Van a ser nueve años desde que dejó nuestro país para formar una familia con Simón Brand y todavía no cesan los rumores sobre un posible regreso. Pero Claudia ya encontró el equilibrio perfecto entre una vida con base en Los Ángeles y visitas a Colombia, donde tiene buena parte de sus compromisos y proyectos.
Y es precisamente ese hecho de ser imagen de campañas publicitarias lo que nos permite constatar que los años le pasan a Claudia por encima, pues como las top models del mundo, ni los embarazos le han restado luminosidad.
Además, cada decisión que ella toma la emprende con determinación y confianza, como cuando decidió bajarle revoluciones a su entonces vertiginosa carrera en RCN para ser gestora de un hogar, al lado del famoso director caleño. Sus hijos dejaron de ser bebés (Samuel tiene cinco años y Luca dos) y siguiendo la lógica de priorizar la familia sin abandonar los demás aspectos de su vida, se ha convertido en vocera de muchas causas sociales.
Una flor con las raíces bien puestas
A pesar de haber logrado establecerse en una de las ciudades más glamurosas y en la que muchos colombinos quisieran vivir, a Claudia se le ha escuchado decir en varias ocasiones que la época más feliz de su vida está guardada en los recuerdos infantiles, caracterizados por su pasión por la naturaleza. Al parecer, haber crecido en Neiva, una ciudad rodeada por kilómetros de aire limpio y árboles frutales, dejó huella. Ahora, desde que Claudia se convirtió en madre, su participación en el tema cobró una fuerza reconocida por importantes organizaciones conservacionistas como WWF (presente en 100 países).
De hecho, esta misma entidad la eligió por dos años consecutivos como embajadora de La hora del planeta para Latinoamérica, una exitosa campaña responsable de apagar millones de luces durante una hora, en más de siete mil ciudades de 152 países.
A través de su cuenta en Twitter, la opita publicó varios retos ambientales, incentivando a sus seguidores –que ya sobrepasan los 753 mil-, a comentar los suyos y unirse al proyecto.
Este trabajo ha dado sus frutos, y es tal vez uno de los proyectos de vida más compatible con su tarea de madre. Y como extraña los árboles de su finca, cada vez que puede trae a sus hijos sin juguetes, para proporcionarles una experiencia directa con el campo.
Así mismo, esta pasión también cobró vida en un nuevo emprendimiento profesional: Claudia es una de los nueve socios de CO2CERO.
Sembrar es sinónimo de dar
Todos los días se repite monótonamente la cifra de hectáreas deforestadas en el mundo, pero siempre hay personas dispuestas a juntar recursos para hacer algo que pueda generar una forma de contrarrestar ese impacto.
Cuenta Claudia que con ese ánimo nació CO2CERO, una empresa privada dedicada a la reforestación comercial y de conservación. “La idea es crear una opción para que personas y empresas puedan hacer algo concreto frente al cambio climático”, explica.
Lo mejor es que este proyecto ya ha dejado resultados muy concretos. Hasta junio de este año habían logrado reforestar más de 346 mil hectáreas, de las cuales varias estarán a la venta para personas y empresas que necesiten comprar madera, sin que por eso apoyen la deforestación de reservas ecológicas o predios con bosque nativo.
Los lugares que eligió Claudia junto a sus socios están ubicados cerca a las zonas petroleras del país, muy afectadas por las emisiones de gas carbónico, como Puerto Gaitán, en el Meta. Pero además, vincula la promoción de diferentes campañas sociales, como la recolección de materiales de estudio y la promoción de la seguridad alimentaria en las mismas zonas.
Esta labor es una “excusa” más para venir a Colombia de vez en cuando. A la par que comparte con sus padres y hermanos, trae a sus hijos al lugar donde se forjaron sus raíces y le da continuidad a las campañas publicitarias de la que es imagen. ¡Bienvenida siempre!
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