Facetas


A veces la imprudencia viaja en dos ruedas

A lo lejos, un motociclista renegado frena en seco, detiene el tráfico, aprieta el manubrio, da un giro intempestivo en segundos y en contravía intenta escabullirse. Asustado, logra fugarse en su moto negra y platinada. Parece haber visto al diablo en frente, pero no, no es eso…huye despavorido de un retén de Tránsito, en la diagonal 30 del barrio Zaragocilla. En esa vía, en un recién instalado operativo de control, los infractores comienzan a caer como moscas en leche.

***
*Ernesto sale de casa antes de las seis de la mañana. Toma una carrera en El Campestre. Es una universitaria, bien arreglada y cabello a medio lado, regatea por $3.500. Él acepta. Mientras conduce, seguramente él piensa en reunir 250 mil pesos para pagar una deuda por la compra de útiles escolares de sus dos hijos.
En octubre del año pasado -exactamente hace cuatro meses-, la vida de Ernesto era menos complicada. Su trabajo fijo como guarda de seguridad en una empresa de Mamonal le daba estabilidad económica.

Ahora su endeble economía se define en las acaloradas calles de Cartagena. En su moto, transportando gente desconocida y, en este caso, irresponsable. Llegando a su destino: el Tecnológico Comfenalco, se topa de frente con el retén del Tránsito Distrital, en la diagonal 30, instalado cuando el sol de este martes apenas despunta.

Eran las 5:30 a. m. cuando cuatro agentes y 12 reguladores comenzaron el operativo, en una zona foco de quejas por infracciones de tránsito. Sobre esa avenida está la entrada al colegio Comfenalco y también la sede del Sena, lo que, junto a la institución universitaria, asegura un grueso tráfico de vehículos. Y, por supuesto, de infractores.

Ernesto no pasa de los 35 años, viste jeans y una camiseta roja del Bayer Munich, número tres. No se preocupa al ver al Tránsito, no intenta huir, no tiene por qué temer. Pero lo detienen: su pasajera, bien peinada, lleva el casco puesto, pero en el brazo.

¿Cómo me haces esto? -reclama Ernesto a su pasajera, que se marcha sin más ni menos-. El mototaxista, nada más y nada menos, se hace merecedor a su primera inmovilización y a su primer comparendo: 368.885 mil pesos.

“Presté una plata para comprar zapatos y cuadernos. Me tocó comprar uniformes nuevos a los dos niños. No sé de dónde voy a sacar para pagar esa multa. Estoy llamando a un cuñado que venga a buscarme, porque no tengo ni para irme. La cosa es seria”, me cuenta, como desahogándose.
Entonces de sus ojos grandes y brillantes escapa una mirada perdida.

***
-Pídele a Dios que no te vea en la calle, ¡donde te pille te casco!- exclama un infractor, amenazando a una agente.
En la escena aparece otro motociclista. Está alterado. Es un tipo alto, corpulento, de unos dos metros y cara de puño. No lleva papeles, ni siquiera la cédula, amaga con escaparse y golpear al pequeño policía de Tránsito que lo intercepta.

Varios uniformados intervienen, rodean al sujeto molesto. Se caldean los ánimos, la tensión se incrementa pero, a punto de romper en hervor, la marea se calma. Son las 6:20 de la mañana.

“Son irrespetuosos, nos amenazan a diario de muerte, nos dicen: ‘te veo y te mato, te cojo y te parto’. Todo por cumplir con nuestro deber”, explica Orfelina Teherán, agente y coordinadora del grupo operativo del DATT. Es una mujer de temple, está a cargo del retén, es de las más experimentadas y sobre ella recaen todas las súplicas de ‘clemencia’.

“Hice parte del primer grupo de diez mujeres en el Tránsito en 1992. A los tres años de estar aquí me fui para la Policía, pero por no cumplir un traslado me sacaron y me fui para el Inpec, duré seis años pero me mandaron a matar por no dejar pasar una droga. Eso fue en diciembre el 2005, tenían todo listo para hacerlo, pero el tipo se arrepintió. Entré en una crisis de nervios horrible, duré un mes encerrada en mi casa llorando, la vida no ha sido fácil. Luego regresé aquí al Tránsito”, me comenta.
En el retén, donde ya se acumulan al menos diez motos, algunos motorizados miran a los policías de Tránsito con cara de odio, como si cada agente fuera el peor de los monstruos y el culpable de sus infracciones. Otros aceptan su culpa y esperan su multa.

Venga agente, colabóreme, yo iba aquí cerquita -grita un infractor-. Lo atraparon infringiendo el pico y placa. Y es que la palabra ‘colabóreme’ cobra especial valor en un retén como este. Es de las más mencionadas.

