Facetas


Tatiana Olano camina “derechito” al éxito

LAURA ANAYA GARRIDO

31 de enero de 2016 12:00 AM

Tatiana Olano salió de Magangué con una sola misión: convertirse en abogada. En una excelente abogada. Era casi una niña -17 años- y asumió el reto con bastante responsabilidad.

Le iba bien. Muy bien. De hecho, siempre obtenía excelentes calificaciones. Peeero -siempre hay un pero- pese a todo y a todos, muy en el fondo, Tatiana sabía que lo suyo no era el Derecho. Se define como una mujer de armas tomar, de carácter fuerte, sin embargo, eso de las leyes no la llenaba.

Es que su papá, don Roberto, soñaba con verla graduada. Ella, la mayor de cuatro hermanos, debía ser un ejemplo. Un referente de “buena cabeza”. Había que graduarse, porque es que el “cartón” pesa...y bastante.

Pues no. Para Tatiana un diploma no vale más que sus anhelos, así que en octavo semestre tiró al Derecho por la borda. Se aferró a un sueño criticado por todos: ser estilista.

¡Miércoles! Al pobre señor Roberto casi le da un infarto. Se le derrumbó el mundo. Le cayó la gota fría. Y Tatiana no se echó para atrás.

“Estudiaba en la Universidad Rafael Núñez y me iba excelente. Dos años ocupé el primer puesto en la facultad, pero hay que tomar decisiones
radicales: eran los códigos o el maquillaje, y yo escogí maquillar. Fue mi pasión desde niña, aunque siempre te dicen que hay que tener un ‘cartón’. Me dejé llevar de las apariencias por un tiempo, hasta que la pasión ganó.

“Mira, es que yo llegaba a la ‘u’ y comenzaba a asesorar a la gente.

Pasaba maquillando a mis compañeras, diciéndoles: ‘esto se te ve bien y esto no’”, cuenta sonriente. Tranquila.

¿Y valió la pena abandonar el Derecho?

-“Absolutamente -dice sin titubeos-. ¡A mí me pagan por jugar! Tengo talento y esto es lo que me hace feliz. Sé que como abogada me hubiera ido bien, tengo mucho carácter y soy bastante aplicada...por eso llegué a octavo semestre y mis profesores todavía me preguntan por qué me retiré”.

A esta rubia de ojos miel y sonrisa amplia me la encontré en Colombiatex de Las Américas, en Medellín.
El martes, primer día del evento, me cansé de preguntar si había algún costeño en la feria textil más importante de Latinoamérica. Nadie me daba razón. Y me tropecé con Tatiana. ¡Aleluya!

¿Cómo fue tu arranque?

-“Los primeros pasos en este medio -estilismo- fueron durísimos. Comencé maquillando a amigas, como todo el mundo, y lego a novias para matrimonios y estudios fotográficos. Viajé a Barranquilla y a Bogotá.
Nada qué hacer, el futuro está en la capital si quieres hacerte un nombre en el mundo de la moda”.
Su travesía en busca del éxito dio frutos. Poco a poco mostró la calidad de su trabajo. La contactaron “pesos pesados” del medio y entonces dio el gran paso: las ferias de moda.

“Estudié cosmetología. Conocí gente del medio y me gané su confianza. Soy afortunada porque me dieron la oportunidad de demostrar mi talento y aquí estoy.

“En 2013 gané el premio a Mejor Maquilladora de Colombia, de la revista Infashion, y llené de orgullo a mi papá. Él finalmente aceptó mi vocación y ahora soy el orgullo de la casa. He trabajado en las ferias de moda más importantes de Colombia: Colombiatex, Cali Exposhow, Plataforma K, Bogotá Fashion Week y Feria del Cuero, entre otras. Además, ya hice mis primeros pininos en el exterior: he viajado a Panamá y México, esa es mi mayor satisfacción”, agrega. Le es imposible contener su sonrisa.

A sus 35 años, la costeña tiene una cosa bien clara: el éxito lo debe a sus raíces. Nunca olvidará que de niña se volvía “loca” maquillando a las empleadas domésticas y a las amigas de su mamá.

“¡Ay Dios! -suspira- Esas pobres señoras. Llegaban a la casa y salían maquilladas y peinadas. Les pintaba el pelo...mejor dicho...salía una y entraba la otra”.

A Magangué lo lleva siempre en su corazón. Dice que no lo olvida porque allá están sus abuelos y algunas tías.

“Nací y crecí en una casa, en pleno Centro del pueblo, cerquita a la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria. Mis papás viven en Cartagena, pero pienso y siento que lo que soy es por Magangué. Siempre, cuando me conocen, me dicen que lo más lindo que tengo es la sencillez y eso se lo debo a mi tierra, a mi crianza”, cuenta.

¿Qué extrañas de tu pueblo? "El mote de queso y de la Costa extraño las playas", comenta.

Se dice una “mujer extraña”, de esas que nunca soñó con casarse joven. No tiene hijos. Siempre primó la realización profesional. Y si en esta vida existen las certezas, la de Tatiana es que cada uno de sus pasos y sacrificios han valido la pena.

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