Un impulso tan decidido, como los propios latidos del corazón, los lleva a no estar apegados a ningún sitio. El anhelo popular de tener casa, perro y niños corriendo de allá para acá es ajeno a ellos; estas cinco vidas cuentan la historia de gente que no le tiene miedo a lo desconocido. Menos que miedo: tienen una crónica pasión por coleccionar recuerdos de lugares extraños.
Wanderlusters. Así les dicen a los que tienen un impulso viajero más grande que ellos mismos. Esta palabra, tan de moda en esta década, está impresa en camisetas, tatuajes, nombres de agencias de viajes y cuentas cuentas en redes sociales.
Está compuesta de dos palabras alemanas: wandern, que significa vagar o migrar y lust, que quiere decir gozo o disfrute. La gente wanderlust siente pasión por viajar. Los viajes no son unas simples vacaciones para alejarse de un trabajo aburrido o una recompensa por soportar una vida difícil. No. Para los wanderlusters viajar es la vida misma.
De ese impulso por viajar y recorrer el mundo, la humanidad ha sabido incluso antes de que la palabra se hiciera tan popular. El primer hombre en dar la vuelta al mundo en barco fue Juan Sebastián Elcano, quien inició la travesía en 1519 y la terminó 3 años después. Wiley Post fue el primero en darle la vuelta al mundo en avión en solitario. Llegó al sitio de partida, Nueva York, el 22 de julio de 1933 después de completar 7 días, 18 horas y 49 minutos de vuelo.
Lo mismo hizo Annie Londonderry, pero en bicicleta, en 1894, y más recientemente Steve Fossett, quien en 2002 recorrió el mundo a bordo de su globo plateado.
Lo cierto es que el fenómeno wanderlust está tan popularizado hoy que hay 59 millones de publicaciones en Instagram que llevan esta palabra como etiqueta, y en Google aparecen cerca de 6 millones de publicaciones con recomendaciones de destinos perfectos para este tipo de viajeros. Emprendimientos como Airbnb y CouchSurfing se han popularizado rápidamente porque le brindan a los viajeros la posibilidad de hospedarse con familias y explorar los destinos como un local más.
No todos intentan romper records o hacer famosos sus viajes en las redes sociales. Algunos solo quieren llenar su espíritu con “wanderlust”. Estas son las historias de 5 grupos de viajeros que lo han dejado todo atrás a cambio de conocer el mundo. Tienen en común que en su itinerario incluyeron a Cartagena:
Alex Aidar, Craig Levesque y Turbo (la van)
Brasil y Canadá
Instagram: @slowlaneadventures
Dos vidas demasiado corporativas, con trabajos que se robaban el tiempo de ambos como pareja y de ellos con sus familias. ¿Cuál era el punto de vivir así? “Para nosotros no tenía mucho sentido seguir viviendo una vida que no ya no nos estaba haciendo felices y esperar a jubilarnos era demasiado a fin de ‘ser libres’”, cuentan ahora desde Brasil, a donde viajaron a pasar las fiestas de Fin de Año.
La tentación de cancelar el viaje llegó disfrazada de ofertas de trabajo, ascensos, traslados a otras ciudades… pero ellos estaban convencidos de su idea de irse y dejarlo todo, así que empezaron a ahorrar y simplemente pusieron una fecha en el calendario. ¿La meta? Salir de Canadá, donde vivían, y llegar hasta el último rincón de Sudamérica. “Cuando llegamos a Panamá, tuvimos que tomar la decisión de hacia dónde enviaríamos por barco nuestra van. Escuchamos de varios viajeros que el Puerto de Cartagena era excelente para enviar vehículos.
Honestamente, no buscamos demasiado sobre la ciudad antes de llegar, teníamos que tomar una decisión y nos gustó la idea de hacer una visita sorpresa a una ciudad”. Se la imaginaron como cualquier puerto, algo industrial, con gente ocupada y mucho tráfico. Su idea básicamente era recoger a Turbo (la van), e irse de inmediato hacia Santa Marta o el parque Tayrona. Y terminaron quedándose una semana. Los enamoró la mezcla de nuevo y viejo, todo tan cerca del mar. Casualmente llegaron a tiempo para las Fiestas de la Independencia, donde tuvieron guerra de espuma con varios niños en el desfile infantil. Ahora, un par de meses después de haberla visitado, están convencidos de que “Cartagena tiene el paquete completo”.
