El adiós a la diva de la televisión y la comedia nos deja lecciones indispensables de construcción de estilo. Repaso a una vida que supo ser fiel a los abrigos, los blazer y las joyas en tamaño XL.
No nos digamos mentiras. Al morir Joan Rivers, nació una leyenda. La de una mujer irreverente que supo llamar las cosas por su nombre y que no dudó en burlarse de su apariencia cuántas veces pudo. Con la misma mordacidad que hablaba de un vestido que se le antojaba horroroso en la pasarela, lo hacía sobre su menopausia, las incontables aplicaciones de botox y cirugías, o la relación compleja con su hija Melissa.
Para fortuna de las generaciones recientes, tan dadas a la vida paralela de las redes sociales y a la contundencia de lo visual como expresión de la modernidad, a Joan Rivers la disfrutamos en sus últimos años transmitiendo las alfombras rojas de las mayores entregas de premios y, recientemente, liderando el jurado televisivo de Fashion Police, del canal E!, que cuenta con miles de Joan Rangers (Soldados de Joan) en todo el mundo.
Por eso, más allá de su prolija experiencia como actriz, comediante y presentadora de televisión, hoy celebramos y recordamos a Joan desde su estilismo, esa forma franca que tenemos las mujeres para expresarnos mientras nos embellecemos, para nosotras y por nosotras.
Joyas XL, lentes de sol, broches de enormes flores, chaquetas en silueta cajón, blazers y brillo, mucho brillo, componen el legado fashionista de la diva del estilo que le dio a la moda la justa dosis de ironía.
1. Collares XL
Tenía su propia línea de collares de piedras preciosas, llamativos y ruidosos, evidentes en cualquier atuendo. Pese a su figura pequeña, Joan no tuvo miedo de ponerse un abrigo de piel y grandes mangas, con un collar voluminoso y aretes largos. Nada en ella se antojaba excesivo. Se le agradecía el esplendor y ese cuidado en cada atuendo. Porque se le pudo acusar de exceso siempre, en palabras pesadas, en chistes subidos de tono y en sus estilismos. Pero eso sí, nunca pecó por omisión.
Sus collares maravillosos resultaban un atractivo marco para su cara operada tantas veces, como quien quería seguirle pidiéndoles años a la vida y a la ciencia.
Nuestra clave: atrevámonos un poco más con los accesorios llamativos. Los abrigos de falsa piel, los chalecos y las estolas son ideales para climas muy fríos y ocasiones como una boda campestre o una fiesta en la tarde.
2. Abrigos y chaquetas
¡Color! ¡Brillo! Los productores y el público de sus programas sabían que Joan había llegado al set por el atractivo manejo que siempre les dio a sus outfits, desde los colores y las texturas.
Nada en ella era cotidiano o común. No. Siempre se veía vestida para romper el molde. O bien porque combinaba su chaqueta amarilla con un collar rosa o porque su abrigo negro tenía rotundas aplicaciones de piel a la altura de los hombros o porque esas lentejuelas por montones hacían de su chaqueta una verdadera joya. A decir verdad, Joan siempre parecía que se vestía porque quería estar lista para una fiesta.
Nuestra clave: cuando sabemos qué prenda nos conviene por figura y estilo, la debemos convertir en nuestro fetiche o pieza favorita. Sofía Vergara lo hace con la silueta sirena, Carolina Herrera con la camisa blanca y las faldas, y Silvia Tcherassi con los accesorios XL.
3. Fidelidad
Uno de los secretos de las mujeres que han cultivado un estilo con certeza es el corte de pelo como sello de identidad. Una impronta capilar de la que dan cuenta personajes como Carolina Herrera, Suzy Menkez o Anna Wintour, por mencionar tres casos.
Lo mismo hizo Joan, siempre con su pelo muy rubio y el corte Bob, solo que le agradecemos profundamente el volumen y movimiento que siempre le imprimió y que llenaba de frescura su expresión.
Nuestra clave: si ya encontraste el corte de pelo que te identifica, que te hace ver joven y fresca, hazlo tuyo y nunca abandones a tu peluquero de confianza (es clave para conseguir un look de éxito).
Joan, la controvertida
Entre los muchos buenos momentos del documental Joan Rivers: a piece of work -el más descriptivo de lo que significó Joan Rivers- es uno casi al final, cuando durante un show ella hace un chiste sobre la sordera y alguien del público le grita que eso no es gracioso para quien tiene un niño sordo. La comediante le responde, desencajada de rabia, que se marche del lugar porque la comedia es eso, es reírse, de todo y de todos. Y añade: “¿Después del 11 de septiembre, dónde estaríamos si no nos hubiéramos vuelto a reír?”.
Joan Rivers se burlaba en sus rutinas cómicas de comienzos de los sesenta, sobre abortar y los problemas que eso traía para las mujeres, cuando la palabra aborto estaba prohibida en televisión. Luego, cuando Johnny Carson la contrató para que lo reemplazara durante dos décadas, en las semanas en que él se iba de vacaciones, en lo que por aquel entonces era el programa más visto de la televisión norteamericana, se burló de la primera dama Nancy Reagan y de la reina Isabel. De los judíos (siendo ella misma judía), de los viejos, de los niños y de sus propias cirugías. “Tengo tantas que cuando muera donarán mi cuerpo a Tupperware”, decía.
A pesar de que su sueño de ser actriz nunca se cumplió, es cierto que esa mujer que se presentaba en sus espectáculos de stand-up era, realmente, un personaje armado por la otra Joan, mucho más tímida, menos salvaje y más maternal (como podía uno adivinarlo en su trato a Kelly Osbourne), que ocultaba a los demás.
Joan Rivers fue mucho más que la viejita de Fashion Police, fue una profesional de la comedia incansable, una gran actriz con un único personaje: el de la tía y luego la abuela imprudente y gruñona, que puede decir lo que se le venga en gana. Una pionera de la comedia y un ícono de la moda, del feminismo y de la libertad de expresión. Nos hacía reír Joan Rivers y por eso nos hará mucha falta.
Samuel Castro, periodista y crítico de cine. Twitter: @samuelescritor
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