En un tablero de anuncio en un portal de internet, aparece un mensaje que dice "Satisfago fantasías sexuales de mujeres sadomasoquistas – solo mujeres (…;) Hola atiendo a mujeres que les guste salir de la rutina sexual, el masoquismo y si te gusta te lo satisfago a tu manera y si eres sádica también, todo lo extremo puedes conocer". Al final remata diciendo: "Lo hago por placer, no importa tu edad o condición civil, tampoco tu contextura".
El anunciante tiene un problema, se dirige a las "mujeres sadomasoquistas", y pocas nos sentiremos incluidas en su propuesta. Las personas que se reconocen como sadomasoquistas son muy pocas, y aunque estas prácticas toman más fuerza y son menos estigmatizadas, aún se relacionan con aberraciones y desviaciones sexuales.
Es poco probable que mientras un grupo de amigas toma un café, una de ellas se autoproclame sádica. Las demás se quedarían en silencio y pondrían sus ojos sobre ella. El sadismo y el masoquismo son disfunciones sexuales que se encuentran especificadas en el manual diagnóstico de trastornos mentales DSM IV, representan malestar para la persona y para su entorno; y requieren intervención terapéutica.
Sin embargo, existen muchas personas que no cumplen con todos los criterios y tienen pequeños rasgos sadomasoquistas en algunas de sus prácticas sexuales. Como parte de los juegos eróticos y previo consenso, descubren placer asociado al dolor bajo ciertas condiciones.
Muchas personas, haciendo el amor, han sentido ganas de morder a la pareja. Algunos se contienen, otros lo hacen hasta dejar marcas en el cuerpo. Es extremo pensar que algo así convierte a alguien en un aberrado. Los impulsos sexuales se expresan de manera diferente y en ocasiones, son más de lo que podemos expresar solo con besos.
Las fantasías eróticas transitan por distintas puestas en escena. No es una masoquista aquella que permite ser amarrada como parte del juego sexual. Los límites, sin embargo, son muy delgados y en ocasiones, difusos. Las reglas del juego no siempre son tan claras. Tal vez esa mujer, que es capaz de dejarse sujetar las manos, tiene la absoluta confianza de que su pareja no la lastimará en realidad. No se saldrá del libreto de lo permitido entre la pareja.
Los hombres violentos, esos cobardes que golpean a las mujeres, esos que levantan la voz para decir la última palabra, esos con poca tolerancia a la frustración, manipuladores profesionales sin sueldo, disfrazados de machos, esos deben ser especialmente excluidos de todos los juegos. No existe goce en las mujeres que son víctimas de violencia, no es cierto que "les gusta", ellas no están jugando, ellas están atrapadas en dinámicas realmente perversas.
De cualquier forma, las prácticas pseudo sadomasoquistas tienen que ser discutidas por la pareja y considerarlas un juego erótico que debe ser jugado en serio. Algunas personas han muerto en medio de prácticas como estás. Jugando a ser asfixiadas, se han excedido y sin intención, el juego se vuelve mortal.
Cuando éramos niños y jugábamos a pegarnos palmadas en las manos, como midiendo quién aguantaba más, nos reíamos mientras nuestras madres advertían que todo iba a terminar en pelea. No hacíamos caso y en poco tiempo el juego inocente se había excedido, alguno se había "pasado", el otro había reaccionando, y muy probablemente el más pequeño salía llorando.
Es muy fácil "pasarse" en los juegos. En el sexo, los juegos pueden ser peligrosos, pero es esta misma peligrosidad la que anima a los amantes. El riesgo significa adrenalina y son pocos los que, estando en el límite de prácticas como estas, decidirán abstenerse. No hay planes, solo ocurre en un torrente de pasiones difícil de contener, pero es imperativo que nuestro cuerpo y el cuerpo de quien nos acompaña sea tratado siempre con respeto y amor. Tal vez este es el límite más importante, que jamás se debe transgredir.
*Psicóloga
palabrasdesexualidad@gmail.com
www.palabrasdesexualidad.blogspot.com
Comentarios ()