida es de un color rojizo. Ellos, que ya saben que muchos turistas de occidente no toleran la comida muy picante, solo niegan con la cabeza y dicen “no spicy, no spicy”.
No me alcanzó el estómago para comer tanto, pero en general, la comida coreana es deliciosa, de precios accesibles y muy diversa. Predominan los vegetales y mariscos como el pulpo, calamar y camarón.
Los más típicos
El favorito en Corea del Sur es el pollo al estilo coreano, apanado en una mezcla picante pero agradable.
Y entre la comida típica, lo mejor son los fideos, el ramen; el gimpab, que es un rollo de alga relleno de arroz y vegetales; el jajangmyeon, fideos con salsa de frijoles; el teopbeokki, que son pastelitos de arroz en forma de macarrones; el dakjjim, que es pollo con vegetales, y el bibimbap, un plato con vegetales de 5 colores, carne y huevo.
El pueblo coreano tiene un gusto extraordinario por lo picante, por eso su plato nacional que es el kimchi, es una muestra de ello.
El kimchi es una col china sazonada con especias, que tiene un sabor fuerte y picante. Siempre está dentro de las guarniciones con la que acompañan cualquier plato principal.
Uno pensaría que los nombres de los restaurantes y locales de Seúl estarían en hangul (escritura coreana) pero no, muchos están en inglés. Al menos en estas zonas. Casi todas las personas jóvenes y adultas con las que me relacioné hablaban perfecto inglés e incluso, los vendedores callejeros pronunciaban los precios en inglés. Así que el idioma no será un problema si quiere ir de visita.
En Myeondong incluso en la estación subterránea del metro, hay locales comerciales donde hay desde ropa, hasta maletas, raíces de ginseng y recuerdos de kpop idols.
Como tener la tez blanca es el estándar de belleza más seguido por los coreanos, se pueden encontrar tiendas de cosméticos con sus propias cremas blanqueadoras. Incluso los bloqueadores solares vienen con componentes blanqueadores.
La amabilidad del coreano
Más que los rascacielos, la realidad virtual, los autos y la comida, algo que sorprende en Corea del Sur es la buena educación.
Si compras o preguntas por algún producto siempre te dan la bienvenida (Eoseo oseio) y te reciben con una sonrisa, incluso si preguntas por un reloj de 78 millones de won (Sí. Nos quedamos helados al saber el precio).
En el metro, las sillas para los Ajusshis (abuelos) y Ajummas (abuelas) siempre están desocupadas aunque el vehículo esté repleto.
En Corea, usan el término uri, que significa ‘nosotros’, para referirse a todo. Aunque recién los conozcas te hablan de ‘nuestra casa, nuestro colegio, nuestro padre, nuestro amigo’. Ellos piensan como comunidad, se preocupan por los demás, y es normal que si luces perdido se acerquen a ayudarte.
Una amiga, Min Jeong, me dijo que el motto (lema) de la organización de la que es voluntaria es: “Haz cosas buenas por los demás y sé agradecido”. Ella, los fines de semana invita a los extranjeros a conocer la cultura coreana y además ayuda a ancianos con Alzheimer. Ese es su trabajo voluntario.
Cuando le pregunté por qué lo hacía, solo respondió: “Me gusta ver a la gente feliz”.
Se puede decir, que aunque el trabajo duro sacó de la pobreza a Corea del Sur en menos de 50 años, la verdadera riqueza la llevan dentro.
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