Cartagena contribuyó de alguna manera a moldear los sonidos de la salsa, la música tropical y del Caribe. En ese proceso intervinieron muchas manos maestras, como las del cantante, bajista, compositor y arreglista Rubén Darío Salas Miranda, conocido como Rubén Salas.
La calle San Antonio, en Olaya Herrera, detrás de la Plaza de Toros en Tesca Nuevo, parece mantenerse detenida en el tiempo, a pesar de que a algunas casas les modificaron sus fachadas, otras se ampliaron, y otras fueron vendidas para dar paso a edificaciones para entidades de salud o comerciales.
Es la misma calle donde hace algunos 40 años en una de sus residencias, la de la familia que conformaron armando Salas Valdez y Rosalina Miranda Padilla, un grupo de jóvenes, entre los 12 y 17 años se aventuraban a experimentar y hacer música con los sonidos de las grandes orquestas. Muy cerca de ahí, en el sector de Tesca, aún permanecían vestigios de muchos bares en los que llegaron a confluir músicos de Cartagena y el Caribe: Joe Arroyo, Hugo Alandete y figuras internacionales de Cuba, Venezuela y Puerto Rico.
Esos sonidos no podían pasar desapercibidos para los hermanos Salas: Emilio, Elemir, Rubén y Esther quienes organizaron un grupo típico y barrial.
De la percusión al bajo
Rubén empezó desde los 12 años cantando y tocando congas con sus hermanos y amigos del barrio, entre ellos Pedro Cabrera que actualmente reside en Italia.
“Me escapaba a tocar con muchachos del barrio, entre esos estaban varios jóvenes miembros de la familia del ya fallecido maestro Clodomiro Montes, conocido como ‘Puerto Rico’, famoso por su forma inigualable de tocar el timbal”, cuenta Salas.
Clodomiro tuvo un hijo, el percusionista Puerto Rico junior, quien falleció joven; y un nieto, ‘Puertoriquito’, que es hoy también un excelente percusionista en Miami.
Con esa influencia, junto a sus hermanos empezó a probar diversos instrumentos.
El maestro comenzó a destacarse en el canto, pero nunca imaginó que el bajo iba a ser su acompañante inseparable. Hoy es de los pocos intérpretes locales que canta tocando un bajo electrónico o un ‘baby’, como se le conoce a un modelo particular de contrabajo eléctrico.
Y en eso tuvo mucho que ver su gran ídolo: el cantante venezolano Óscar De León.
Salas fundó su propia orquesta en el año 1978 y la llamó ‘Combo Lidebol’ cuando estudiaba aún en el colegio Liceo de Bolívar, donde se graduó de bachiller.
Cuando apareció una guitarra
Ese matrimonio inseparable entre Rubén y el bajo se remonta a los días en que en la casa apareció una guitarra.
“Mis hermanos y yo éramos percusionistas, incluso mi hermana Esther; yo solo cantaba, pero de vez en cuando cogía el bongó o las congas. Pero mi hermano mayor, Hernando, que en paz descanse, compró una guitarra, para enseñarle a una novia; lo acompañé a comprarla y me la entregó para que se la llevara a la casa. Desde que llegué empecé a necearla y desde ahí empezó mi alianza con el bajo”, cuenta Rubén.
La influencia del vallenato
Pero contrario a lo que se podría pensar, de que un salsero a carta cabal como Salas, odiaría la música vallenata, al maestro lo sedujo el sonido del bajo que acompañaba a los vallenatos de entonces.
“Me puse a estudiar guitarra con un método que mi hermano compró en el almacén Sibaly en la Segunda de Badillo, en esa época escuché a ciertos conjuntos vallenatos cuyo sonido del bajo me gustaba, eran los tiempos de ‘La locura’, del gran Diomedes Díaz y Juancho Rois; y de otro trabajo que hizo Juancho Rois con Elías Rosado”, narra.
Empezó a imitar el bajo de temas vallenatos como ‘Del tamaño de la Luna’, entre otros.
Empezó tocando el bajo con un grupo vallenato que se llamaba ‘Los Ases del ritmo’, del barrio Zaragocilla. Una madrugada, un vecino, Emilio Arias, lo buscó para que siguiera tocando el bajo en una parranda porque el bajista se había ido del lugar.
Rubén tomó por primera vez un bajo de cuatro cuerdas, y aplicó lo que hacía en la guitarra.
Allí se selló esa hermandad con el bajo para siempre.
Fueron muchos los conjuntos vallenatos que recorrió y que estaban muy de moda en la ciudad. Porque Cartagena, tal como lo dice el maestro: “también es una ciudad en donde el vallenato se formó”. Integró agrupaciones vallenatas como la de Mariano Pérez y otras.
Nace el ‘Sonido Bestial’
Pero el amor y la fuerza por el son montuno, la salsa y la música tropical estaban intactas.
“En 1987 mi hermano menor Elemir y mi amigo Pedro Cabrera, ejecutaban bien el trombón y fue cuando yo fundo la orquesta Sonido Bestial, que tuvo gran renombre; viajé a Medellín vistamos Fuentes, a Fruko, a Discos Victoria con la intención de grabar pero no pudimos lograrlo, aunque a la orquesta no la paraba nadie”, cuenta el intérprete.
Recuerda con gran agradecimiento que los locutores ‘Mincho’ Paternina y el fallecido locutor ‘Cheo’ Romero, crearon el premio Bucanero de la música y catapultaron a ‘Sonido Bestial’ en un festival en la Plaza de los Coches, en donde se robaron los aplausos de Cartagena.
“Mi hermano Elemir, con los hermanos Pedro y Armando Cabrera, trombonistas los tres, se trajeron varias partituras de la orquesta de Joseíto Martínez, y empezamos a montar temas de Héctor Lavoe, como ‘Ghana’e’; de Paquito Guzmán, como ‘Amor imposible’, y otros de Rubén Blades, Johnny Colón, ‘El callo’, con esos temas empezamos”, dice.
De esa época nació su admiración por los temas de la Dimensión Latina y su cantante Óscar de León.
Rubén Salas ha tocado con los Inéditos de Colombia, con la Orquesta Monumental de Tayron del Cristo Pérez, con el Grupo Cariaco, de Rupert Sierra, con la Orquesta Dejavú, con la Charanga África.
Alternó con salseros de talla internacional como Héctor Casanova, Santiago Cerón, Pupy Legarreta, Ruddy Calzado, con Joe Torres, Marino Solano, entre otros. En 1995 creó junto con Billy Pérez el sexteto ‘Los seis del son’.
El maestro Rubén Salas recientemente está empeñado en apoyar la organización del sindicato de músicos de Cartagena de la cual fue elegido tesorero.
Su vida personal y profesional también ha sido de sacrificios.
Alternó la música con la contabilidad. Fue asistente contable por muchos años. Logró graduarse de Comercio Internacional, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y posteriormente obtuvo su título de contador público. Salas es el padre de cuatro hijas.
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