“Estoy en un momento de mi vida muy bonito, cosechando lo sembrado en estos años, muy estable y enamorada, productiva; incluso con planes de otro bebé porque ‘Monto’ no tiene hijos, y nuestra familia es muy linda. La verdad, me da un poco de susto volver a empezar pero me parece maravilloso ser mamá, es todo un universo, y aunque al principio estaba un poco cerrada a la idea por todo lo que implica, saber que puedo tener el control en mi parte financiera, me anima”.
A pesar de seguir teniendo una relación maravillosa con el papá de Amalia –su hija de nueve años-, cuando la relación terminó, Paula decidió hacer un trabajo terapéutico muy interesante –como buena sicóloga que es-. Entonces comenzó por analizar los patrones de comportamiento que, creía, se estaban repitiendo; también diseñó un mapa de sueños con las características fundamentales del hombre que quería a su lado. Honestidad, visión, ganas de trabajar en equipo y de vivir en familia, eran algunas de ellas.
Y dice que hizo tan bien el trabajo, que tiempo después el universo le puso en el camino a su actual pareja, Carlos Montoya –director de La hora del regreso de W Radio-, quien armoniza perfectamente con sus expectativas.
EMPRENDIENDO JUNTOS
Ahora llevan cuatro años juntos, y además de formar una familia maravillosa están muy entusiasmados trabajando en su propio negocio, una franquicia que compraron hace poco a una reconocida marca estadounidense de tecnología antienvejecimiento. Empresa en la que trabajará de tiempo completo cuando termine de grabar ¿Quién mató a Patricia Soler?, una producción de RTI y RCN para Mundo Fox.
“Mi personaje se llama Daniela, quien hace parte de un grupillo de seis amigos platudos, malvados y maquiavélicos; todos, sospechosos de haber matado a Patricia Soler. Antes había hecho personajes no tan blancos, pero en este proyecto sí soy mala, materialista, ambiciosa y desleal. La verdad, aunque ha sido interesante, no fue de lo más divertido encarnar a alguien que solo piensa en dinero.
Y cuando termine de grabar –continúa-, me meteré de lleno en el cuento de crear empresa, justamente por la necesidad de lograr estabilidad, porque a pesar de que he empatado un proyecto con otro, quiero tener el control de mi vida financiera y no depender de un contrato. Es decir, trabajar por gusto y no por necesidad”.
Hace unos cuatro meses comenzaron todo ese proceso que ha requerido mucha planeación, preparación y trabajo en equipo. Su rol en el grupo no es otro que el de líder, y mientras le sale un proyecto más para actuar –lo cual espera no pase muy pronto-, Paula está entrenando a otras personas para seguir abriendo el mercado en Colombia y extenderlo a Ecuador, país donde vive su hermana. De hecho, en octubre se van para Utah (Estados Unidos), pues la marca cumple 30 años y ellas quieren aprovechar el acontecimiento para conocer a fondo la compañía.
“Si se presenta un proyecto como actriz chévere no lo rechazaría, porque recibo lo que la vida me va poniendo. Pero ahora están la tranquilidad y la emoción que resultan de tener una empresa en la cual enfocarme”.
OCHO AÑOS DE LUCES, CÁMARA Y ACCIÓN
Tal vez pocos saben que la primera vocación artística que desarrolló Paula fue la música, pues desde niña, en la escuela donde hizo la primaria, tocó instrumentos como violín, piano y clarinete. Luego, mientras cursaba secundaria, formó parte de varias orquestas de música al tiempo que estudiaba en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia.
Confiesa que se saturó un poco con todo esto, así que al graduarse decidió estudiar Sicología, carrera que terminó en la Universidad San Buenaventura de Medellín. Entonces se alejó de ese arte que parece haber heredado Amalia, su niña, quien también muere por los animales.
Sin embargo, por esos días Paula también comenzó a modelar y a salir en varios comerciales, hasta que un día conoció a Ricardo González, un director con el que su hermana estaba haciendo un taller, y tiempo después sería él quien la contactaría para su primer trabajo en televisión.
“Me llamó y me dijo que necesitaban a una niña pelirroja (como ella estaba en ese momento) para un proyecto en RCN. Le dije, ‘¡pero nunca he actuado!’. Me contestó que no importaba, que me fuera a Bogotá a hacer casting y que mirábamos cómo me iba. Finalmente lo hice y quedé en mi primer proyecto: Los tacones de Eva. Hablamos con mi esposo de ese momento y decidimos ir a vivir a Bogotá. Desde ahí me dediqué a estudiar como una loca, conocí a mi mánager actual y, gracias a Dios, he empatado un proyecto con otro”.
Sí. Después de Los tacones de Eva, Paula actuó en producciones como Zona rosa, Cómplices, Doña Bárbara, Tiempo final, El cartel de los sapos, Las santísimas y Mujeres al límite, entre otras. Sin embargo, confiesa que el papel que más amó fue el de Lusiana en Doña Bárbara; y con el que más se ha divertido, precisamente el de Marcela Burgos en La suegra.
“Fue un lindo proyecto porque había calidad humana y actoral, el equipo completo fue maravilloso y disfrutamos desde los ensayos. Por otro lado, trabajar con Andrés Parra (su esposo en el proyecto) fue increíble, es un hombre talentoso y generoso. No pude estar mejor acompañada en esos ocho meses de grabaciones. La verdad, debo decir que soy muy afortunada porque he hecho muchas cosas, y aunque en un principio no estaba en mis planes, la actuación es un camino bonito, todo un hit”.
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