Revista nueva


Nadín Ospina, tres décadas de aventuras creativas

SERGIO VILLAMIZAR D.

15 de marzo de 2014 12:02 AM

Tal vez para algunos 33 años sean muchos, pero para un creador como Nadín Ospina no son tantos, pues parece que son más las obras que en este momento se están gestando en su cabeza, que las que ya han cobrado vida desde 1980, cuando este artista bogotano comenzó su carrera profesional. Por eso la Galería El Museo de Bogotá le dedicó una retrospectiva que culminó no hace mucho. Y para aquellos que pudieron apreciarla y quieren volverla ver, o para quienes aún no la conocen, se publicó el libro La suerte del color, el cual incluye todas las piezas que hicieron parte de la exposición.

A través de sus páginas se pueden apreciar los diferentes períodos del trabajo de Nadín Ospina, como las obras geométricas que desarrolló durante los años ochenta; las esculturas expresionistas de la serie Amazonía, de finales de la misma década; y las instalaciones y figuras azules de Santuario, de principios de los noventa.

No podía quedar por fuera de este libro retrospectivo la reconocida e iniciática obra de la posmodernidad en Colombia, Fausto (1993), gracias a la cual la crítica especializada ya evidenciaba la habilidad única de Nadín Ospina para trabajar técnicas como la pintura, la cerámica e incluso la talla en piedra, por mencionar algunas.

Luego vendría la época quizá más conocida por muchos -y los que no, la identificarán fácilmente- con sus cerámicas y trabajos en piedra de la serie El Gran Sueño americano, que inicia a mediados de los noventa; la serie de pinturas y esculturas de El ojo del Tigre de fin de siglo; y las esculturas plásticas y pinturas de la conocida serie Colombia Land del año 2000.

En varias de estas obras el artista genera un encuentro entre lo precolombino (tanto en formas como incluso en técnicas) y la cultura pop a través de personajes animados -Los Simpson y el famoso Mickey Mouse, por ejemplo-, pero igualmente con otras lejanas y milenarias culturas.

La retrospectiva La suerte del color también incluye las pequeñas figuras en bronce colorido de Oniria (2010), con imágenes y elementos arquitectónicos. Allí descubrimos al indio Pielrroja, a un califa, algunas jirafas e incluso un toro, en un viaje por el mundo gracias a las réplicas del Coliseo Romano, la Torre Eiffel, la Catedral de la Asunción de Moscú y el castillo de La Cenicienta.

Y como novedad y gran cambio en su temática y técnicas, Resplandor -su nueva obra de 2013-, un complemento ideal a la serie de obras de su colección personal que por primera vez presentó juntas con el objetivo de que dialoguen a partir de su gran interés por el tema del color. Porque tanto en la pintura como en la escultura y en las instalaciones, el cromatismo ha sido una impronta de la obra del artista, medio de expresión y fuente de inspiración.

UNA PARTICULAR RESTROSPECTIVA
Al ser uno de los artistas plásticos más reconocidos fuera del país, ganador del Premio Nacional de Artistas y del Salón del Fuego de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño, su libro se transforma en una particular retrospectiva. Con 260 páginas y muchas de las obras que han sido expuestas en diferentes galerías de América y Europa, también tiene gran parte de biográfico al incluir material fotográfico de su infancia, junto a su familia, en un tradicional barrio capitalino.

Una mezcla en la que el lector observa cómo los recuerdos y los sueños de un niño pueden ser el motor de un artista en su edad adulta, y donde el reto parece estar en no perder ese enlace que alimenta la imaginación vital para su creación.

Junto a los textos del propio Nadín Ospina leemos las reflexiones y análisis de críticos y curadores como Carmen María Jaramillo, Germán Rubiano y Eduardo Serrano, quienes transforman este libro en una vital, colorida e incluso divertida historia del arte colombiano.

DE ALTO IMPACTO
Una de las series de Nadín Ospina con mayor impacto internacional es Colombia Land, serie en la que el artista pone el dedo en la llaga no solo sobre el tema estereotipado de la violencia en nuestro país sino entorno a los diferentes estereotipos que se han desarrollado sobre América Latina, los cuales muestran a sus gentes como personas feas, ignorantes y perezosas.

Y junto a esto, una crítica a todos aquellos que con oportunismo y cinismo se han aprovechado del dolor de las víctimas reales de la violencia, que no son pocas y que han llegado de todos los sectores. Incluso, Colombia Land es una denuncia a aquellos críticos internacionales de arte que solo ven en América Latina una región que puede generar arte con identidad si se inspira en la violencia.

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