Facetas


Un arquitecto enamorado de Cartagena

HERMES FIGUEROA ALCÁZAR

13 de septiembre de 2015 10:39 AM

Carlos Ott nació en Montevideo (Uruguay)  en 1946. Es egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, de ese país. A la fecha tiene su residencia en Canadá. Su firma de arquitectos, en la que trabajan  más de 60 profesionales, tiene oficinas en Montevideo, Quebec, Toronto, Dubai y Shanghái.

Algunas de sus obras célebres son: el edificio de la Opera de La Bastilla, en París, inaugurada en 1989 con motivo del segundo centenario de la Revolución Francesa, la Torre de las Telecomunicaciones Antel (Montevideo), año 2000; complejo de edificios Proscenium, en Makati (Filipinas), National Bank of Dubai (1997), Bur Al -Arab (Dubai),  Edificio Muse, Islas Sunny (Florida), entre otros.

Ott es un arquitecto que incursiona en muchos sectores. “Soy un ave rara. Generalmente un arquitecto se especializa en aeropuertos, hospitales, hoteles, sin embargo, por razones que se dieron de manera inconsciente, no fue buscado… se dio aeropuertos, edificios de oficinas, hoteles, palacios de justicia, residencias, edificios industriales, multihabitacionales, comerciales, una gran variedad y a mi me gusta mucho. Eso me obliga a pensar y repensar diferentes aspectos… es muy raro...”, concluye.

Su primer gran proyecto y el que lo hizo famoso en todo el mundo fue el edificio de la Ópera de La Bastilla, en París. Es uruguayo y tiene oficinas en varios continentes. Su nombre es Carlos Ott y está a punto de definir su primer proyecto en Colombia y Cartagena es el escenario escogido.

La lista de sus diseños es interminable y ni él sabe con certeza cuántos ha hecho. “Usted me obliga a pensar que debería hacer ese cálculo algún día, pero nunca los he contado”, señaló en tono sorprendido el arquitecto mientras atendía una entrevista con El Universal, en un hotel colonial del Centro Histórico.

Su primer diseño fue una casa en el balneario de Punta del Este, en su natal Uruguay, en 1965, cuando apenas era  un empleado de un estudio de arquitectura en Montevideo y saltó a la fama cuando concursó junto a más de 700 arquitectos del mundo para diseñar el edificio de la Ópera de París. “Me presenté a ese concurso sin pensar que iba a ganar y lo gané. Así que la primera obra que me tocó hacer fue  de 150 mil metros cuadrados, de 1.000 millones de dólares… grande y compleja, fue un bautismo de fuego”.

Ese gran arquitecto, de aspecto bonachón, sencillo y amante de la pintura, la buena cocina, el fútbol y la Fórmula 1, estuvo por estos días en Cartagena, conjugando el turismo con los negocios. El diseño con los frutos del mar, en Barú, al lado de un grupo de amigos.

Con él hablamos de su obra, de su tiempo libre, de su primer proyecto en Colombia, de la arquitectura de Cartagena y de los sitios del mundo que él recomendaría, entre los cuales está Cartagena.

¿Cree usted que fue el diseño de la Ópera de La Bastilla la obra que lo hizo visible mundialmente?
­Sí, sin duda. Así fue francamente, porque fue un concurso internacional en París, para un edificio, para una ópera… un edificio que es hoy el más grande en el mundo como centro lírico, así que sin duda fue lo que me abrió muchos caminos y muchas puertas.

Observando las imágenes de sus creaciones, de sus diseños, uno encuentra rasgos que se mantienen con el tiempo. ¿Qué sigue conservando de su concepto arquitectónico?
- Su pregunta es muy buena y mi respuesta no es para evitarla, pero creo que el rol del arquitecto, como el de todo artista, es hacer su obra… y no juzgarla, ni criticarla. Yo creo que el rol del crítico es tan importante como el del artista. El crítico y el público en general ven la obra del artista desde otro punto de vista y ven en esa obra del artista cosas que quizá ni el mismo artista se imagina. Entonces yo prefiero no hablar de mi obra, como creo que Fellini no le gustaría hablar de la suya, ni García Márquez hablar de su obra… Sí, seguramente hay un vocabulario que se mantiene en toda la obra, pero si lo hago, lo hago inconscientemente.

