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Luly Bossa está profetizando su boda

REVISTA NUEVA

10 de agosto de 2013 12:05 AM

La versatilidad para los actores es una herramienta tan fundamental como la memoria. Pero esa posibilidad de adaptarse a los cambios de la historia es aún más necesaria cuando termina la ficción. Tal vez ese es uno de los rasgos imperantes en la vida íntima y profesional de Luly.
Pocas personalidades del país han piloteado tormentas como ella, y ahora la calma ofrecida por la distancia le permite ‘limpiarse’ públicamente. De hecho, desde finales del año pasado –justo después de terminar de grabar Cinco viudas sueltas-, el montaje de la obra Y si me caso, ¿qué?, se convirtió en una creación de catarsis, guiada por el actor y director Germán Quintero, quien se encargó (desde 2011) de hacerle creer a Luly en el proyecto.
La retrospectiva que hace de su propia vida a través de María -el personaje que le sirve de voz para narrarse-, gira alrededor de sus relaciones y las experiencias fallidas que ha tenido en esa materia. Después de cinco años de soledad, ella todavía espera a su príncipe azul, y dice entre risas que con la obra está profetizando su llegada. Pero también intenta limpiar su nombre, y por eso en cada canción y monólogo, cierto espíritu de ‘expiación’ desnuda los temas vedados y le deja la responsabilidad personal de reconocer sus errores.
Tomar malas decisiones y hacer peores elecciones hace parte de esa materia; pero gracias a los golpes recibidos, identifica mejor que nunca su propia responsabilidad en estos fracasos: ser portadora de una pésima autoestima.
Obviamente, la obra encuentra un momento crucial cuando Luly habla sobre el video en donde sostenía relaciones sexuales con su novio, el cual hizo público la ‘Negra Candela’ (llamada en escena ‘La morena de fuego’). Aunque Luly ganó el pleito judicial, considera que de aquel lío no le quedó nada bueno,  pues incluso hoy convive con las secuelas emocionales y físicas que marcaron su vida y las de sus hijos.
La obra ya se presentó en Bucaramanga, Barranquilla y Bogotá, luego continuará por otras ciudades de nuestro país y aterrizará después en Nueva York. Y a pesar de lo bien que le ha ido, la recompensa mayor para Luly radica en la solidaridad que ha encontrado en las mujeres que van a verla. 
Una retrospectiva muy íntima
- ¿Qué tal le va con el feedback de su obra? ¿Ha recibido lo que esperaba?
Mucho más allá de lo que esperaba. Germán (el director) me ha enseñado mucho y además he recibido una respuesta muy curiosa: la solidaridad de género. Las mujeres se sienten súper identificadas con las reflexiones que hago sobre los sapos y los príncipes. Por otro lado,  yo me reconcilié con muchas cosas de mi pasado; eso es algo muy gratificante y bueno de conseguir.
- ¿Qué es lo más difícil de exponer la propia vida en las tablas?
Esto es una limpieza. Acá les doy palo a la prensa, a los hombres…; y a mí. Primero hablo sobre los sapos que besé desde los 18 años hasta el del video, el sapo principal. Hago un análisis sobre esa relación y luego de exponer mi caso, le dejo una pregunta abierta al público.
Lo difícil es que comenzamos con un material grandísimo, y empecé a quitarle cosas que consideraba muy densas para el ritmo de la obra. El montaje fue un parto tremendo, pero al final me ‘limpié’, pues mi nombre se ensució durante mucho tiempo.
- ¿Cree que era el momento justo para hacerlo?
Todo pasa en el momento que debe pasar. El tiempo de Dios es perfecto, y ha sido muy gratificante ver los resultados. Sin embargo, las consecuencias de ese video fueron gravísimas, la gente no se lo imagina, y a mis hijos los afectó directamente. Cuando se divulgó tenía cinco meses de embarazo y ese bebé sufrió todas las consecuencias, pues nació con una enfermedad que involucra muchos problemas neurológicos, nerviosos y emocionales.
Y al mayor le tocó aguantarse en el colegio la crueldad de los compañeros. No hay más tirano que un preadolescente. A pesar de que hablamos un montón al respecto, mis errores son mis errores, y por más que le haya pedido perdón por lo que tuvo que sufrir, nada es suficiente. Los hijos juzgan y te acusan y siempre serás la mala del paseo…; hasta que a ellos les toca ser padres.
- Se supone que siempre hay algo bueno detrás de los sucesos malos. ¿Está de acuerdo?
No en este caso. Ni la plata, porque lo que ‘La morena de fuego’ tuvo que pagar, no sirve para nada.
- Ella decía que usted nunca había tenido tanta prensa como en ese momento…;
¡No! Empezando porque esto fue hace 12 años, y yo tengo 28 años de carrera…; así que calcula si ya era famosa o no. Estaba haciendo portadas como loca. ¡A mí que no me vengan a decir que no tenía prensa! Además estaba antagonizando una novela.
Pero en algún momento te van a destrozar, porque eso es lo que la gente está esperando, hay una predisposición a juzgar y destruir. Aquí se mueven más las personas por envidia que por el gozo de ver a alguien surgir. Así mismo, la mala prensa nunca es buena, es mala prensa de hecho, como existe el bien y el mal. Así que…; la forma como lo tomas y te levantas de eso, ese es tu problema real.
- ¿Recuerda cómo se enteró de la divulgación?
Había llegado de Estados Unidos porque había empezado a grabar un disco. Y todo eso se desmoronó, hasta el matrimonio del productor se desbarató. Así que cuando mi mánager me llamó y me preguntó qué quería hacer, le contesté: ‘demandar’.
A partir de ese momento hice un pacto con Jaime Lombana, mi abogado, y él me aseguró: ‘Con esto nos vamos hasta la muerte’. Analizó el caso, vio que era soltera, madre cabeza de familia y todo lo demás; entonces el hombre se echó ‘el saco al hombro’ y eso no tengo cómo pagarlo.
- ¿Qué sucedió con el disco que preparaba?
Ese material se perdió. La señora que estaba casada con el productor era caleña y  la llamaron a decirle que la chica que trabajaba con su esposo era la del video. Y como el mundo entero pensaba que era porno (porque todo lo llevaron hacia ese lado), el asunto se desbarató.
- Usted dice que la gente promedio se imagina la vida de las actrices muy diferente a la realidad…;
Se piensa que estamos regias todo el tiempo, que nos hacemos cincuenta mil cirugías, que somos unas degeneradas y no cabemos en su espectro de normalidad. Pero yo siempre estoy apagando incendios. Hoy, por ejemplo, me fui a ver los pagos de la universidad de mi hijo mayor…; ¡es difícil, porque ‘me bandeo’ sola con eso! Y los tratamientos del menor…;, pues hasta que la EPS no me dé lo que él necesita. Esta profesión tiene cierta inestabilidad y hay que estar preparado.
- ¿Ejerce un presión adicional envejecer cuando se trabaja en televisión?
A Dios le pido que rompa los paradigmas y los dictámenes que la misma sociedad pone por publicidad, como que no puedes protagonizar si no tienes 20 años. Y Él me oye…; ¡así que a mí me va divino!
- ¿Qué le falta por hacer?
Quiero actuar en inglés, irme a Los Ángeles. Pero son muchas las cosas que se necesitan; por ejemplo, tener un agente y vivir allá. ¡Ay, no sé! Esperar milagros, pero mi vida está llena de ellos, así que ni me desespero.

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