Lily y Jay Cleasby
Londres, Reino Unido
Instagram: @lilycleasby
Vivieron en Londres varios años, hasta que entendieron con detalles cómo funciona una ciudad de ese tamaño. Como pareja decidieron irse de viaje, pero no querían hacerlo como turistas, sino vivir la experiencia a lo local: “queríamos saber cómo es vivir en diferentes ambientes y culturas, cómo interactúan, cómo trabajan, cómo comen, cómo celebran, cómo logran lidian con el estrés de la sociedad moderna”.
Pero su propósito va más allá, están convencidos de que viajar les ayuda a entender mejor cuál es su lugar en este mundo. Ahora que están en la mitad de su travesía creen que su vida ideal podría estar en un lugar diferente a la “fría y lluviosa Inglaterra”.
Eligieron Cartagena porque los enamoró la combinación de ciudad histórica con playa caribeña, además solo podían pasar 7 días en el país y querían algo completamente diferente a Bogotá. Sin embargo, esperaban “una ciudad costera tranquila, con calles silenciosas y ambiente relajado”. A cambio de eso se encontraron una ciudad acelerada, la cantidad de vendedores del centro los espantó hacia Getsemaní, en donde estuvieron casi todo su viaje, enamorados de los restaurantes y las calles coloridas. “Notamos el contraste entre las dos cartagenas, la rica turística y la pobre de las afueras”. Y el calor, “tal vez demasiado para dos turistas ingleses”, bromean.
David Martin
Londres, Reino Unido
Cartagena lo llamaba desde hacía mucho rato. Había estudiado juicioso a Gabriel García Márquez y había repasado un millón de veces las calles coloridas, los balcones florecidos y las playas en su cabeza, así que tan pronto pudo no dudo ni un segundo en llegar a Cartagena.
La historia de David empieza como muchas otras con una oficina demasiado encerrada para un corazón libre. Sin embargo la de él pasó por un momento dramático cuando estuvo a punto de perder una de sus piernas por culpa del Estafilococo. Después de 10 cirugías tomó la decisión que había estado aplazando durante años, “con mi cuerpo intacto, tenía una nueva apreciación por mis piernas. Quería usarlas tanto como me fuera posible, quería que me llevaran a diferentes lugares”.
Con Cartagena fue amor a primera pisada. “Lo primero que me llamó la atención cuando llegué fue el color. Comparado con los lugares en los que había estado antes, era muy brillante y vibrante, especialmente en comparación con el Reino Unido, que parece muy gris comparado con esto”. A pesar de las expectativas tan altas que tenía cuando llegó, David se fue de Cartagena más enamorado de lo que llegó y dice con certeza que “yo creo que la gente no puede decir que ha ido a Colombia si no ha ido a Cartagena. Es mi ciudad favorita de todo el viaje”.
Walter Gil
Bogotá, Colombia
Facebook: Sigue a Wally
Walter tuvo un arranque “de locura o de cordura, todavía no sé” en el que se quedó pensando que no podía ser que la vida fuera trabajar para tener plata, para gastarla en cosas.
Entonces se compró una moto de tres ruedas Can Am spyder, porque no sabía manejar una de dos. Le quería demostrar a su hijo Lukas que era posible cumplir sueños y vendió todo lo que tenía, para irse.
“Yo sabía que iba a ser una gran aventura, pero nunca me imaginé lo increíblemente formadora que resultaría para mi vida. Me cambió por completo. Conocí de generosidad, de empatía, de solidaridad, de apoyo, de soledad y de compañía”. Después de su viaje se convirtió en todo un fenómeno en redes sociales y es muy popular con su guía para viajeros inexpertos. También tiene lista una novela sobre su experiencia, que le ayudó a escribir una de sus mejores amigas.
