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Ho’oponopono ¡Sea 100% feliz!

En el mundo del Ho’oponopono todo es producto de nuestro pensamiento. El sillón en el que usted está sentada(o) es posible gracias a su mente, el artículo que empieza a atraparle también es creado por usted, y sin más rodeos, estas palabras son posibles porque existen a partir de su realidad. Si no necesitara leerlo, de repente no hubiéramos elegido el tema, y así podríamos seguir entendiendo cada cosa que pasa, basados en la lógica de los hawaianos antiguos.

De hecho, cualquiera que haya leído un poco de sabiduría zen, hindú, budista y otras teorías grabadas en los anales del mundo antiguo, encontrará que esta técnica de sanación comparte un punto en común con todas ellas: para sanarse es necesario conectarse a la fuente, y en este caso, fuente puede entenderse como ese lugar de introspección interior que no necesita de un credo o espiritualidad en particular. De hecho, el segundo chakra profesado por los hinduistas -asociado con el color naranja y responsable de permitirnos fluir, crear y vivir la emocionalidad-, para los hakunas, chamanes hawaianos, es el lugar donde reside ‘el niño’ -el único capaz de curarnos-(ubicado justo dos dedos abajo del ombligo). 

El secreto oculto
Así mismo, muchos historiadores y arqueólogos ven en Hawái los restos de una civilización construida en un continente extinto, evocado por esta isla y otras no menos populares como la de Pascua. Desde ese tiempo, miles y miles de años atrás, sus habitantes piensan que existimos como parte de un todo y que nuestros pensamientos, cuando son repetitivos y cristalizados en creencias, fabrican una realidad que encuentra a las personas y situaciones correctas para materializarse, convirtiéndonos en los únicos artífices de todo lo que nos rodea.

Hacerse ciento por ciento responsable de este hecho –dicen ellos- es una de las puertas que abrimos para sacar la ‘basura’ albergada en nuestro subconsciente. Porque absolutamente todo lo que nos rodea existe a partir de creencias formadas y heredadas que, en todo caso, podemos soltar para no convivir con lo que es negativo.

Por eso, el maravilloso secreto a descubrir es ese poder que nos permite concentrarnos en los pensamientos adecuados y actuar bajo la premisa del amor y la bondad –columnas de la idiosincrasia hawaiana-. Justo en ese momento, estaremos  listos para entender la sanación como una acción individual e intransferible.

“Lo único que hay en la vida son nuestras creencias, sin ellas, y sin los pensamientos, ahora mismo estaríamos flotando en la nada, rodeados de ideas infinitas. En el momento en que dejas de pensar o de creer, la realidad como la conoces deja de existir -afirmó en una conferencia sobre Ho’oponopono el reikista español John Curtin-. Sin embargo, el proceso de sanación no se puede hacer mediante un acto consciente o mental, aunque puedas invitar a las demás personas a entrar a tu realidad para que te sanes. Cada persona es una oportunidad y entre peores cosas te den, mejor; porque más basura tuya tienes para limpiar”.

Todo está en la fuente
Pero lo que afirman Curtin y otras personas como la doctora María Carmen Martínez Tomás –autora del libro Ho’oponopono. Lo siento, perdóname, te amo-, parte del mismo maestro, el terapeuta hawaiano doctor Len. Él es responsable de la nueva interpretación que sufrió esa técnica para adaptarse a los tiempos modernos y con la cual curó a todo un pabellón de enfermos mentales sin siquiera verlos.    

Según lo que conciben los promotores de esta sanación, todos estamos interconectados a una fuente.  Y la parte de nosotros más cercana a ella sería la superconciencia, el alma o ser espiritual… como quieran decirle. Y se supone que esta parte no actúa, crea ni reacciona; por eso es llamada “el estado cero”. O en zen, “estado de iluminación”.

En la segunda parte está la mente, la intelectualidad; con ella sentimos y vemos a diario. Por ende, reacciona, actúa y nos permite cosas como montar bicicleta. Pero por debajo de la superconciencia y la mente reside bravío el subconsciente, lugar donde guardamos patrones de pensamientos milenarios acumulados a lo largo de la evolución (o lo que autores como Carl Jung llaman memoria colectiva).

Siguiendo la lógica del Ho’oponopono, entre la mente y el subconsciente hay una especie de “gancho”, ya que la primera carece de pensamientos originales y se abastece del segundo para funcionar. “Sin la memoria, la mente no puede operar”, dice Curtin, y por eso, para los hawaianos, la forma ideal para vivir es desde el estado de iluminación.

Cuando uno se ilumina, la fuente puede fluir por esas tres partes de manera natural y entonces la vida empieza a facilitarse de muchas formas. Porque la sanación y el cambio, vistos desde esta doctrina, no pueden darse en la mente. El único lugar donde se podría sanar realmente sería en el subconsciente, justamente donde está el niño del que hablábamos.

Sanación, pensamiento creador
“El intelecto contacta con el ‘niño’ en un acto positivo, diciéndole ‘por favor, conéctate con la fuente y pide nuestra sanación’. Entonces el ‘niño’ lo hace, y la fuente le responde enviándole la sanación a través de la superconciencia, el intelecto y el niño; así, la energía fluye a través de todo el ser”, explica el maestro español.

Para ponerlo en términos prácticos, podemos ahora mismo cerrar los ojos y pensar en algún suceso o persona del pasado con la que no estemos en paz. Nos relajamos y visualizamos esa situación y concentrados en nuestro interior decimos las palabras sanadoras: “Lo siento, te amo, perdóname, gracias”.

Cuando logramos soltar la ira, el dolor y la tristeza,  reivindicamos una parte de nuestro pasado que puede estar haciendo estragos en el presente. De hecho, todo se trata de cómo vemos a la gente y a las cosas a nuestro alrededor; y si lo consideramos hostil, feo y odioso, ¿qué podemos esperar? El resultado de unos pensamientos y prejuicios negativos traídos de la ‘basura’ acumulada en el subconsciente.

“Cuando te sanas, la otra persona sana. Creas tu realidad y todo se puede sanar, incluso, regenerar. Pero cuando hacemos Ho’oponopono no visualizamos un resultado, porque no sabemos lo que estamos sanando cuando liberamos pensamientos erróneos.

En todo caso, esta técnica reconoce que somos seres perfectos de luz. Tu yo intelectual y tu niño son perfectos, pero ¿qué pasa?, a lo largo de las generaciones acumulamos mucha basura en nuestra conciencia colectiva (donde se conectan los niños de todos)  y terminamos haciendo que estos vivan en un vertedero de desechos. Y cuando pasa, no permites que el universo te devuelva lo que has manifestado y ahí vienen las resistencias a aceptar lo que has pedido”.

También las enfermedades, las malas relaciones, la infelicidad y hasta la propia ruina. Pero no importa, incluso para quienes consideran nuestro mundo un lugar de molde férreo y hecho para sufrir, es muy fácil regenerar la realidad, acabar con el flujo de odios y resentimientos, y crear alrededor un espacio donde todo se dé de una manera sutil, casi tan fácil como diciendo: “Lo siento, te amo”.

 

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Con información de: Ho’oponopono, Conferencias de John Curtin. Libro Ho’oponopono. Lo siento, perdóname, te amo de la doctora María Carmen Martínez Tomás. 

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