-No puedo colaborarle. Yo no soy reseña para identificarlo a usted, si no tiene cédula, no puedo identificarlo- Responde tajante la agente Orfelina a otro motociclista que se niega a identificarse.

Ser agente de Tránsito en Cartagena es tan tensionante como peligroso. Piense solo en estar buena parte de su día laboral bajo el picante sol. Añádale a esa cuenta la tarea recibir a diario toda clase de insultos y reproches de conductores renuentes a cumplir la ley, irse a los puños y hasta ser golpeado por vehículos de infractores.
“Tuve que irme a las trompadas con un taxista que me echó el carro porque le pedí los papeles en la India Catalina. Tú no has visto nada, esto no es fácil”, recuerda el también experimentado agente Enrique Saltarín.

-Escúchame, cálmate, ¡déjame hablar! -Otra uniformada intenta tranquilizar a un hombre algo ofuscado.
***
“Ahora porque está acompañado”, “algún día me lo tengo que encontrar en la calle”, “se va a ganar una muñequera”, “se me olvidaron los papales”, “no tengo licencia”, “Yo soy familiar de...”. Más susurros de amenazas y muchas excusas se escuchan en la Diagonal 30. Se ve desde un conductor que miente sobre la edad de su hija, a quien quiere hacer pasar por mayor de 12 años, pero no llega ni a los 8, hasta una niña que estalla en llanto cuando a su padre van a inmovilizarle la moto.
Pero no todas son amenazas y mentiras, ni todos los infractores son tan desafiantes.

“Yo venía distraído, venía hablando con mi pasajero pero no me di cuenta que el casco se lo quitó, era un pelao’. La patrullera me paró y cuando volteo, veo al muchacho con el casco en el brazo. A esto es a lo que se expone uno con los pasajeros, ojalá pueda sacar la moto rápido”, narra Oswaldo Torres Paternina, otro mototaxista, de 31 años. Está preocupado por la multa, pero toma las cosas con calma.

El operativo de este martes es para “cazar” a infractores irresponsables que transportan a menores de 12 años en moto. Eso abunda en esa vía. En algunos casos encuentran a los menores sin cascos, dos o más en una misma moto y vehículos sin documentos.

“Lastimosamente la gente no quiere entender que es algo que se necesita por regla de tres, o tú tienes régimen en tu vida o no tienes, el desorden en la vía es muy fuerte, aquí todos tienen una excusa, si te das cuenta hasta por el peinado, porque tienen mojado el cabello, porque van aquí mismo, porque se les olvidó la licencia, o no tienen SOAT. Lo que se requiere es que el conductor se lea las normas. Mientras estén en vía pública a uno le toca ejercer autoridad, la idea no es perjudicar al usuario, la idea es que el usuario aprenda”, explica Orfelina.

A eso de las ocho de la mañana finaliza el operativo, que ha inmovilizado 21 motocicletas. Los agentes se preparan para el operativo del día siguiente en otro sector de la ciudad.

El grito de la agente Orfelina dirige varias miradas hacia una parrillera cuya moto logra evadir el retén y se pierde airosa: ¡Ponte el cascoooo! Para que no te dañes el blower, mija.
*Nombre cambiado a solicitud de la fuente.

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TOP DE INFRACCIONES DE MOTOS
No llevar el casco es una de las infracciones más recurrentes en Cartagena. Y la situación se agrava cuando quieres creerte la ley y, peor aún, a la fuerza. Según datos del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte (DATT), solo este año, hasta el 21 de febrero, impusieron 3.629 multas a motociclistas, un promedio de 68 infracciones diarias. Entre las infracciones más frecuentes hasta la esa fecha se habían impuesto 1551 por pico y placa, 926 por no tener licencia, 297 por técnico mecánica,  87 contravía, 194 por falta de SOAT,  19 por alcoholemia y 169 por maniobras peligrosas, como tomar los andenes como vías. También hay quienes transportan desde camas, cajas, colchones y hasta piscinas inflables en los vehículos de dos ruedas.

CON MENORES DE 12 AÑOS
En otro operativo similar, el día anterior, en el mismo sector, inmovilizaron 14 motos y sancionaron a 18 conductores. El miércoles los agentes se trasladaron hasta la Avenida Kennedy del barrio Blas de Lezo, donde retuvieron 18 motos y se sancionaron a igual número de conductores por transportar menores de 12 años sin ningún tipo de seguridad. El DATT ha incrementado este tipo de operativos de educación vial, en una campaña por mejorar la inteligencia vial de los cartageneros.

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