A Cartagena la conocía de pequeño, por los paseos familiares que como cachaco lo llevaban al Caribe, y tuvo que pasar por ella en su recorrido para llegar hasta Panamá. Para sacar su moto del país debe tener un documento llamado importador provisional, para el que necesita una empresa legalmente constituida. Entre trámite y trámite se demoró 15 días, en los que lo adoptaron Betty Avilés y su hija, para ayudarle con los trámites y una fundación le dio comida y alojamiento hasta que pudo partir.
“Uno de Cartagena no olvida esos atardeceres románticos, esa brisa a la que uno se abandona cuando se apaga el día, de los amigos eternamente alegres”, dice ahora, mientras prepara su segundo viaje, esta vez su meta es recorrer 42 países en siete meses, partiendo desde Europa.
Stefanie Meile y Lukas
Saint Gallen, Suiza
No dejaron su vida por completo, pero saben que tienen que viajar constantemente o corren el riesgo de dejar de ver la belleza del día a día. “Si te quedas mucho tiempo en un lugar, ya no podrás ver su belleza. Ves lo que podría mejorar, no lo que está bien”.
Eligieron a Cartagena porque querían aprender español antes de recorrer más lugares del continente, para comunicarse mejor. Y esta ciudad les ofrecía varias escuelas de español, además de un puerto al que podían viajar en un yate alquilado desde Panamá. Les habían dicho que en Cartagena hacía calor y que era una ciudad linda, pero no se imaginaron cuánto de ambas cosas.
Les sorprendió ver el tamaño de Bocagrande, y se encantaron con Getsemaní, los restaurantes y los murales, así como de la vida diaria de Manga. Al final, a 25 grados de temperatura ya sentían frío. Se fueron siendo unos cartageneros más, en su ruta hacia Perú y Ecuador. “En casa cocinamos comidas típicas que probamos en otros países. En Cartagena aprendimos a hacer mote de queso, y lo cocinaremos para nuestros amigos cuando volvamos a casa”, prometen.
Patricia Valvoda y Lane
Bentonville, Arkansas
Patricia conoció a Lane en febrero de 2014 y puede decir con certeza que le cambió la vida para siempre. El primer gran cambio: adquirió un pasaporte y la decisión de viajar por el mundo a su lado. Ahora Patricia tiene 53 años y su amado Lane 63, “encontré un compañero de viaje con el que puedo estar 24/7 y no volverme loca”, sentencia.
En este punto de sus vidas ambos pueden vivir de la renta de varias propiedades que tienen en Arkansas, así que lo que empezó como pequeños viajes de algunas semanas o meses ahora se convirtió en viajes que duran años. “Tengo una caja con cosas de las que no pude separarme, guardada en la casa de mi hermana, pero de resto todo lo que poseo está en este carro”, el Honda Element con el que han recorrido el continente, incluida Cartagena.
De Colombia sabían que exporta café y de Cartagena sabían menos, solo que debía ser destino obligado porque así se lo recomendaba su libro guía. “Nos quedamos seis noches en Cartagena y no solo visitamos el Centro Histórico, que por cierto encontramos mágico. Pasamos mucho tiempo conduciendo por la ciudad, de una oficina burocrática a la otra, fuimos hasta el sur a buscar propano y cambio de llantas”.
Se fueron encantados con la comida callejera, de la que comieron hasta el cansancio, pero sobre todo de los jugos de fruta frescos que venden en los andenes. “Estoy impresionada por la diversidad y la energía de la gente. Toda persona que conocimos era amistosa y estaba feliz de ayudarnos”.
Top 10 de destinos recomendados para wanderlusters:
Algunas de las guías más reputadas del mundo recomiendan estos 10 destinos (no están en orden de importancia):
1. Islas Galápagos, Ecuador.
2. Gorilas de Montaña, en Ruanda o Uganda.
3. Cataratas de Iguazú, en Argentina o Brasil.
4. Salar de Uyuni, en Bolivia.
5. Angkor Wat, en Camboya.
6. Capadocia, Turquía.
7. Isla de Flores, Indonesia.
8. Chauen, Marruecos.
9. Sevilla, España
10. Belfast y la costa del Causeway, en Irlanda del Norte.
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