Todos la hemos disfrutado en ensaladas, mezclada con trocitos de frutas. ¿O qué tal cocinada en tortilla con huevos revueltos? Independientemente de cómo la comamos, lo cierto es que le estamos aportando a nuestro organismo no solo una excelente cantidad y calidad de proteína (esta hortaliza tiene la misma de la carne de res o de pollo), sino de provitamina A, aliada de la salud de huesos, visión, piel, pelo y sistema inmunológico.
Así mismo, al tomar jugo de espinaca aprovechamos sus poderes diuréticos, los cuales son de gran utilidad en caso de infecciones del aparato urinario, cuando necesitamos sustancias que arrastren las bacterias.
Y al comer las hojas crudas, llenas de fibra (¡muy bien lavadas!), éstas se convierten en un excelente laxante natural que además de combatir el estreñimiento, fortalecen el sistema digestivo.
Al igual que sus “hermanas y primas”, esta hortaliza es un potente antioxidante, que ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro de las células.
MÁS BENEFICIOS
Sin mutaciones
De acuerdo con algunos estudios, por su alto contenido de una sustancia llamada histidina, la espinaca podría evitar que las células del cuerpo humano muten o se transformen, convirtiéndose en malignas.
Pura vitamina
Tome cada mañana este jugo multivitamínico. Licúe 1 taza de espinacas, ½ taza de brócoli, 1 manzana verde y el jugo de 1 limón. Sirva y endulce con miel. Tiene vitaminas A, C, E y K, ácido fólico, potasio, calcio, hierro y complejo B.
Ojos sanos
Una ensalada de espinacas y trocitos de zanahoria hace milagros en la prevención de graves enfermedades oculares. Por ejemplo: cataratas, degeneración macular y ceguera nocturna.
Adiós anemia
Es perfecta coadyuvante en los tratamientos contra la anemia producida por bajos niveles de calcio y hierro. En este caso, rocíela con jugo de limón o de naranja para que la vitamina C le ayude a su organismo a absorber el hierro de la hortaliza.
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