¿En Colombia tiene proyectos?
-No. En Colombia he estado varias veces. En Cartagena por diversas razones, por otras posibilidades. Hoy estamos trabajando en un proyecto, en Bocagrande, que lo estamos afinando. Estamos trabajando con el arquitecto local y los diferentes ingenieros y por supuesto los propietarios. Pensando y desarrollando las diferentes posibilidades. La pretensión es hacer el proyecto más interesante, más lindo de la ciudad. Este sería mi primer proyecto en Colombia. He hecho varios diseños, pero no se han ejecutado.

¿Qué concepto tiene de la arquitectura de Cartagena,  de la ciudad antigua y la moderna?
- En Cartagena hay una dualidad… la ciudad antigua y la ciudad moderna. La ciudad antigua concentrada en intramuros y la ciudad externa que se desarrolla en todo el perímetro de la misma ciudad. Tiene proyectos muy grandes en Bocagrande. Creo que es magnífico el desarrollo de la ciudad. Cartagena, como pocas ciudades del mundo, ha sabido conservar el patrimonio que heredó de sus antepasados… Muchas ciudades, lamentablemente la mía – Montevideo – tiró abajo una muralla tan importante y quizá más importante que la de Cartagena. Pero la tiramos abajo en 1830, para agrandar la ciudad. ¡Qué grave error! y como esa, varias ciudades. Cartagena mantiene esa magnífica obra que hicieron los españoles y por eso hoy es un centro internacional de turismo.

¿Un lugar para recomendar ?
-Hay varios. Yo no sé cuáles son los 10 mejores sitios del mundo, pero no tengo la menor duda que Cartagena es uno de ellos. Ustedes han sabido mantener y respetar todo lo que es pasado, salvo dos o tres excepciones que vi. Lo han hecho de una forma quirúrgica, con mucho cuidado, tratando de no romper la calidad visual de la ciudad. Por eso Cartagena cuando tu caminas por ella es una ‘Torre de Babel’,  aquí se escucha el lenguaje de todas partes del mundo”.
¿Y cuáles son esas excepciones arquitectónicas que a su parecer desentonan en el Centro Histórico?
- Algunos edificios altos que creo que se hicieron en los años 50, no se los puedo decir, pero son edificios que chocan, con más de 5 niveles cuando en la mayor parte de las edificaciones del Centro Histórico tienen 2 ó 3 niveles. Esos edificios tienen un lenguaje arquitectónico de la mitad del siglo XX, cuando el resto es del siglo XVII y XVIII.

¿Un proyecto pendiente?
-Sí. Hay uno y sería un edificio religioso. Una mezquita, una sinagoga, una iglesia, un templo… que hasta ahora no lo he hecho. En los países árabes, en los complejos se hace una mezquita, son lugares de oración y no una mezquita sola. Me gustaría hacerla sola, individual, porque de nuevo quiero crear una atmósfera de concentración… tanto para un creyente como para un ateo… me parece que a un mismo ateo un lugar de concentración es un edificio cuasi-religioso y obliga al artista a pensar en el proyecto completamente separado, independiente.

¿Qué lo inspira ?
- Todo. La fuente de inspiración viene de todos lados. Nunca me senté a hacer un análisis. Soy intuitivo y trato de  hacer las cosas lo más frescas posible y por alguna razón no trabajo tanto con computadoras, trabajo con lápices... del cerebro a mis manos es mucho más rápido. Puede ser una flor, un edificio viejo, una señora que pasó, todo me puede inspirar. La arquitectura nos obliga a incorporar todo: las artes plásticas, la ingeniería, la lógica, la sociología...  Esa inspiración la ayuda mucho los viajes internacionales. Yo veo acá, en Cartagena, ideas que de repente mañana, sin darme cuenta, pondré en práctica.
 

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