Mercedes Alfaro Tejeda es una de las pocas caras femeninas de la nefrología en Cartagena. Es la única especialista mujer en nefrología de adultos laborando en la ciudad y hasta hace unos meses, fue la única de Bolívar. Además, es docente en una universidad de Cartagena.
Las mujeres siguen ganándose a pulso las vacantes médicas, pese que muchas deben trabajar o estudiar en avanzado estado de embarazo. Ellas saben que pueden cimentar una familia con esfuerzo y trabajo, intercambiando roles con la pareja para poder realizarse como mujeres de hogar y profesionales.
Se preguntará ¿qué es la nefrología? Bueno, pues es el área de la medicina que se encarga del estudio de la anatomía, la fisiología y las enfermedades del riñón.
Lamentablemente, en Colombia las plazas para esta especialidad son escasas y las convocatorias no se hacen con frecuencia, es por eso quizá que hay pocos profesionales en Colombia.
En cuanto a las mujeres, hay 60 en el país, 9 en la Costa y 1 en Cartagena.
“Como saben que somos pocos nefrólogos de adultos, muchos pacientes me dicen que no sabían que había una mujer. Sin embargo les agrada porque les gusta que una mujer los valore. Entre mis compañeros jocosamente me dicen que la cara de la nefrología cambió en Cartagena”, ríe Mercedes.
Es mucho el tiempo invertido cuando se estudia medicina y más cuando se quiere hacer una especialidad.
“Creo que a lo mejor ese aspecto y lo difícil de optar por buenas plazas para formarse como especialista en nuestro país, lo escasas que son y selectivas, lo que a lo mejor va cerrando la posibilidad a muchos, no solo a las mujeres”, afirma.
Fue por eso que Mercedes estudió su especialidad en nefrología vía MIR en España, luego de graduarse de médica de la Universidad de Cartagena en 2007, y después de trabajar un año con un contrato en Salud pública.
“Gracias a Dios la medicina es la misma en todo el mundo. Para ser especialista allá hay que hacer un examen único nacional, no es como aquí que cada universidad hace su examen, allá es un examen único para los médicos de España y el mundo, que se presenten. Para entrar, de 11 mil a 12 mil médicos escogen los primeros 5 mil y se reparten en todo el país.
“Fue una experiencia maravillosa. Yo, una mujer de estrato medio, que estudió en un colegio concertado (Comfenalco) de clase media de padre profesor, madre secretaria y luego contadora. Estudié con sacrificios como la gran mayoría de los médicos, pero yo tenía mi anhelo de ser especialista”.
Mamá y especialista
Mercedes es madre de Mariana, de 6 años de edad y de la pequeña Ana Helena, de 7 meses.
“Tuve a Mariana durante el primer año de la especialidad. Estaba en España sola con mi esposo y ¿Qué te puedo decir?, muy duro porque tuve que trabajar, estudiar ser mamá y dedicarme a la casa”.
Con voz firme, dice que las mujeres se tienen que acostumbrar a las maluqueras del embarazo, siempre y cuando tengan un objetivo, para que no se echen hacia atrás.
“Siempre la mujer por naturaleza se va a dirigir más a su parte del hogar, pero una siempre puede buscar espacio, tiempo y bueno... tiene que sacrificarse por lo que quiere. Pero ¿en qué consiste el sacrificio y más si tienes tu pareja? En que todos se vinculen con la causa”.
Mercedes le agradece a su esposo , el Dr David Valdelamar, por haber formado un equipo.
“Yo cuidaba a la niña un momento y luego se la entregaba a él, me iba al hospital, él la atendía. Cuando yo llegaba él me la entregaba, se iba y así estábamos”, explica.
Mientras Mercedes hacía la especialidad, su esposo se dedicó a trabajar. Una vez ella terminó, le propuso devolverse a Colombia. “Fue cuando invertimos los papeles y mientras él estudiaba yo trabajaba. Así nos fuimos compartiendo. Dicen de forma machista muchas personas “con solo un especialista en la familia basta” pero ambos teníamos claro que seríamos especialistas y que si no era al mismo tiempo, sería cuando se pudiera”.
La mujer en la medicina
El médico venezolano Francisco Kerdel Vegas, durante una de sus ponencias explicó que por años, los argumentos utilizados para impedir a las mujeres ejercer la medicina “eran específicos a su género. Argumentos sin ningún peso, tales como la incapacidad mental y física debido a la menstruación, falta de fortaleza física, incapacidad por el embarazo y lactancia, inferioridad mental debido a un cerebro de menor tamaño, y la queja habitual de que la labor médica arrebataba el sexo a la mujer”.
Mujeres como Mercedes dejan en ridículo esas teorías de la antigüedad.
“Cada vez las mujeres nos vamos abriendo campos. Parece que vamos por detrás de los hombres, pero sí vamos abriéndonos campo”, enfatiza Mercedes.
Ella, hasta hace 7 meses, fue la única nefróloga en Bolívar. Estaba encargada de la Unidad Renal de Magangué así que toda la nefrología del Sur del departamento pasó por sus manos.
“Pacientes que antes debían ir a Sincelejo, Cartagena o Santa Marta para consulta o someterse a las diálisis, ya tenían el camino más acortado”.
Después de su embarazo, le dejó su cargo a una nefróloga chocoana.
Ayuda divina
La espiritualidad cumple un papel importante dentro de su familia.
Escogió la nefrología para servir a sus pares, luego de ver cómo la vida de su padrino se apagó debido a una enfermedad renal crónica.
“Él estuvo en diálisis y pude vivir en carne propia su proceso, su forma de llevar la enfermedad y todas las complicaciones que tuvo, siendo muy joven. No llegaba a los 40 años cuando murió de enfermedad renal crónica en diálisis. Y eso que logró ser trasplantado”, se lamenta.
Hoy, Mercedes quiere decirles algo a las mujeres que creen que “sueños” y “familia” no son palabras compatibles. “La mujer del siglo XXI cada vez está posponiendo más su maternidad porque quiere hacer cosas... viajar, estudiar, experimentar y si nos ponemos serias, nunca es un buen momento para quedar embarazadas. Pero cuando una quiere formar una familia, solo debe decidirse, saber que tendrá que sacrificar más, pero que lo va a lograr”.
Dicen que detrás de cada hombre hay una gran mujer. ¿Se fijan que casi nunca el dicho es al contrario?
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