Facetas


Un primitivista cartagenero en París

GUSTAVO TATIS GUERRA

02 de junio de 2013 12:01 AM

Ver a ese hombre flaco con un rollo de alambre en las manos fue suficiente para que los colmeneros del mercado de Bazurto de Cartagena de Indias, apodaran a Alfredo Piñeres Herrera, El Alambrito.
Le decían así no solo por la flacura y los alambres, sino porque Alfredo se ganaba la vida haciendo jaulas para pájaros y trampas para ratones. Así se sostenía los seis de la semana, y solo el domingo lo dedicaba a pintar en los muros de su patio en San Fernando y en pedazos de lienzos. Eso era lo que quería hacer: pintar. Alfredo tenía habilidades para pintar escenas del mercado  y de su barriada.
Nacido un 17 de abril de  1957 en el barrio Escallón Villa de Cartagena, Alfredo no recuerda a en qué momento empezó a pintar.
Su  maestra Cristina de Macías en la Escuela Andalucía del barrio Piedra de Bolívar, lo buscaba cada vez que tenía que pintar en el tablero, una vaca, una mata de maíz o algún retrato.  En su pequeña y humilde escuela del barrio pasó alguna vez el general Simón Bolívar en uno de sus viajes a Cartagena.
“Mi papá trabajaba en el Laboratorio Labec que estaba en el Pie de la Popa, y un día terminó vendiéndole medicinas al mismo Noé León, el gran pintor primitivista”. Fue a Barranquilla a una retrospectiva de Noé y le sorprendió un cuadro en el que aparecía un tigre perseguido por un cazador. Nunca se vieron, solo a través de la mirada de su padre, pero entre los dos hubo la complicidad de las escenas humanas cotidianas.
Alfredo dice que en el año 2000 hizo su primera exposición, pero ya en 1998 había sido escogido entre cuarenta participantes en la convocatoria del Salón de Arte Comunal Ecopetrol, con una pintura en la que aparecía un médico dándole de comer a dos recicladores.
Es en ese año cuando empieza a mostrar tímidamente algunos de sus cuadros. Uno de ellos se convierte en la punta de lanza para que en definitiva cambie de profesión de hacedor de jaulas a las de pintor.
Conoció a la galerista Norma Uparella, quien le recomendó que dejara los alambres y se dedicara solo a pintar. Norma  le propuso incluso pagarle el valor semanal de las jaulas y las trampas, y comprarle lienzos y óleos y acrílicos con tal que no hiciera otra cosa sino pintar. Eso hizo.
Alfredo empezó pintando a los suyos: a María Paulina Herrera, su madre, y José Alejandro Piñeres, su padre, y a sus hermanos. “Soy el segundo de ocho hermanos. Un día mi papá llegó con una caja de pintura y mi hermano Moisés se la acabó toda. Me quedé con ganas de pintar. Mi primera exposición la llamé “Dar de comer al hambriento”. Eran catorce obras que llamaron la atención del curador del Museo de Arte Moderno, Eduardo Hernández y de Moraima Facio Lince”. Fue el curador quien le propuso que hiciera esta serie para su primera exposición individual del 16 de noviembre de 2000, en la que trabajó un año.
Fue seleccionado y premiado en el Salón BAT y escogido en el Salón del BBVA con la obra “César, el todero”, en 2010. El Banco de la República de Bogotá le compró 9 obras. Participó en la exposición de arte latinoamericano en Guatemala. Y en la Casa Museo del Banco Nacional de Panamá.
En 2012 la galerista Luz Guinard vino de París y se reunió con varios pintores de Cartagena, deseando hacer una colectiva con el nombre Macondiando, que reflejara el arte contemporáneo del Caribe colombiano.  Conoció por colecciones privadas algunas obras de Alfredo Piñeres, pero no logró conocerlo. El galerista Luis Carlos Martínez conoció a Alfredo un día en que fue a su casa de Torices, a venderle una de las jaulas a su padre Nicolás Martínez.  Hacia unos años Luis Carlos había logrado que en unos enormes cuadernos de dibujo traídos de Medellín, Alfredo Piñeres le hiciera una serie de diez pinturas de pequeño y mediano formato, en la que aparecían peloteros de barriada, escenas de calles y plazas y paisajes naturales de Cartagena de Indias. Esas obras a pocos minutos de abordar el avión a París fueron las que Luz Guinard se llevó para la exposición de Alfredo Piñeres. Y ahora son una de las sorpresas del arte colombiano en París.
El sorprendido por todo lo que le ocurre es el mismo Alfredo Piñeres que ha llegado a creer en su timidez congénita que es a otro Alfredo al que le ocurren todos esos honores como el de haber sido escogido por el Salón de Arte Popular BAT como personaje nacional homenajeado y haber sido incluido en el libro de los mejores artistas populares de Colombia.  Y haber sido elegido recientemente para un homenaje en el Centro de Formación de la Cooperación Española.
Alfredo no habla, tiene las palabras contadas, lo acorrala su propia timidez y su silencio se ilumina cuando está ante el lienzo. Es impecable con las escenas que pinta. Cuando pasa por Bazurto no falta alguien que lo señala con cariño: “Allá va Alambrito”.
Ahora no lleva un rollo de alambre sino unos lienzos bajo el brazo.

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS